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Ruta do Viño Rías Baixas: planes para saciar la sed de experiencias

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA/ LA VOZ

SOMOS AGRO

Martina Miser

Los establecimientos que forman parte de este recorrido abrieron este fin de semana sus puertas para demostrar, otra vez, que el turismo vinculado al vino tiene futuro

23 may 2022 . Actualizado a las 20:22 h.

En el siglo XXI, la gente está ansiosa por vivir experiencias. Quizás el avance imparable de las nuevas tecnologías haya hecho brotar en el corazón de una sociedad digitalizada las ganas de probar las cosas, de tocarlas, se saber cómo se hacen. Y si es al aire libre, en contacto con los elementos, mejor. Quizás ese sea uno de los factores que expliquen el éxito de ofertas turísticas como la que, alrededor del vino albariño, están articulando las bodegas que conforman la Ruta do Viño Rías Baixas. Este fin de semana, varios autobuses y decenas de particulares han aprovechado la ocasión brindada por la Axencia Galega de Turismo para conocer de forma gratuita esa oferta turística, que eclosionará —si todo sale según lo previsto— durante los meses de verano.

La experiencia así lo dice. Aunque en los dos últimos años la oferta enoturística de Rías Baixas sufrió el decaimiento generalizado provocado por el covid-19, este año promete ser distinto: el de la resurrección, el del despertar de una propuesta que en el último ejercicio antes de la pandemia suscitó el interés de 124.104 personas. ¡Se dice pronto!. Y la intención, tras recuperar el tono, es la de seguir creciendo. Para ello, muchos de los integrantes de la ruta del vino siguen reforzando sus propuestas. «En esto, como en todo, hay que evolucionar», explica Antonio Méndez, gerente de Señorío de Rubiós y, por extensión, del complejo que la bodega ha construido en As Neves y que incluye el hermoso Nande, hotel da Natureza con sus cuatro estrellas, gastronomía elaborada con productos ecológicos y de kilómetro cero, y una espléndida finca de tres hectáreas de superficie en la que crecen desde té hasta arándanos y en la que los huéspedes pueden, si lo desean, echar una mano aunque solo sea en la recolección.

La de Señorío de Rubiós es, probablemente, una de las apuestas enoturísticas más ambiciosas desplegadas en los últimos años en Galicia. Pero no es la única: el esfuerzo de las bodegas en este campo está demostrado. Bien anclada en la comarca de O Salnés, la cooperativa Martín Códax ha dado un estirón hacia la subzona de O Condado y ha puesto en marcha allí el Pazo de Almuíña, una pequeña bodega cuyo vino viene marcado por la mica blanca del terreno, por la bruma y por la brisa del río que la espanta. El edificio bien vale una visita por sus particularidades arquitectónicas —alberga el único hórreo situado en el patio interior de la casa, se supone que porque en él se secaba la valiosa lamprea—. Pero para los amantes del vino, esta parada tiene un atractivo especial: la experiencia «Enólogo por un día» que permite al visitante realizar su propia mezcla de castes autóctonas y elaborar un vino personalizado mezclando albariño, caíño, loureira y treixadura.

La divertida experiencia se complementa con un agradable paseo por el viñedo, una alternativa que ofrecen casi todas las bodegas que forman parte de la ruta. Porque pocas cosas pueden resultar tan sugestivas como caminar tranquilamente entre las cepas de vino, un paisaje que varía con el paso de las estaciones. En la bodega Lagar de Cervera, en O Rosal, ese recorrido por las enormes parcelas de la bodega permite realizar una parada en un mirador que ofrece unas vistas pasmosas: el monte Tegra, el mar, y el verde de las vides plantadas en espaldera y en emparrado.

Ese espectáculo de vides y paisaje, mezclado con patrimonio y cultura gastronómica, se repite en la mayoría de las bodegas de Rías Baixas. En Pazo Baión, propiedad de Condes de Albarei, el paseo por la finca en la que se recolectan las uvas para la elaboración de sus vinos de pago permite descubrir las interioridades de elementos arquitectónicos tan sorprendentes como el palomar que existe en la hacienda. Secretos y tradiciones que tienen un peso especial en ofertas enoturísticas como la que ofrece de Santiago Roma: centrada en la bodega original, no solo permite ver cepas centenarias, sino que ofrece la ocasión de echar un vistazo a los enseres utilizados durante siglos para la elaboración de vinos, así como algunos de los recuerdos que guardan la memoria del fundador de esta bodega, como la propia etiqueta del vino, nacida de una invitación de boda.

Esas historias fluyen de los labios de quienes nos guían por el mundo y la cultura del vino. En Salvaterra, el Museo da Ciencia do Viño, no solo encontraremos una magnífica exposición sobre la elaboración de los Rías Baixas y sus principales características: allí nos esperan también las aventuras de Doña Urraca, el pasadizo que usaba para cruzar el Miño, la doble escalera de caracol diseñada también para facilitar la huida, la sorprendente cámara de los secretos...

A fin de cuentas, el albariño es mucho más que albariño: es todo lo que lo rodea. El príncipe de los blancos es celebración, es amistad, es fiesta. Por eso, bodegas como Martín Códax no solo ofrecen recorridos y catas por su bodega de Cambados, sino que ofrecen a los visitantes la ocasión de mojarse los pies para mariscar, visitar una conservera artesanal o recorrer la ría en una embarcación tradicional. No es la única bodega que mira a su entorno. Terras de Asorei, por ejemplo, organizó este fin de semana una ruta por Armenteira, el hermoso corazón de O Salnés.

Estos son solo algunos ejemplos. La Ruta do Viño Rías Baixas, ya ven, ofrece una gran variedad de actividades en sus establecimientos asociados, que tienen muchos secretos para descubrir.  Aunque quizás todo se resuma en el brindis con el que suelen finalizar las visitas. Un brindis que desea una larga vida a los albariños Rías Baixas.