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Avelino Canga: «No quiero tener que cerrar. Me duele en el alma»

Carmen Liedo REDACCIÓN

AGRICULTURA

Avelino Canga, Avignán Langreo
Avelino Canga, Avignán Langreo

Después de 33 años como autónomo se retira con la pensión activa para poder seguir con el negocio

03 jun 2019 . Actualizado a las 22:21 h.

En Langreo todo el mundo conoce a Avelino Canga. Lleva toda su vida en Avigán, un negocio de piensos, abonos, material agrícola, ornamentos, plantas naturales, mascotas, etc… que puso en marcha su padre en 1962. Empezó a ayudar en él cuando era un chaval y, llegado el momento, le dio el relevo a su progenitor y se puso al frente del negocio. Después de 33 años como autónomo se retiraba hace unos meses con la pensión activa, una fórmula que le permite seguir en la tienda con la condición de que tenga una persona empleada. Eso le ha liberado algo y se permite el lujo de coger algunos días de vacaciones, un disfrute que nunca ejerció hasta que no cumplió los 55 años. Lo reconoce: el negocio es parte de él, parte de su vida y no quiere ni pensar en cerrarlo por falta de relevo. «No quiero tener que cerrar. Me duele en el alma», asegura Velino, como le conocen sus clientes.

Comenta que a él le gustó desarrollar su vida laboral como autónomo porque, aunque es cierto que como en todo negocio hay altibajos, señala que «organizas tu trabajo como quieres, sin rendir cuentas a un jefe». En contrapartida, admite que «el comercio es muy atado» y que requiere mucha dedicación, muchas horas en la tienda. Pero lo deja claro: «a mí el negocio siempre me dio de comer».

En estos tiempos en los que en internet está todo, también se ha complicado este tipo de negocios por la competencia de precios que hay en la red. «A nosotros no nos dan los mismos precios los distribuidores», explica, lo que le ha obligado a negociar más con ellos y a ponerse al día en nuevas tecnologías «para estar actualizado» y saber cómo reaccionar ante esa voraz competencia que, añade, también le suponen los centros comerciales.

Por el momento se plantea seguir con la pensión activa otros dos años, el tiempo que tardará su mujer en jubilarse también. Aunque su hija es veterinaria y conoce el negocio, indica que está haciendo oposiciones, con lo que por ese lado no cree que vaya a tener relevo. La alternativa que baraja, por tanto, es un traspaso a alguien que quiera darle continuidad: «Sólo pido que me pague la mercancía que tengo y algo de renta por el local».

A la empleada que tiene le está dando formación por si se animara a hacerse cargo en el transcurso de estos dos años. La anima a hacer cursos que la puedan ayudar, cursos que él paga. «Está haciendo uno de tienda on-line y después igual otro de bienestar animal», formación con la que considera que puede hacer más competitivo el negocio cuando él se retire definitivamente. Si es que consigue dejarlo.