Aunque el país vecino está afectado, al igual que Galicia, por el vector de la bacteria que está acabando con los naranjos en Estados Unidos, una norma permite la comercialización de árboles sanos protegidos con plástico. En España, tanto esa práctica como el paso de árboles por zonas afectadas, están vetadas. Viveristas gallegos esperan que Agricultura apruebe pronto una norma como la portuguesa. Ellos no pueden comercializar cítricos desde hace cuatro años en prácticamente toda la costa oeste de la comunidad.

M.Cedrón

La feria de Vilanova da Cerveira, a menos de veinte kilómetros de la raia, no defrauda. El que algo busca, algo encuentra. Y no solo de portugueses viven sus puestos, también del aluvión de gallegos que cruzan la frontera en busca de prendas de ropa, cestos o árboles frutales. Lo que no saben muchos es que adquirir ahí un limonero, un naranjo o un árbol de pomelos para plantar en un huerto al norte del Miño puede acabar con una desagradable sorpresa. Nada más y nada menos que una multa de hasta 3.000 euros, como explican desde la Asociación de Viveristas del Noroeste (Asvinor). 

La culpa es de un pequeño insecto, trioza erytreae. El bicho es uno de los vectores de la bacteria que causa el huanglongbing (HLB) o greening de los cítricos, una plaga que está devastando al sector en Estados Unidos. Aunque la bacteria no ha llegado a la Península, la presencia del vector trioza erytreae en España, en concreto en varias partes de Galicia, ha puesto en guardia al Ministerio de Agricultura. En enero del 2016 puso en marcha mediante real decreto el Programa Nacional de Control y Erradicación de la Trioza Erytreae. Fue prácticamente un año después de que Galicia declarara la presencia de la plaga de ese insecto al tiempo que marcaba una serie de medidas urgentes para su erradicción. Entre otras actuaciones, está la prohibición de comercializar o trasladar por zonas afectadas árboles de cítricos. Tampoco podrán hacerlo frutos con hojas cuando estos proceden de zonas afectadas. Medio Rural fue publicando decretos posteriores donde delimitaba las áreas afectadas. El último fue en junio del 2017.

Ahora, según ese documento, son 133 los concellos con territorios afectados. De ahí que aquellos que compren un cítrico en Portugal para traer a Galicia han de tener cuidado porque no podrían pasar, por ejemplo, por concellos como Baiona. O Porriño, Redondela o el propio Vigo, por ser zonas afectadas. La única provincia que no está tocada, de momento, es Lugo. El resto tienen algún ayuntamiento tocado por la cuarentena. En caso de que los parasen, como apuntan desde Asvinor, podrían multarles.  

En este sentido, fuentes del departamento de Sanidade Vexetal de la Consellería de Medio Rural explican que «en España non se permite comercializar estas árbores en zonas afectadas por trioza. A cousa é diferente en Portugal porque alí teñen unha normativa que, aínda tendo trioza, permiten a venda de cítricos envoltos en plásticos no momento da comercialización». 

Una norma parecida es la que llevan tiempo pidiendo los viveros acogidos a Asvinor desde hace tiempo. Fuentes de ese colectivo apuntan que el borrador que lo permitiría está elaborado, pero aún está pendiente de aprobación. Lo que demandan es que les permitan comercializar árboles sanos con medidas de protección que impidan la contaminación en el transporte entre viveros. 

Pero toda protección es poca porque como explican fuentes de la Estación Fitopatolóxica de Areeiro, aunque la llegada del greening a Galicia no causaría el efecto económico que tendría en grandes zonas productoras como Valencia, tendría un gran impacto por la alta presencia de naranjos o limoneros que hay por todas las huertas del sur de la comunidad.

Por eso no hay que bajar la guardia. Basta ver los desastres que está provoncado en Estados Unidos. Al otro lado del Atlántico, en estados como Florida, han llegado al punto como publicó hace unos meses The New York Times de que, a pesar de las advertencias de las autoridades sanitarias por los riesgos que podría suponer para la salud humana por la aparición de resistencias, han permitido el uso de antibióticos para curar enfermedades humanas como la oxytetracyclina como método desesperado para tratar de frenar a una bacteria llegada a Florida de China en el 2005 y que no han logrado vencer todavía.