Mabegondo enseñó a una explotación de A Limia a utilizar la rotación de cultivos para lograr forrajes ecológicos; ahora sus vacas dan más leche

M. Alfonso

Esta es la historia de una granja en ecológico de Ourense que estaba pensando en cerrar sus puertas. «Tiñamos unha superficie moi grande de terreo pero non tiñamos os coñecementos técnicos nin prácticos da profesión. Estábamos facendo o que facían os meus pais», cuenta Marcos Quintas, responsable de SAT Torneiros, en Allariz. La consecuencia era que sus animales apenas daban leche y que tenían un gran déficit de pastos en ecológico que obligaban a la explotación a adquirirlos, con el consiguiente gasto que eso suponía. La casualidad quiso que, en unas jornadas de la Sociedade Galega de Pastos, entrara en contacto con investigadores del Centro de Investigación Agraria de Mabegondo (CIAM). Allí nació un proyecto de transferencia tecnológica, que permitió implantar un sistema de rotación ecológica de cultivos que no solo salvó la explotación, sino que permitió que Marcos esté ahora pensando en ampliar.

CIAM

«Chamounos moito a atención que houbera un gandeiro en ecolóxico na comarca da Limia, cos problemas medioambientais que hai nesa zona», cuenta Gonzalo Flores, jefe del departamento de Pastos e Cultivos de Mabegondo. Marcos les contó que estaba interesado en seguir con la explotación, pero que tenía un déficit de forraje muy importante, que le impedía seguir adelante. «A produción forraxeira é clave para a supervivencia das explotacións, e nas ecolóxicas aínda máis», asegura Flores. «A explotación estaba tocando fondo. Tiñamos pouco leite porque os animais estaban mal alimentados», añade Marcos.

Rotación de cultivos

Tras hacer una evaluación de la situación, los técnicos de Mabegondo apostaron por implantar un sistema de rotación de cultivos en ecológico. Con ello se buscaba contribuir a una mayor sostenibilidad orgánica de la zona, aumentando la producción y reduciendo los costes de alimentación de las vacas. La granja contaba con dos parcelas de nueve hectáreas cada una en las que se implantaron cultivos de verano: maíz, sorgo, pasto de Sudán y un híbrido de este último. Marcos empezó a trabajar la tierra en el verano del 2018. «Fertilizou axeitadamente, de acordo cos límites do consello regulador da agricultura ecolóxica, pero a chave estivo no control das malas herbas», añade Flores. Utilizando la maquinaria adecuada consiguieron eliminar las malas hierbas y «os resultados dese primeiro ano foron moi interesantes», asegura Flores. Después se plantaron leguminosas, «que son chave nos sistemas agrícolas en ecolóxico porque son capaces de transformar o nitróxeno atmosférico en nitratos», cuenta el investigador de Mabegondo. Y se plantó en invierno una mezcla de tréboles anuales y raigrás y, en terrenos de monte, se implantaron pastos diversos con multitud de especies que también dieron muy buen resultado.

CIAM

Los resultados fueron muy buenos el primer año, pero también el segundo. Primero porque se registró un aumento en la cantidad y calidad del forraje. Las fincas produjeron 15.000 Unidades de Leche Forrajera de maíz, que es una unidad que alude a la cantidad de energía que aporta un kilo de cebada para producir leche. También se recogieron más de 9.000 UFL de sorgo, otras 8.000 de híbrido y 7.000 más de pasto de Sudán. En cuanto al cultivo de invierno, contribuyó a la rotación de unas 2.000 UFL adicionales, mientras que la producción de pastos plantados en bosques se acercó a las 3.000 UFL en el primer año. «O gandeiro pasou de pensar en abandonar a explotación a querer meter máis vacas», explica Flores, quien destaca que lo único que hizo su equipo fue «aplicar criterios básicos de agronomía para mellorar a produción e incrementar a produción leiteira». Porque esa fue la segunda consecuencia: las vacas, al estar mejor alimentadas, incrementaron notablemente su producción de leche. Consecuencia: SAT Torneiros ya no piensa en cerrar sus puertas. Todo lo contrario.