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La nabiza no quiere perderse el verano

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

AGRICULTURA

Fraga, con semillas de nabo que ya plantó en esta finca de Santaballa, al fondo, y que usará en otra parcela de Codesido
Fraga, con semillas de nabo que ya plantó en esta finca de Santaballa, al fondo, y que usará en otra parcela de Codesido PALACIOS

La alta demanda de los primeros brotes del nabo llevan a un productor de Vilalba a sembrar una segunda cosecha anual para recolectar en la época estival

03 jul 2021 . Actualizado a las 16:15 h.

Las nabizas acompañan muchos platos de otoño y de invierno. Imaginar ese cultivo en pleno verano puede causar una sensación de desconcierto en quien oye que se ha iniciado una cosecha de nabos con los primeros días del verano. En cambio, José Manuel Fraga, de Vilalba, es un ejemplo de que se pueden cultivar nabos en plena temporada estival por razones bien sencillas y concretas: hay demanda de nabizas en estos meses.

En una finca de la parroquia de Santaballa tiene casi 3.000 metros cuadrados, unos cinco ferrados, con ese cultivo. La semilla está empezando a aparecer en la tierra, y dentro de unos días repetirá la operación en una finca de la vecina parroquia de Codesido, en la que la superficie será muy similar a la primera. Dentro de unas semanas, a principios de agosto, recogerá ya las nabizas.

De estas dos fincas saldrá una cosecha de unos 6.000 kilos. Fraga ya cultivó nabos otros años, en fincas situadas en Piñeiro (Xermade) y en Masma (Mondoñedo), una extensión mayor que la de ese 2021. En esta campaña de verano no se recogen grelos, ya que, precisa Fraga, su aprovechamiento es menor que en invierno. La verdura se mandará en manojos a una gran cadena de alimentación, con un precio que puede andar por un euro el kilo.

De lo que no hay duda es de la conveniencia de cultivar nabos para aprovechar las primeras hojas. Fraga dice que se venden bien «sempre, sempre», e incluso destaca que el tiempo de este inicio de verano, cuyas temperaturas no son especialmente altas pero que tampoco es lluvioso, puede ser un eficaz aliado para el desarrollo.

Que las nabizas se vendan durante semanas del verano es algo que tiene que ver con sus posibilidades culinarias. Valen para revueltos, ensaladas y tortillas, como recalca este agricultor chairego. El caldo es otra de las habituales preparaciones que se hacen con esta verdura, aunque menos en verano que en otras épocas del año.

Otra buena razón para cultivar nabos y obtener nabizas tiene que ver con el coste. En una hectárea de terreno se echan tres kilos de semilla, y cada uno cuesta seis euros. Fraga, por el contrario, subraya que el precio de cultivos como la judía, la espinaca o el perejil es mucho mayor, como se encarga de detallar: 450 plantas de judías cuestan 150 euros; 10.000 plantas de espinacas, 420 euros, y 20.000 plantas de perejil, 850 euros.

El abono tampoco resulta caro. El purín que se echó en la tierra durante la campaña invernal ya dejó la tierra suficientemente preparada, y permitió además conseguir una cosecha de grelo buena pero algo más corta que la de otros años: el tiempo de marzo, con temperaturas algo altas, dejó la planta amarillenta antes de lo habitual, recuerda Fraga.

Hacia finales de septiembre, poco después del final de esta campaña, empezará otra siembra. Esa temporada abarca una mayor extensión de terreno, ya que Fraga tiene, en propiedad y en alquiler, fincas en municipios chairegos y mariñanos que suman unas 30 hectáreas de extensión. Como ocurre con la nabiza de verano, la venta del producto está asegurada.