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La ortiga gallega cruza la frontera y conquista al mundo de la restauración

AGRICULTURA

ALBERTO LÓPEZ

Una empresa de Vilalba acondiciona un terreno para el cultivo ecológico de esta planta salvaje y su posterior comercialización para consumo humano

21 jun 2019 . Actualizado a las 10:38 h.

¿Puede uno llevarse sorpresas con las ortigas? Sí. El que lo dude puede preguntar a Luz Divina Castelo. Gran conocedora de las plantas y los frutos silvestres, esta gallega ha apostado desde la empresa Champivil por su comercialización por medio de la marca Castelo. Y tiene demanda. Sobre todo en restaurantes de fuera de Galicia. Ahora ha dado un paso más en su aventura. A partir de la cosecha que viene sus ortigas llevarán el sello de ecológicas. Sobre su sabor quiere acabar con los perjuicios porque no es ni áspero, ni fuerte. Pero hay que probarlas.

Aunque en Galicia aún pueda resultar extraño comercializar esta planta para consumo humano, no tiene nada de raro. Castelo recuerda que hay lugares de Europa en los que su consumo es tan habitual como puede ser en Galicia el de los grelos. Además, la materia prima abunda. Pero para satisfacer la demanda, esta empresaria de Vilalba acondicionó unas fincas en la parroquia de Mourence, cercana al casco urbano de la localidad lucense, para poder disponer de una producción controlada a su medida. Es una parcela situada entre árboles y abedules que ofrece, como afirma Castelo, condiciones de humedad y de sombra apropiadas para el crecimiento de estas plantas.

Además, las fincas destinadas a este cultivo ya han logrado la autorización para producir de modo ecológico. Aunque el terreno cuenta con los certificados necesarios, la última cosecha que salió de Mourence aún no cuenta con ese sello. Pero la próxima no solo tendrá esa etiqueta, sino que incluso será más abundante. Detrás de todo esto hay un gran esfuerzo de acondicionamiento de los terrenos seleccionados, como explica Luz Divina Castelo.

El terreno era un espacio abandonado que, primero, se desbrozó y luego se echó cal. «Máis natural non pode ser, penso eu», sostiene.

 El crecimiento de la planta se nota a las pocas semanas. Con el ciclo previsto, la cosecha se obtendrá en primavera. La producción se envasa con vistas, sobre todo, al consumo en negocios de restauración. La demanda se concentra fundamentalmente fuera de Galicia. Por eso, lo que hacen es envasar las ortigas en latas, pero ahora con una capacidad mayor a la que tenían los primeros botes con los que  empezaron esta aventura. 

La decisión de orientar la producción a la línea ecológica está también relacionada con el sector de mercado que la demanda y la consume. Castelo cree que como las ortigas, en puntos de venta considerados convencionales, tienen un precio algo alto, merece la pena presentarlas con el sello ecológico. «É un produto silvestre que dalgunha maneira estaba pedindo un certificado», dice Castelo.

Ahora hay que aprender a usarlas en los fogones. Pueden emplearse tanto en cremas y sopas como en arroces y revueltos.