Promueven entre los agricultores de toda Galicia el cultivo de este cereal, cuya producción no llega para abastecer la demanda de las panaderías

maria cedrón

La suya es una familia ligada al campo, pero como la mayor parte de los jóvenes de su generación, Alicia Benade estudió una carrera, Económicas. Al acabar, esta joven de la parroquia de Pexegueiro, en el concello de Tui, vivió en Alemania y Lisboa. Pero un día, junto a sus hermanos, pensó en poner en valor las tierras de su familia. «La idea _cuenta_ era recuperar unas fincas que llevaban abandonadas unos treinta años». Pensaron en plantar arándano o meterse en el mundo de los cultivos hidropónicos, pero un día leyendo un artículo en el periódico Alicia descubrió la existencia de una especie de trigo autóctono, callobre, que tenía potencial.

«Al comienzo del proyecto nos basamos en principios de agricultura sostenible: queremos ofrecer algo rico y sano. Comenzamos a investigar y vimos que el trigo autóctono tenía mucha demanda entre los panaderos de la zona», recuerda.

Y no solo entre ellos. Porque, como explica la catedrática del área de Tecnología de los Alimentos y directora de la Cátedra do Pan de la Universidade de Santiago, María Ángeles Romero Rodríguez, «no hay producción suficiente, e irá a más». Sobre todo cuando la UE autorice la indicación geográfica protegida (IGP) Pan Galego _actualmente solo el Pan de Cea tiene indicación geográfica protegida reconocida y justo este fin de semana celebra su fiesta anual_, porque el pliego de condiciones aprobado por la Consellería do Medio Rural marca que, aunque «la proporción de la harina de trigo autóctono en la mezcla es variable según cada panadería, se exige un mínimo del 25 % para garantizar la conservación de las cualidades organolépticas características de esta variedad».

El Pan Galego deberá de llevar al menos un 25 % de trigo autóctono Aunque algunos panaderos se muestran escépticos con la aprobación de la IGP, otros piensan que está podría salir publicada en el Boletín Oficial de la UE dentro de unos tres meses. Pero salga o no, de momento hay que estar preparados. La cantidad de trigo gallego que se cultiva en estos momentos _las dos especies homologadas son callobre y caveeiro_ no alcanza para satisfacer la demanda. Y calculan, como explica Marcial Grela, presidente de la Asociación de Panadeiros Artesáns, que cuando se apruebe la IGP requerirán más. De ahí que desde la Cátedra do Pan y desde colectivos de agricultores como Triada promuevan el cultivo de esas variedades autóctonas.

Rotación de cultivos

«El hecho de recuperar el cultivo de especies de trigo autóctono implica también la puesta en valor de tierras que estaban en desuso, pero también es un modo de dar un beneficio al agricultor, con lo que implica todo ello, que es el desarrollo del medio rural», apunta la catedrática. Además, el trigo gallego abre la puerta a otras plantaciones con gran potencial en Galicia, porque, como explica, «hay quien ya está usando la técnica tradicional de rotación de cultivos, un método que evita el uso de productos químicos porque el suelo va enriqueciéndose de modo natural».

Los hermanos Benade recuperaron tierras de su familia que no habían cultivado desde hace tres décadas
Los hermanos Benade recuperaron tierras de su familia que no habían cultivado desde hace tres décadas -

Recuperar una tierra que llevaba abandonada tres décadas es lo que han hecho Alicia y sus hermanos. No hubo marcha atrás. Analizados pros y contras, comenzaron a preparar los terrenos. Ahora, nunca mejor dicho, están totalmente metidos en harina.

El proyecto de la familia Benade abre una alternativa a propietarios de terreno en parroquias colindantes «El año pasado produjimos una pequeña cosecha experimental y sacamos 300 paquetes de harina cien por cien callobre que tuvo muy buena acogida. Este mes tenemos pensado cosechar unas dos hectáreas, que es muy poco, pero de momento esta aventura que bautizamos como Trigo y Limpio es solo un proyecto. Pensamos comenzar a vender la harina en septiembre», cuenta con ánimo, mucho ánimo, Alicia. Ella y sus hermanos van poco a poco. Dicen que el futuro está en lo ecológico, que han estado en una aceleradora de economía social y tienen mucho que mejorar, pero cuentan con la asesoría de la Cátedra do Pan. La idea es sumar tierras poco a poco. El proyecto de la familia Benade, que es sostenible y de kilómetro cero, abre una alternativa para propietarios de tierras en las parroquias vecinas, porque, como explica Alicia, tienen un camino para sacar rendimiento, al tiempo que sus tierras están limpias.

Cerca de un centenar de agricultores han apostado por las variedades caaveiro y callobre 

Las amapolas salpican de rojo un campo lleno de espigas que han aguantado el peso de la lluvia. Dicen los agricultores que son malas hierbas que han brotado entre los surcos. Podría estar en la comarca de A Limia, el apodado como granero de Galicia, pero ese basto campo está en la otra punta de Galicia, en el oeste de la provincia de A Coruña.

Porque después de haber estado prácticamente al borde de la extinción debido al abandono del campo derivado del éxodo rural, especies de trigo autóctono como el caaveiro o el callobre vuelven a brotar por toda la comunidad por su alto valor nutricional. Como explica Servando Álvarez Pousa, del Instituto Ourensán de Desenvolvemento Económico (Inorde), «antes na zona de Xinzo había un trigo que lle chamaban tremesino (o que se cultiva na primavera), pero hai un par de anos no Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo recuperaron as dúas variedades, callobre e caaveiro».

Ahora son en torno a unos noventa agricultores de toda la comunidad los que ya han vuelto a plantar esas variedades con la idea de abastecer la demanda creciente de esta harina por parte de los panaderos de toda Galicia. Lo plantan en las cuatro provincias, en lugares tan dispares como Mesón do Vento, A Laracha, Teixeiro, Noia, Agolada, Silleda, Carral, Monforte, Xinzo, Tui...

Detrás hay un trabajo conjunto del Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo, la Cátedra do Pan, la asociación Triada...