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Michoacán: la vida en las manos del narco

letizia pineda / Afp

AGRICULTURA

Autodefensas controlan poblaciones de Michoacán.
Autodefensas controlan poblaciones de Michoacán. h. guerrero < / span>Afp< / span>

Sus habitantes viven atrapados entre los Templarios y las autodefensas

19 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Efraín es un músico de mariachi que dejó su violín y cogió un rifle para combatir al cartel que le asesinó a dos sobrinos. Uno de los muchos dramas que hicieron explotar a Michoacán. «Decidí unirme a las autodefensas porque levantaron [secuestraron] a dos sobrinos míos, dos chavos de 19 y 20 años. Pagamos el dinero que pedían y nos los mataron», dice el músico, de 58 años, que ya antes iba forzado a los ranchos de narcotraficantes a amenizar sus inacabables fiestas.

El ahora miliciano montaba guardia en un rancho de Tierra Caliente, epicentro de la violencia, mientras se reunían los jefes de los grupos de vecinos que se armaron y sublevaron el año pasado contra el terror de Los Caballeros Templarios. Hastiados de secuestros, abusos a mujeres y extorsiones que hundieron esta región agrícola, la lucha de las autodefensas es apoyada en muchas comunidades agrícolas de Tierra Caliente. Aun así, su flota de camionetas y los AK-47 también levantan sospechas de que podrían estar financiadas por otro cartel que quiere hacerse con los territorios de los Templarios.

Los habitantes de Tierra Caliente viven desde hace meses en atrapados en los enfrentamientos entre Templarios y autodefensas, que tomaron el control de una veintena de municipios para expulsar a los narcotraficantes. Desde esta semana, también con el despliegue de policías y militares ordenado por el presidente, Enrique Peña Nieto.

Pueblos «de rodillas»

La primera acción del Gobierno fue arrebatar sus armas y relevar a las policías municipales de Tierra Caliente, que durante años fueron denunciadas por estar al servicio de los Templarios.

Apatzingán está casi paralizada desde que incendiaron la alcaldía y varios negocios el viernes. La ciudad «está de rodillas», dice el empleado de un restaurante que responsabiliza a los Templarios del cierre general de negocios y de los ataques. Pese al despliegue de unos 2.000 policías, en Apatzingán continúa la violencia.