Ocho mil metros cuadrados de extensión tiene el invernadero de este agricultor arousano que pertenece a la cooperativa Horsal, de Cambados. Y el aspecto que ofrece es desolador. La mayoría de las plantas, perfectamente colocadas en filas y sobre una tela negra, están caídas o se han quedado pequeñas. Solo algunas, de las miles que hay plantadas, han conseguido resistir a la enfermedad. El problema es que son tan pocas, que no compensa recoger los pimientos. «Foi fulminante», lamenta, desolado, este agricultor. Tenía previsto recoger alrededor de seis mil kilos de pimientos solo en esta finca. Ahora no conseguirá ni uno. Y lo peor es que, además de dejar de ingresar el dinero de la venta de los pimientos, perderá también todo lo que gastó en realizar la plantación.
«Aquí xa estamos arrancando todo, porque non serve para nada», argumenta. Explica que hace tres años que la virosis empezó a atacar a sus cultivos, pero nunca hasta ahora había sufrido tantas pérdidas. «O problema é que a planta nosa non ten resistencias, non está modificada xeneticamente», asegura. Por eso sus cultivos son tan sensibles a este virus, que también ataca al tomate y a la berenjena. Sostiene que la única salida es «controlar ao insecto vector, o trip», que es el que transmite el virus a las plantas, acabando con ellas. El problema es que eso no es tarea sencilla. Explica, además, que las condiciones meteorológicas de este año han favorecido su aparición. «Os invernos e as primaveras máis suaves fan difícil que poidamos facer nada contra o insecto», lamenta. A ello hay que sumarle que, cada vez más, utilizan productos menos agresivos con el medio ambiente.
Este agricultor reclama a Medio Rural que tome algún tipo de medida, como en su día hizo para compensar a los viticultores afectados por las heladas en el viñedo. «Esto é algo extraordinario. O gasto nestas plantacións estaba todo feito e agora non imos ter ingresos», lamenta. Y el pimiento de Padrón no solo es uno de los productos insignia de Horsal, también uno de los más rentables.