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El minifundio impide al sector vitivinícola gallego lograr un nivel mayor de crecimiento

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi RIBADAVIA / LA VOZ

AGRICULTURA

MARCOS CREO

Galicia representa el 3,5 % de la superficie de viñedo de España, pero tiene el 40 % de las parcelas del Estado, hasta sumar 200.000

25 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La curva que mide el nivel de salud del sector vitivinícola de Galicia dibuja una silueta ascendente, que progresa poco a poco: es una actividad en crecimiento, con indicadores que mejoran, pero al igual que sucede en otros sectores vinculados al medio rural gallego, se llega a una conclusión clara: se trata de una actividad que podría dar mucho más de sí. Y de nuevo, como en el forestal, aparece el mismo problema: la estructura dispersa y minifundista de la propiedad, un elemento que frena el crecimiento al condicionar la viabilidad del negocio.

Esta es una de las principales conclusiones de la jornada que sobre medio rural celebra cada año el Foro Económico de Galicia (FEG) en Casal de Armán (San Andrés, Ribadavia). La responsable de Zona Franca, Teresa Pedrosa, hizo una radiografía de las grandes cifras del sector: 150 empresas, con una media de siete empleados, todas ellas pymes, con una facturación de 220 millones de euros.

Unas ventas que han crecido un 60 % desde el año 2007, que marca el inicio de la crisis. Es decir, un dibujo que muestra un sector en ascenso, que ayuda a crear riqueza en el rural y a fijar población, y cuyo crecimiento obedece, en gran medida, a la agrupación en cooperativas, la innovación y la internacionalización. Sin embargo, junto a esta realidad, que da cuenta de un potencial de crecimiento, de una perspectiva futura alentadora, convive otra más amenazante. Galicia representa el 3,5 % de la superficie cultivada de viñedo en España, pero en cambio en esta comunidad existen 200.000 parcelas, es decir, el 40 % del total de las que hay en todo el Estado, según los datos expuestos en la jornada por Patricio Sánchez, profesor de la Universidade de Vigo. «Las explotaciones más grandes, es decir, aquellas que disponen de más de cinco hectáreas de viñedo son solo el 0,5 % del total español», explicó. A estas cuestiones también se refirió el presidente de Viña Costeira, la cooperativa vitivinícola de O Ribeiro, que cuenta con 600 socios y 200 proveedores, y que produce cuatro millones de botellas al año. «Tenemos un problema de tamaño, con productores con 6.000 metros repartidos en once parcelas, y esto que puede parecer muy maravilloso, y hasta romántico, es un problema gordo para el futuro», sostuvo.

El cultivo de uva está en manos de gente mayor, por encima de los 75 años, y no hay relevo generacional. Según los expertos reunidos por el FEG, se hacen necesarias más facilidades para comprar y agrupar la tierra, de forma que resulte rentable trabajarla.

Junto al responsable de Viña Costeira, en la jornada también participaron Iago Becerra, de Terras Gauda, y Fernando González, de Adega Algueira, enclavada en el corazón de la Ribeira Sacra.

Los retos: un mayor tamaño y profesionalización del sector

Más allá del comportamiento diferencial de las distintas denominaciones de origen (Rías Baixas representa la mitad de la tarta repartida entre cinco), la reunión del FEG sirvió para poner encima de la mesa algunos de los grandes desafíos a los que se enfrenta el sector. Tal y como se expuso en la jornada, el primero es el tamaño de las explotaciones y las bodegas; el segundo, la necesidad de profesionalización de viticultores y bodegueros (muchos productores están a tiempo parcial, como un ingreso complementario); y el tercero, la apuesta por la calidad y la singularidad, algo que distinga a Galicia de lo que se hace en otras comunidades, como, por ejemplo, Castilla La Mancha, gran productora de vino a bajo precio para multinacionales como Martini.

El encargado de desgranar los retos fue el propio José González, propietario de Casal de Armán, inspector de Hacienda en excedencia y que ahora es el diputado del PP que se ocupa de los asuntos de Medio Rural. Ayer apostó por crear la marca Galicia, sin que eso suponga el fin del modelo de las denominaciones. «Hay que mejorar la retribución de la cadena de valor, y es absolutamente necesario integrar a las bodegas y a los viticultores para vender con más precio y con más calidad», sostuvo durante la jornada.