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Yo me lo sacho, yo me lo como

nacho mirás SANTIAGO / LA VOZ

AGRICULTURA

NACHO MIRÁS

Detectan datos falseados en 14 solicitudes para las parcelas de Fontiñas

24 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

A Jaime Cortizo le cambia la cara cuando llega a Belvís. «Isto é unha bendición -dice mientras mete los dedos en la tierra- despois paro a tomarlle unha cervexa e chego novo á casa». Jubilado de 71 años, Cortizo fue uno de los adjudicatarios de la primera fase de huertas urbanas que el Concello de Santiago puso en marcha hace cuatro años. Hoy se lleva a casa una bolsa llena a rebosar de pimientos cultivados con sus manos. «Teño de Padrón, italianos, de piquillo... din que non hai que mesturar uns con outros, pero a min dánseme ben igual», explica.

Sea por la crisis, sea por la moda, sea por los beneficios espirituales que experimenta Jaime, hay otros 122 compostelanos que, como él, aspiran a conseguir una de las 39 huertas que el Concello ha plantado en Fontiñas, y que serán sorteadas en unos días. Pero ya han aparecido los primeros tramposos: el departamento que dirige María Castelao ha detectado hasta catorce solicitudes cubiertas con un mismo domicilio: todas han sido invalidadas. De esta manera, las 39 parcelas tienen 108 pretendientes, de los cuales doce son mayores de 67 años (ocho son vecinos de la zona y cuatro no). Pero los verdaderos fans se encuentran entre los menores de esa edad, que han cursado 96 solicitudes (46 de la zona, 50 de fuera).

El mismo espíritu de Belvís

Fontiñas será diferente a Belvís, pero el espíritu de la propuesta es el mismo: recuperar una actividad que siempre fue propia de la zona; fomentar el ejercicio físico y los hábitos saludables, los cultivos ecológicos y tradicionales; y, sobre todo, ganar nuevos espacios de convivencia y puntos de encuentro que sirvan para la transmisión intergeneracional de conocimientos y habilidades.

Con personas como Jaime Cortizo, desde luego, consiguieron todos los objetivos. Porque, a nada que se le pregunte, se muestra dispuesto a transmitir lo que sabe. Eso sí, desde la modestia: «Eu nunca me dediquei a isto como profesión -aclara- pero fun aprendendo dos vellos». Y aún no ha acabado de explicarse cuando empieza a hacer una demostración de cómo sachar con fundamento: «Hai que darlle a volta ao terrón, porque esa herba que nace, se a metes para abaixo, tamén fertiliza».

Repollo, acelgas, zanahorias, grelos, nabizas... cada uno siembra en su huerto lo que mejor le parece. De 31 parcelas de cultivo que existen en los terrenos de Belvís, la suya es una de las más cuidadas, aunque no necesariamente la más productiva: «Aí detrás tes a de Vicente, que o ano pasado deu cen quilos de patacas. ¡Cen quilos! E Vicente pasa dos oitenta anos». Es fácil reconocer el espacio de Jaime entre los demás. Ha cerrado su huerto con cañas, no tanto por mantener la privacidad de un terreno que, a fin de cuentas, es municipal como por mantener a raya a los animales. «Sobre todo aos cans -puntualiza- para que non mexen».

Mal año para el tomate

Este año no ha sido gran cosa para el tomate. «Os que non sulfataron non colleron nada», explica este agricultor aficionado a propósito de una máxima filosófica que sale a relucir en la conversación: «Para comer sobra xente; o carallo é para dar sulfato». Y es cierto, la agricultura requiere esfuerzo, pero compensa. Lo mismo que sus vecinos de huerta, Cortizo también es partidario del abono ecológico, del compost. «Nada de abonos minerais, e o sulfato tamén o tes ecolóxico», cuenta. De los sesenta metros cuadrados que le ha cedido el Concello, y cuya concesión acaba de renovar, Jaime cultiva el cien por cien. Para sacar más rendimiento lo ha parcelado en bancales que son una fábrica de alimentos a cielo abierto: «Teño porro sementado para transplantar, alcachofas, cebolas, leituga, tomate, pementos, cabaciña... se o coidas sobra comida para unha casa». La judía tampoco se le ha dado bien esta temporada.

A diferencia del suyo, hay terrenos que han cambiado hasta cuatro veces de manos. Y algunos han florecido y otros son selvas de grelos. «Aí arriba -explica Jaime señalando con el dedo, que es una cosa fea pero muy resolutiva- viñeron unha vez dez tipos a sachar. Sacharon, sacharon... e non volveron máis.

en directo la fiebre por las huertas urbanas dispara la picaresca

De las 108 peticiones aceptadas, doce

son de mayores

de 67 años