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La fruta del deseo que solo brota un mes al año

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

AGRICULTURA

Oscar Vázquez

Dos emprendedores amplían el mercado del mirabel de O Rosal con producción en fresco y elaborados

10 may 2019 . Actualizado a las 09:38 h.

Usando el nombre del fruto y del lugar donde se produce, Mirabel do Rosal, dos emprendedores del sur de Galicia tienen en marcha un proyecto empresarial que apunta alto teniendo como base un tesoro de la naturaleza que crece en el valle a orillas del Miño.

El morracense Salvador Martínez Valladares recuerda que en el 2003 fueron 33 vecinos de O Rosal, entre los que se contaba, los iniciadores del intento de poner en valor una fruta local «que está en Galicia por casualidad y que por sus características climáticas aquí se siguió cultivando». Pero no eran profesionales en el sector productor ni comercializador y aun así llegaron juntos hasta el 2013. La crisis económica le dio el último vapuleo al grupo. «Fue una pena, pero la necesidad apretó y no fue posible», lamenta. Cayeron todos menos él y su compañero el rosaleiro José Manuel Domínguez, que desde entonces gestionan la explotación que consta de 3.500 árboles en un terreno que ocupa entre 7 y 8 hectáreas.

«Los dos quisimos darle ya una finalidad comercial, ya que al principio era algo romántico, pero poco práctico. Los árboles ya estaban produciendo. En el 2009 sus mirabeles empezaron a aparecer en los supermercados «pero se vendía muy poquito porque casi no se conocía», reconoce. Ahora, como asegura, el incremento en ventas es muy importante. «Pero mantener la explotación es complicado. Hay que llegar al consumidor de manera muy eficiente», indica.

Salvador, ingeniero técnico agrícola nacido en Bueu, dice que queda mucho por conquistar porque es un producto difícil, «no como las peras, manzanas o kiwis, que aguantan 6 o 7 meses. El mirabel es una fruta que lo que tiene de rica y bonita también lo tiene de delicada», asegura. Solo aguanta en fresco tres o cuatro semanas y en ese mes -de mediados de julio a mediados de agosto- tienen que recogerla, intentar vender lo máximo y más rápido posible. «Eso requiere una gran infraestructura y para mantenerla hay que vender un volumen importante para que no se disparen los costes y obtener un margen de beneficio que compense todo el estrés que genera», argumenta.

A día de hoy la empresa, que desde que empezó apostó por la agricultura ecológica, sigue procesos manuales siguiendo estándares de máxima calidad y está en una fase de crecimiento destinada a mejorar el proceso productivo para poner en el mercado esta fruta deseada por escasa, a precios competitivos. «Hay ilusión porque notamos que el mercado demanda frutas nuevas y el mirabel tiene su hueco»». Mirabel do Rosal-Froitas do Rosal ya vende a grandes cadenas de distribución en fresco y también llegan con los elaborados que tienen como base esta fruta.

El volumen de producción en este momento está dimensionado a la capacidad de la empresa, en torno a 25 a 30 toneladas. Aunque el mirabel que se vende fresco no madura en cámaras, sino en el árbol, Salvador reconoce que en este momento, por ejemplo, no hay cámaras de frío suficientes en la zona para guardar cosechas mayores. «Queremos subir sobre un 20 % más para seguir plantando e invirtiendo», afirma, explicando que lo más costoso es la recolección y la parte agraria es la más fácil ya que es un frutal muy agradecido que pide poco. Domínguez se ocupa del trabajo a pie de campo y Martínez, de la sección de ventas, que en un futuro tendrá su tienda online.

La otra línea de negocio se centra en aprovechar el mirabel que no se vende fresco para elaboraciones bio con la infraestructura de empresas ya existentes pero con su materia prima y bajo su marca gourmet Alén do Val. Empezaron con almíbar y mermelada y ahora hacen también cerveza artesana, dulce de mirabel parecido al membrillo y mirabel deshidratado sin hueso, para aperitivos o ensaladas. El experto está además especialmente orgulloso de la recuperación de un territorio y un paisaje que se encargan de mantener vivo.

De Alemania a Pontevedra.

Su origen está en la Selva Negra alemana y es una gran industria en la región gala de Lorraine. Salvador Martínez cuenta que está documentado que en 1935 llegaron los primeros mirabeles a O Rosal con José Sánchez García, soriano enamorado de O Rosal y de una rosaleira, (la familia creó la empresa de conservas vegetales A Rosaleira). José, maestro en Fornelos, tenía muchos amigos por Europa. Uno le trajo dos árboles que plantó y se adaptaron como un guante, «pero no se sabe por qué, nadie lo puso en valor».