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De los nabos, como del cerdo, se aprovecha todo

María Cedrón REDACCIÓN

SOMOS AGRO

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La agricultura recupera el abono verde, una técnica ancestral basada en cultivar plantas para alimentar el suelo

27 mar 2020 . Actualizado a las 21:01 h.

El sábado y domingo pasados, el primer fin de semana completo de confinamiento, el agricultor Jorge Molina los pasó en el campo, trabajando las fincas que su empresa En Flor tiene en el concello de Paderne (A Coruña). Las habían teñido de amarillo las plantas de los nabos en flor, pero Jorge fue tumbándolas con una fresadora, con cuidado, para no tocar el terreno. Lo que hizo no es otra cosa más que volver a usar una práctica ancestral, apodada ahora «abonado verde», y que no es más que alimentar con plantas el suelo tras la cosecha para dar paso a la rotación de cultivos.

Jorge hace abonado verde con el nabo, confirmando que de la brassica rapa, su nombre científico, como ocurre con el cerdo, se aprovecha todo. Hasta las flores o las hojas que no come nadie. «Primero da las nabizas, que no son otra cosa más que las hojas vegetativas de la planta. Luego, cuando está a punto de florecer, da grelos, que son los tallos florales. También se aprovecha la raíz engrosada que es el nabo propiamente dicho. Suele dársele de comer al ganado, aunque ahora cada vez es más utilizado para la elaboración de caldos como sustituto de la patata», explica.

«Cada familia de plantas busca en el suelo nutrientes diferentes. De ahí lo de rotar cultivos»

Pero lo que Jorge hizo el pasado fin de semana añade un cuarto uso a esta planta: «Como ya ha florecido y no podrá aprovecharse para sacar más grelo ni nabiza, lo que hacemos es dejar las plantas sobre el terreno unos días hasta que hagan abono o compost. Luego las trabajamos con el arado para dejarlas preparadas para plantar una nueva cosecha».

Como el nabo, o el grelo, es de la familia de las crucíferas, lo ideal es que en ese proceso de rotación de cultivos dirigido a enriquecer el suelo e ir aprovechando de modo alterno sus nutrientes no se planten variedades de esa misma familia porque, al final, van a consumir lo mismo. «Lo que echaremos en esas fincas donde hemos tenido grelos este año es patata, zanahoria y, probablemente, también ponga algo de maíz», apunta.

«Lo que echaremos en esas fincas donde hemos tenido grelos este año es patata, zanahoria y, probablemente, también ponga maí

La razón no es otra más que, como explica, «cada familia precisa una serie de nutrientes diferentes. Por eso, con la rotación de cultivos se aprovecha mejor el valor del suelo». Y pone como ejemplo las leguminosas: «Aportan un grado de nitrógeno muy alto, que luego nutre a otras plantas cultivadas en ese mismo terreno en el que antes hubo variedades de esa familia».

Otras formas de abono verde

Pero aprovechar las plantas de nabo para fertilizar el suelo no es la única modalidad de abono verde que han recuperado los agricultores. «Otra fórmula es cultivar especies para forraje en medio de las cosechas en lugar de dejar los campos a barbecho. De ese modo, también enriqueces el suelo, pero al mismo tiempo fomentas la biodiversidad», concluye Jorge.

Él es uno de los muchos agricultores gallegos que ahora tratan de recuperar los métodos tradicionales de cultivo, esos que usaban los abuelos en sus huertos. Habían caído en desuso, pero no llegaron a desaparecer del todo. La idea que intenta impulsar este agricultor de Paderne es la de fomentar el comercio de proximidad, tratando de surtirse de insumos también en el mercado local. El resultado: intentar ofrecer al cliente el producto más fresco, obviando al intermediario y cuidando el medio ambiente. Todo para estimular la economía local.