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Del «leirapárking» al «leiracámping»

La Voz

AGRICULTURA

Dueños de fincas junto a fiestas o playas cobran desde 10 euros por acampar

19 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Qué no haría un gallego con un rancho en Tejas si ya es capaz de sacarle petróleo a una leira. Basta con que el terruño esté soldado a una romería, a una playa o a una feria, dejarlo pelado como la coronilla de un monje, ponerse bajo una sombrilla y a cobrar. Porque han descubierto que en verano se dan mejor los aparcamientos y los merenderos que los grelos.

Ya sea para dejar el coche, para comer o para acampar, sacarle tajada a la parcela cuando llega junio no es de ahora. Atrás quedaron aquellos tiempos en los que el gallego se consagraba a la agricultura y presumía de los frutos más hermosos de su huerto. Pronto vieron que las fiestas, verbenas y jaranas de todo pelaje andaban escasas de aparcamientos, lugares donde comer a la sombra o donde instalar por un día la tienda de campaña y el cámping gas. Y se han lanzado. No son Marina D?Or, ni lo pretenden. Solo tratan de sacar de un apuro al romero o al turista ofreciéndole unos metros de su finca a cambio de unas monedas.

Ya en los noventa comenzaron a proliferar por los pueblos y ciudades gallegas los leirapárkings, fincas agrícolas reconvertidas en aparcamientos privados. Luego surgieron los leirabufés, terruños clavados en medio de romerías, principalmente, donde los dueños disponen mesas y sillas para que el romero se ponga como el Quico a la sombra de un castaño (famosas son las que funcionan en Catoira). Y de dos años para aquí algunos terratenientes exprimieron todavía más sus fincas para ponerlas al servicio de campistas ocasionales. A estas últimas se las bautizó como leiracámpings. Cada vez hay más. Sobre todo coincidiendo con fiestas o romerías, paganas o religiosas. Los peregrinos que acuden a la Virxe da Barca, en Muxía, saben de qué se está hablando. Al igual que los romeros de San Ramón de Bealo, en Boiro. O los de Monte Castelo, en Burela. O los que acuden a la romería de Naseiro, en Viveiro.

¿Por cuánto? Ojo al parche porque esta gente logra sumas fastuosas. Al ser un sector tan regulado como los matrimonios entre conejos de monte, cada uno pone el precio que le venga en gana. Un leirapárking en la playa de Perbes, por ejemplo, no sube de los 3 euros. Si el cliente pide un par de metros más para poner la mesa y las sillas, el servicio sube a 5 euros (a 10 en Muíño). Y si lo que quiere es un hueco en el que instalar la tienda de campaña, el precio sube a 10 euros. Un día de calor, la propietaria de una leira de 13 ferrados en Perbes confesó haberse levantado 400 euros. ¿Cuántos tomates tendría que plantar? ¿Cómo tendría el lumbago? ¿Por qué no la vende? «Me darían millones, pero no se puede construir, así que algo le tengo que ganar», dice.

alberto mahía