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Xafardón, Ratiño y Albilla: las uvas minoritarias que más resisten el mildiu

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

cedida

El CISC estudia la incidencia de esta enfermedad en 77 variedades diferentes

22 jun 2021 . Actualizado a las 09:20 h.

Existen multitud de variedades de uva que, con el paso del tiempo, han quedado en el olvido. Frutas que en otro tiempo se utilizaban para elaborar los vinos de entonces y que, con el auge del albariño, godello o mencía, han estado a punto de desaparecer. Los investigadores son, en muchos casos, los únicos que prestan atención a estas variedades, tratando de conservar las semillas y estudiando sus propiedades por si alguna bodega decide buscar algo diferente. Precisamente poner en valor estas uvas ahora olvidadas es el objetivo del trabajo puesto en marcha por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y en el que trabajan 16 grupos de investigación de comunidades autónomas españolas, entre ellos, el de Viticultura, Olivo y Rosa de la Misión Biológica de Galicia. Aquí llevan años estudiando la resistencia al mildiu de 77 variedades de uva de toda España. Y las primeras investigaciones permiten determinar que uvas como la Xafardón, Zamarrica, Ratiño y Albilla do Avia tienen una resistencia media contra esta enfermedad.

El trabajo está coordinado por Gregorio Muñoz, del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) y financiado por el Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica. Su objetivo es el de poner en valor variedades minoritarias de vid por el potencial que tienen para la diversificación vitivinícola y de resiliencia al cambio climático. En la Misión Biológica de Pontevedra se han ocupado de estudiar la sensibilidad al mildiu de 77 variedades de vid diferentes llegadas de toda España, cinco de ellas gallegas. Son el Xafardón, la Zamarrica, el Ratiño. Marco y el Albilla do Avia. El resto proceden de comunidades como Aragón, Castilla y León, Valencia, Castilla-La Mancha, Navarra, La Rioja, Cataluña, Andalucía y Baleares, entre otras.

Vides de toda España

«El objetivo de la investigación es estudiar la sensibilidad de cerca de 77 variedades de vid procedentes de todas las comunidades autónomas a las dos enfermedades fúngicas de mayor incidencia en viticultura, el mildiu y el oidio», explica Carmen Martínez, coordinadora del proyecto en el que también participan José Luis Santiago, Pilar Gago y Susana Boso. Por eso a principios del pasado año llegaron a la Misión Biológica 77 variedades minoritarias de vid recuperadas en los últimos años por los grupos de investigación. «Procedimos a su desinfección y parafinado y las conservamos durante cuatro meses en cámara fría. Se pusieron a brotar en cámara de cultivo y se pasaron a invernadero bajo condiciones controladas de luz, temperatura y humedad», añade Martínez. Posteriormente, fueron inoculadas con el mildiu. «Pasados unos días se observaron y evaluaron los síntomas de la infección, midiendo tanto el porcentaje de discos con esporulación como la densidad y la severidad. Estos ensayos se repitieron tres veces para cada una de las 77 variedades», cuenta la investigadora.

Los resultados concluyeron que «un 45 % de las variedades mostraron sensibilidad intermedia al patógeno, frente a un 21 % que la mostró elevada y a un 17 % aleatoria dependiendo del muestreo», indica Susana Boso, otra de las investigadoras. Entre las variedades con una susceptibilidad alta se encuentran la Rayada Melonera de Andalucía, la Tottozona Tinta de Navarra o la Tinto Jeromo de Castilla-León. Las de susceptibilidad baja fueron Morate de Madrid, Sanguina de Cataluña y Tinta Redonda del País Vasco. Y fue en el grupo de las consideradas como de susceptibilidad intermedia, aquella con una elevada incidencia pero severidad o densidad por debajo del 50 %, donde se ubican las variedades gallegas: Xafardón, Zamarrica, Ratiño, Albilla do Avia. «No son ni las más sensibles, ni las que menos, lo cual está bien porque vivimos en un sitio que es el paraíso del mildiu», añade Martínez. Asegura que, cada vez más, los mercados demandan cosas diferentes, de ahí la importancia de no olvidarse de estas variedades. «Algunas de ellas producen vino de mucha calidad y, al estudiarlas, ayudamos a que las bodegas puedan explotarlas. Eso ayuda a conservarlas», explica. Muestra de ello son el Ratiño y la Albilla, que están siendo utilizadas ya por algunas empresas para elaborar vino.