Las cuatro indicaciones gallegas produjeron el pasado año cerca de 75.000 litros y consiguieron varios premios en los más prestigiosos concursos del sector

M. Alfonso

Son pequeñas, muy pequeñas. Y producen poco vino, muy poco. Pero están pisando fuerte. Son las Indicacións Xeográficas Protexidas (IXP) del vino que se han creado en Galicia en los últimos años para dar amparo a elaboraciones y parcelas que quedaron fuera de las cinco denominaciones de origen. En la comunidad existen actualmente cuatro de estas indicaciones que, en total, vendimiaron el pasado año poco más de 164.115 kilos de uva. Una cantidad ínfima si se tiene en cuenta los cerca de 64 millones que recogieron las denominaciones. Pero sus vinos están consiguiendo ya el reconocimiento de la crítica, con premios entre los principales certámenes nacionales e internacionales, o algunas críticas muy favorables entre los más destacados expertos.

«Catro marcas dos nosos albariños aparecen na guía Peñín con máis de noventa puntos», cuenta Francisco Crusat, presidente de la asociación de productores Arousa Norte, englobada en la IXP Terra de Barbanza e Iria. La suya es una de las cuatro bodegas que forman parte de esta delimitación geográfica. «Ao noso viño déronlle un Baco de Ouro e en Bruselas quedamos a dúas décimas dunha prata», añade Jorge Pereira, de la IXP Val do Miño, donde otras cinco empresas elaboran vino. «En los últimos años estamos teniendo mucha repercusión por lo que hablan de la Blanca Lexítima profesionales como Luis Padín o enólogos como Raúl Pérez», cuenta Pablo Fernández Coroas, presidente de la asociación que agrupa a bodegas y viticultores de Betanzos.

Según los datos de la consellería do Medio Rural, en Galicia existen actualmente 18 bodegas amparadas por estas indicaciones geográficas. La superficie plantada es de 27,9 hectáreas y está trabajada por cuarenta viticultores que el año pasado recogieron 164.115 kilos de uva, con los que se elaboraron 74.768 litros de vino. La más grande es, curiosamente, una de las últimas en crearse, la de Barbanza e Iria. «Nesta zona hai un número importante de viticultores pequenos que están esmorecendo. Agora queremos ver se se forma unha cooperativa para agrupar todos eses dereitos e plantar grandes superficies», explica Crusat. Y es que, a pesar de que hay mucha gente que tiene uva, «a maioría produce para autoconsumo», añade. Reconoce que, al principio, su aspiración era entrar en la denominación de origen Rías Baixas. «Agora xa non estamos interesados. Vendemos os nosos viños nos mercados internacionais. A xente pide diversidade e nós estamos diversificando o estilo de elaborar albariño», explica.

Terras do Morrazo fue la última IXP en crearse. «Tenemos muchos viticultores, pero aquí sigue habiendo mucho autoconsumo», explica Guillermo Martínez, vicepresidente de la asociación de bodegueros. Se muestra satisfecho de contar con la indicación, «porque antes teníamos las manos atadas. Ahora podemos vender las uvas y el vino», añade. Destaca, además, «que este año fuimos Baco de oro» y que sus vinos «se pelean con los mejores de España». También en Val do Miño, en Ourense, tienen su propia IXP, que es la más antigua de Galicia. «Aquí solo existía Ribeiro, pero á xente gústanlle os nosos viños. Costa introducirse nos mercados, pero estamos contentos», cuenta Pereira, de la bodega Terras Mancas. Ellos han hecho una apuesta fuerte y tiene plantadas siete hectáreas de viñedo, de las cuales por ahora solo producen cuatro. Su idea es ir creciendo y calculan que las 12.000 botellas de vino que elaboraron el pasado año pasarán a ser 16.000 en esta ocasión.

Viños da Terra de Betanzos es también otra indicación geográfica con historia. «La indicación abre algunas puertas, porque te permite poner la variedad y la añada en la botella y tenemos un sello que garantiza el origen», explica Pablo Fernández. Pero también reconoce que tienen algunos problemas. «Somos muy pequeñitos y hay poca producción. Tenemos un minifundio brutal y nuestras plantaciones requieren mucha mano de obra», asegura. Reconoce que haría falta «una bodega potente que le diera visibilidad a la zona» y sostiene que ahora «parece que hay un proyecto en marcha de plantar diez hectáreas de vino al lado del río Mandeo». A pesar de su tamaño, están consiguiendo triunfar. «Hacemos distribución a restauración y aparecemos en las cartas de los restaurantes, incluso fuera de Galicia», añade. Su principal baza, la Blanca Lexítima, una variedad de uva «que está demostrando estar a un gran nivel y que no tiene nada que envidiar a otras que hay ampliamente plantadas». Ella le está permitiendo acercarse a los mercados y que sus vinos con IXP consigan también hacerse un hueco.