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La nueva norma sobre purín costará más de 25 millones a las granjas de la Costa da Morte

Xoán Ramón Alvite Alvite
X. R. Alvite REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS AGRO

Ganadería Busto Corzón. Aplicación del purín mediante tubos suspendidos: se deposita en la superficie.
Ganadería Busto Corzón. Aplicación del purín mediante tubos suspendidos: se deposita en la superficie.

Solo una de cada diez ganaderías está preparada para afrontar los cambios necesarios

13 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Se avecinan cambios importantes para el millar de ganaderías que hay en la Costa da Morte, cambios en lo relativo al abonado de sus fincas. Por lo de pronto, a partir del próximo año, ya se verán obligados a sustituir los actuales sistemas de plato, abanico o cañón que utilizan para la aplicación del purín en las parcelas por otros que entierren el abono o, en el peor de los casos, lo depositen sobre el cultivo. Así se recoge en la nueva normativa sobre nutrición sostenible de los suelos agrarios que también establece, entre otras cuestiones diversas, la obligación de contar con un plan de abonado realizado por un especialista en la materia o la necesidad de anotar en un cuaderno digital todas las aportaciones que se realicen al terreno.

Son unas medidas que, por lo bajo y según los cálculos llevados a cabo por el propio sector, costarán más de veinticinco millones de euros a las granjas de esta Bergantiños, Soneira y Fisterra, además de Cerceda. «Calculamos un mínimo de 25.000 euros por explotación que, a bo seguro, serán bastante máis porque a inmensa maioría non estamos preparados para este cambio», apunta por ejemplo Óscar Blanco, presidente de Gandeiros de Mazaricos, entidad que también engloba a profesionales de Dumbría, Zas y Vimianzo. Blanco reconoce que apenas una de cada diez explotaciones podría cumplir, a día de hoy, con las nuevas imposiciones ambientales en esta materia. «A maioría teremos que cambiar as cisternas porque moitas das actuais non teñen posibilidade de acoplar os inxectores ou sistemas de tubos que permiten deixar o purín sobre a superficie», explica, al tiempo que predice que estas imposiciones acelerarán el cierre de muchas explotaciones de pequeño o mediano tamaño. «Moitas granxas pecharán antes de ter que se meter en inversións tan importantes coma estas», sopesa.

Los tractores

Porque, según reconocen varios técnicos consultados ante esta situación, la solución para ajustarse a las nuevas indicaciones no pasará únicamente por cambiar las cisternas sino que, en muchos casos, también habrá problemas con los tractores existentes. Esto se debe a que los requerimientos de potencia de estos nuevos sistemas de aplicación son mucho mayores que los que demandan los aperos tradicionales.

A todo esto se suma el inconveniente añadido de la ralentización del trabajo, pues si para descargar una cisterna de 18.000 litros esparciéndolo por el aire son necesarios entre cuatro y cinco minutos, depositarlo sobre el terreno o infiltrarlo en el suelo requiere de más del doble de ese tiempo. En este sentido, la normativa solo exime del empleo de este sistema en aquellas fincas con pendientes iguales o superiores al 10 % o a aquellas granjas cuyas parcelas con desniveles medios superiores al 10 % suponga más de la mitad de la superficie total de la explotación.

De lo que parece que no se librará nadie será de la obligación de contratar un asesor agrónomo que les ayude en la puesta en marcha de sus planes de fertilización o de la realización periódica de las analíticas de tierras y purines.

El uso del purín permite un ahorro de casi diez millones de euros en comparación con los abonos químicos

La cabaña vacuna de la Costa da Morte, integrada por más de 25.000 vacas adultas y otras 20.000 reses de cebo recría, según los datos recogidos en el último censo agrario disponible, produce cada año más de 1,2 millones de metros cúbicos de purín. Un producto que, al contrario de lo que muchos pueden pensar equivocadamente, no es un residuo, sino un recurso de gran importancia para los ganaderos e incluso para el medio ambiente. Tanto es así que su valor como fertilizante ronda los diez millones de euros anuales.

Dicho de otra manera, si las granjas no dispusiesen de los residuos que generan sus animales, tendrían que desembolsar esa alta suma de dinero para adquirir otros abonos químicos, sensiblemente más perjudiciales para el entorno. Si bien su capacidad fertilizante varía en función de su composición, algo que determina la cantidad de agua y, principalmente, la ración que ingieren los animales, todos los estudios confirman sus altos porcentajes de nitrógeno, fósforo y potasio, nutrientes esenciales para los cultivos de hierba y maíz, mayoritarios en una comarca como esta. Así es que, un metro cúbico, como apuntan diferentes informes elaborados por el Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo (CIAM), tiene un valor medio de unos ocho euros. Desde el punto de vista ambiental, de otro lado, el purín tiene una rápida absorción en el suelo y evita la aplicación masiva de abonos químicos nitrogenados, que son susceptibles de contaminar, por ejemplo, los acuíferos.

ANA GARCIA

Una correcta gestión sobre la que concienciar a pie de campo y en las escuelas

p. b. m.

A finales del pasado mes de octubre, Juan Castro Insua, investigador precisamente en el Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo (CIAM), intervenía en el programa Voces do Agro, de Radio Voz, para poner en valor el carácter de recurso que tiene el purín. Un recurso que, obviamente, para que así sea, debe aprenderse a «xestionar ben». Decía Castro que falta asesoramiento sobre ello «a pé de campo», pese a la vital importancia de esta cuestión en un tiempo como el que se vivía y se vive, la crisis de insumos, sobre todo fertilizantes químicos, y su evidente alza de precios. «Galicia ten potencial de economía circular, de reciclar eses abonos orgánicos, xestionalos correctamente», incidía. Son años los que este investigador lleva estudiando esta cuestión, lo que lo llevaba a afirmar que falta formación, y que es vital el trabajo de la cuestión en las escuelas agrarias. «O xurro non ten un valor comercial, pero si económico para reducir custes nas explotacións (...). Xestionámolo mal e tirámolo incluso indo en contra da nosa propia imaxe. Hoxe unha vaca pode producir en abono 500 euros ao ano. Non é desprezable. O problema é que se en vez de almacenalo ben enchemos as fosas de auga e chega o inverno e rebordan, ao final isto obriga a tiralo cando non é o momento. Hai algún gandeiro de vacún que non compre abono químico? É a proba do algodón: no momento no que compramos deste último é porque non sobra o orgánico», explicaba.

En su intervención incidió además en la vital importancia del óptimo empleo de las aguas de limpieza. Cuestiones que piden, antes de nada, concienciación.