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La Feira das Fabas de Ponteceso sostiene un cultivo que pierde terreno en la zona

AGRICULTURA

01 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

En la Feira das Fabas de Ponteceso las magnitudes son mastodónticas. En la última edición, celebrada ayer con gran éxito a pesar de la amenazada de lluvia, se repartieron 1.500 raciones elaboradas con 300 kilos de haba asturiana, otros tantos de carne, 100 de chorizo, una cantidad indeterminada de condimentos imprescindibles como comino, cebolla, ajo, pimentón, azafrán, perejil y sal, además de tres horas de cocción al amor de la lumbre.

Los ingredientes de la descomunal fabada se cuentan por cientos desde hace años. La espectacularidad y la calidad del guiso se mantienen inalterables a lo largo de los años. Lo que va a menos es el cultivo de habas, sobre todo por su escasa rentabilidad. Este año la situación ha empeorado porque los precios han caído y por las alubias se paga ahora la mitad que en años anteriores.

Es más que posible que sea precisamente la Feira das Fabas la que esté aguantando ahora de un producto que desde siempre ha sido complementario a las demás tareas agrícolas y que se intentó, sin éxito, convertir en una fuente de riqueza para los agricultores del municipio.

Las habas de Ponteceso son conocidas en toda la zona y a ella vuelven embolsadas por empresas asturianas. La cosecha de este año ha sido una de las más reducidas, aunque no ha habido problemas a causa de la ausencia de lluvias.

Mujeres

En Ponteceso, el cultivo de las habas depende fundamentalmente de las mujeres. Ello explica la abrumadora cantidad de ganadoras en el concurso que se organiza cada año y que en esta ocasión ha contado con una veintena de participantes. Los premios fueron de 100, 70 y 50 euros.

Al margen de la promoción de las habas, la fiesta gastronómica busca desde su origen el mantenimiento de la feria de A Traba, otra actividad en decadencia en una provincia en la que se multiplican los centros comerciales.

De todos modos, la Feira das Fabas ha terminado por convertirse en una cita ineludible para los vecinos de la zona, que ayer esperaron a que los organizadores les llenaran la cazuela y la cunca, ambas de barro de Buño, incluidas en el precio.