Patrocinado porPatrocinado por

El chiringuito del conde Lecquio en Nigrán

AGRICULTURA

Minucha no hace distinciones entre su clientela

24 ago 2014 . Actualizado a las 14:41 h.

Minucha, la propietaria del veraniego local, no hace distinciones entre la clientela de su chiringuito. «El conde Lecquio es uno más. Se sienta, pide su cerveza y está ahí tranquilo», me comenta. El establecimiento, con sombrillas rojas de Coca Cola y azules de Nestlé, lleva 30 años funcionando sobre la playa de Prado, al lado de Patos, en el ayuntamiento de Nigrán, y a unos metros de la discreta casa con bajada directa al arenal que alquilan desde siempre los suegros de Alessandro, los padres de María Palacios. A ella le gusta dar largos paseos por la orilla del mar, pero Alessandro prefiere el chiringo de Minucha, que cuenta con un pequeño baño-galpón mixto en el que el ex de Ana Obregón y Antonia Dell´Ate casi tiene que agacharse para poder entrar. El lujo aquí es la tranquilidad y la posibilidad de bajar, darse un baño, y seguir disfrutando de la caña. «No tenemos tarjetas, esto funciona por el boca a boca», confiesa la dueña. Calamares a la romana ricos, xoubas a la plancha fabulosas y unas albóndigas deliciosas, además de una tortilla riquísima, completan un menú no demasiado glamuroso pero que supone un oasis para un hombre acostumbrado a los flashes y a las cenas de postín.

Crisis veraniega

Un amigo lo comenta. «Al final la vida privada de los famosos es como la de todos». Lo dice porque la última vez que coincidió con el conde, su mujer y el padre de esta en el chiringuito de Minucha, hubo una pequeña crisis veraniega. De esas que sufren todos los matrimonios en vacaciones (por eso septiembre es el mes de más divorcios). María se quejó de que su marido no hubiese reservado mesa y Lecquio se marchó para no discutir. Ella pidió una caña y empezó a despotricar. «Es que no hace nada, en casa no ordena, el jardín no lo cuida, y hasta la colchoneta del gimnasio la tengo que limpiar yo...». ¿Les suena? Pues eso, como una pareja más. Lo cierto es que las vacaciones del conde por la zona de Nigrán y del Val Miñor es una de las comidillas del verano. «Ayer lo vi en el Froiz», me comenta una señora.

Productos de la huerta

Llegados a este punto del verano me apetece regresar al menú de pechuga a la plancha y brécol. Ojalá que los de la Casa de la Aldea continúen con sus naturales envíos. Hace unos meses les conté que un sábado por la mañana a principios de la primavera me acerqué a conocer esta iniciativa radicada a las afuera de A Coruña cuyo objetivo es comercializar productos de la huerta y preparaciones caseras. Con la ayuda de unos experimentados hombres del campo plantamos unas lechugas, tomates y no sé cuantas variedades más. Pensé que el asunto acababa ahí, pero semanas después recibí una caja que contenía el primer resultado de aquella jornada de trabajo agrícola, un par de lechugas. Unos días después llegó el segundo envío, con más productos de la huerta. Una buena y original acción de márketing. Por eso espero que ahora que se hace necesario bajar los kilos acumulados en el verano quede algo de la producción. El año que viene habrá que volver a recuperar peso al chiringuito del conde Lecquio.

Un cocinero mediático para acabar el verano

Con diez días de antelación compré las invitaciones ( a 35 euros) para asistir a la cena-cóctel que el jueves se celebró en el Pazo da Touza, a pocos kilómetros de la casa de Lecquio. «Tuvimos que poner un tope y paramos en 350 personas, pero aun sigue llamando gente y les tenemos que decir que no hay entradas», me comenta Nuria Cervera, una de las responsables de la fantástica instalación. Entre los muchos reclamos se encontraba Javier Estévez, un mediático cocinero que saltó a la fama por sus participación en el programa Top Chef. «Me abrió muchas puertas, pero llevo 12 años dedicándome a la cocina», me comenta recién llegado a Galicia, una tierra que conoce muy bien. «No soy de familia gallega pero gracias a la ayuda de mis padres pude estudiar en la Escuela Superior de Hostelería de Santiago, a la que vine por su buena fama. Estuve trabajando con Pepe Vieira y tengo muchos amigos cocineros aquí como Yayo Daporta o Bea Sotelo, entre otros muchos», destaca. El cóctel lo preparó Javier con el equipo de propio pazo, que este verano se ha convertido en uno de los lugares de referencia para bodas y eventos en el sur de Galicia. Gazpacho de fresa con cigala templada, ceviche de vieira, fruta de la pasión y cebolla morada, tosta de sardina ahumada, burrata y tomate, empanada de costilla ibérica, guacamole en mortero con ahumados, espuma de San Simón con tomates cherry, cecina con almendras tostadas, croqueta invertida de jamón, molleja de ternera adobada con ali oli de aceitunas, mini tortilla de chorizo y patata, arroz de rabo con manzana y avellanas, bonito de Burela en escabeche con patatas chip, steak tartar con parmesano gallego, pastel imperial de chocolate con crema de vainilla y cítricos con arbequina completaron el cuidado y completo menú. «Estoy muy contento de haber incorporado las mollejas porque soy muy fan de la casquería», me dice Javier. Lo dicho, hay que volver a la lechuga.