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Myriam Vázquez: «No sabía cómo demostrarle cuánto la quiero, y le puse su nombre al vino»

Sofía Vázquez
sofía vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

Santi M. Amil

La consejera delegada de Bodegas Gallegas dirige una compañía que factura 30 millones

14 mar 2021 . Actualizado a las 20:18 h.

No es una directiva al uso. Ella no va de nada. Todo lo contrario. Myriam Vázquez Vázquez (Ourense, 8 de agosto de 1970) ocupa el cargo de CEO en Bodegas Gallegas.

-Myriam con y.

-Sí, así para empezar de guay. [risas abiertas]. ¡Para complicarlo!

-¿Eres complicada?

-Se me ve venir. Sí que tengo carácter; y eso, a veces, complica.

-¿Quién fue tu padre?

-Una persona muy brillante, muy avanzada a su tiempo, muy buena gente. Se hizo a sí mismo. Él no dejaba de ser un niño de aldea. Nació en Arnoia, y ya sabes cómo eran antes las casas: eran seis hermanos. A los dos mayores les dieron carrera universitaria y a los dos pequeños, también. Y a mi padre y a mi tía, los medianos, les tocaba cuidar las viñas y a los padres. A los 18 años le dijo a mi abuelo: «Os quiero mucho, pero tengo que hacer algo más». Pidió un préstamo y trabajó muchísimo, e hizo un grupo bestial. Lo hizo con muy poca formación académica, por eso estaba empeñado en que nosotros tuviésemos formación.

-Querías ser bióloga y te convenció para que estudiases derecho. Luego te llamó y...

-Sí, yo le contaba y le contaba y un día me comentó: «Ya te tenemos trasteada; para que te puteen, mejor los de casa [risas]».

-¿Te lo pidió estando ya enfermo?

-Mi padre, aunque muy avanzado para su época, era hijo de su educación. Su preocupación era que la empresa tuviese una continuidad. Él con Manuel, el primogénito, se quedó como tranquilo en ese aspecto. A mí me dejó volar libre. Con el tiempo comprobé lo que es el empoderamiento femenino. El hecho de haber sufrido ese machismo a la hora de empezar a trabajar, resultó ser una ventaja frente a mi hermano. Él es muy brillante. Con 24 años y ofertas importantes de trabajo comenzó en esta compañía. Sin elección. Yo, como era mujer, y la empresa ya tenía garantizada la sucesión, pude volar. También fui bastante espabilada, me busqué la vida. Hubo un momento en el que creo que se dio cuenta de que estaba malito y me dijo: «Ya has demostrado que vales. Vente». Creo que le gustaba cómo me manejaba en la vida, que no era una caguetas. Pensó que Manuel y yo haríamos un buen equipo.

-¿Y lo hacéis?

-¡Sí! Manuel tiene una visión súper financiera, yo soy más comercial. Me gusta formar equipo. Manuel es un buenazo, y yo soy la que muerdo, la que da el golpe en la mesa. Si hay un problema, me dicen: «Myriam vete tú». Mi día a día está muy vinculado a la exportación. Cuando empecé no se exportaba nada. No tenía un cargo. A mí me pusieron una mesa y me dejaron a la buena de dios. Me pasé un montón de tiempo haciendo hojas gigantescas de Excel. Le dije a mi padre que me aburría, que me iba a poner a viajar, y comencé a ir a ferias. Ahora tenemos un equipo muy profesional en exportación.

-Producen 18 millones de botellas. ¿A dónde exportan?

-Estaremos en casi 50 países de África, Asia y Europa. También en Estados Unidos y Sudamérica. Vendemos muchísimo en Corea.

-¿Hectáreas?

-Son 175 hectáreas de viñedos propios entre las tres denominaciones de origen, que están a plena producción y que se reparten entre Ribeira Sacra, en los concellos de Quiroga, A Peroxa y Amandi; y Rías Baixas, localizados en Ponteareas. En Ribeiro no tenemos viñedos propios, nos abastecen pequeños productores. Desde hace dos años, en Rías Baixas se han plantado en el Concello de Vedra 34 hectáreas en dos fases que alcanzarán su máximo nivel productivo en cinco años desde su plantación. Un punto importante es la colaboración de pequeños viticultores. En la actualidad, Bodegas Gallegas recoge uva procedente de 580 viticultores.

-Eso de juntar fincas en Galicia...

-Difícil. Hablamos de reincentivar el rural, pero si no haces plantación, la viña se abandona. En Ribeira Sacra el viticultor más joven que tenemos ronda los 67 años. El minifundio es una complicación. Entre nuestros objetivos está el de estabilizar la producción propia. Profesionalizar más y fidelizar más al viticultor.

-Vuestra filosofía de empresa es: sentidiño ¿A qué viene?

-Por experiencia familiar. ¡Es una frase tan de mi padre! Por su espíritu emprendedor, hizo muchas cosas que a lo mejor después salieron mal. Sentidiño es como decir haz las cosas cuando estés convencido de ellas y hazlas con cabeza. Todo emprendedor tiene que tener un punto de locura, porque, si no, no se arriesgaría, pero haz las cosas con sentidiño, convencida de que este es el paso que tienes que dar.

-¿Qué opina de las personas que se sirven buen vino con gaseosa?

-Fantástico. Nos hemos puesto tan estupendos en el sector que nos hemos despegado de la realidad. Cada uno consume el vino como más le gusta. Yo entiendo al que quiera ir de sumiller, pero el vino es un producto de consumo en el día a día. Si lo quieres tomar con gaseosa, disfrútalo. ¿A ti te dicen algo si la cerveza te la tomas con refresco de limón o gaseosa? No. Ponernos tan estupendos solo nos ha traído problemas.

-¿Cuál fue el papel de tu madre en el desarrollo de la empresa?

-Un pilar fundamental. Mi padre consensuaba con ella, aunque después tiraba por la calle de en medio. Ser mujer de un empresario es muy complicado y ha habido momentos muy difíciles que ella los ha padecido y aún los recuerda.

-¿Por ejemplo?

-Las empresas son seres vivos y han tenido momentos en los que han estado malitas. Mi padre, con cincuenta y tantos, casi tuvo que volver a empezar desde cero. Fue en los años ochenta y noventa, cuando tenía Leche Celta, autobuses, congelados, bodegas en Jumilla; bodegas aquí, bodegas allá... Era un circo de tres pistas que no se pudo controlar, y casi echó abajo toda la empresa. Y al final mi padre reflexionó y se dedicó a lo que sabía hacer.

-Tu madre, tu hermano, tu cuñada están involucrados en el negocio. ¿Y tu marido?

-No, mi marido es policía. Le dije vamos a tener siempre tu sueldo fijo de policía, y no te metas en este fregado. [Se ríe]

-¿Es difícil ser marido de una empresaria?

-También. Pero él es una persona de este siglo, que no se ve ensombrecido porque su mujer sea una persona importante. Está orgulloso. Es un buen compañero.

-Le pusiste el nombre de tu niña a un vino. Matilda Nieves, apellido de su marido.

-Sí, ya no sabía cómo demostrarle lo que la quiero. Tiene un nombre redondo ¡Sonoro!

-¿Continuará en la empresa?

-Quiero que sea libre. Me gustaría. Pero, que lo elija en libertad.

Quiénes son

  • Grupo bodeguero. Están en Ribeira Sacra, Rías Baixas y Ribeiro. Tienen albariño, mencía, godello y treixadura. Vino de mesa sin identificación geográfica, y Agua de Sousas.
  • Facturación: 30 millones
  • Empleados: 120
  • Domicilio social: Santa Cruz de Arrabaldo (Ourense)