Galicia esconde un gran patrimonio vegetal que aún está sin certificar; Sanidade Vexetal registró en los últimos dos años más de 200 variedades de cultivos diferentes

m. alfonso

¿Cómo sabemos que el chuletón que nos ofrecen en un restaurante es de rubia gallega? ¿O que el Rías Baixas que nos están sirviendo es realmente un albariño? Pues porque antes de que la vaca fuera criada, o la vid plantada, el departamento de Sanidade Vexetal de la Xunta llevó a cabo un importante trabajo para certificar cuál era el material genético que iba a dar origen al animal y a la planta. Galicia tiene un rico patrimonio verde, asegura César Iglesias, jefe de servicio en la Administración. Pero queda mucho por hacer para registrarlo y ponerlo en valor. Y eso que en los últimos años se ha trabajado mucho y muy duro. Su departamento ha conseguido certificar más de 200 especies en un tiempo récord. Y ahí sigue, recopilando material genético por toda Galicia para registrarlo antes que nadie y poner en valor un patrimonio que puede generar una gran riqueza.

El trámite para registrar una especie es largo y duro. De hecho, normalmente tarda alrededor de cinco años, pues hay que hacer una detallada descripción de la planta y estudios genéticos, entre otras muchas investigaciones. Sanidade Vexetal, en estrecha colaboración con los centros de investigación de Mabegondo, Lourizán y la Evega, ha logrado en solo tres años certificar más de doscientas especies diferentes, gracias a un convenio con el Ministerio de Agricultura. De ellas, 122 son de frutales, 22 son de la huerta, 9 de maíz, 3 de patata, dos de trigo y seis de gramíneas, que se emplean para hacer césped por ejemplo. «En Galicia todo nuestro patrimonio estaba sin registrar», insiste Iglesias. El problema es que «si no está dado de alta en el registro europeo no se puede vender, ni multiplicar», sostiene. De ahí la importancia de todo ese trámite. El responsable de Sanidade Vexetal sostiene que el registro es el primer paso para poner en valor una especie. Pasó con el castaño. Sus frutos se vendían a granel, sin destacar su origen. «Ahora se vende castaña gallega con pedigrí. Antes se pagaba a 0,80 céntimos ahora se paga a dos euros y pico», insiste. Pero hay más. Porque detrás de todo lo que no está registrado se esconden infinitas posibilidades. Pasa con los cereales. «De trigo solo tenemos dos variedades registradas, pero tenemos material genético de otras 325», asegura. Sacar adelante solo 80 de estas variedades permitiría «que las panaderías tuvieran muchas variedades de harina. Eso es lo que vende y lo que le da valor a Galicia. Eso crea empleos y puestos de trabajo», asegura. Pero llevar adelante todo ese trabajo implica contar con investigadores. Y en Galicia hacen falta más. «Tenemos muy buenos investigadores, que hay que reponer. Antes de que se jubilen tiene que formar a los nuevos, porque coger experiencia lleva tiempo. Si no, nuestros centros de investigación se morirán», alerta.

El proceso para poner en valor este patrimonio tiene un segundo paso. Los centros de investigación de la Xunta realizan el trámite para registrar una variedad. Pero esta debe llegar a los mercados. Debe haber viveros que multipliquen esas semillas y las hagan llegar a los comercializadores. Actualmente, el trámite se hace, pero poco a poco. «Hay que buscar fórmulas para que haya empresas potentes que pueda recoger ese material y comercializarlo», sostiene. Él mercado es interesante. Cada año se venden 40 millones de plantas para el cultivo en nuestras comunidad. Unas transacciones cuyo valor de negocio supera los 10 millones de euros.

El mismo proceso se ha puesto en marcha para la folla redonda o Tinto de Barrantes

Hace años que los viticultores de Ribadumia quieren lograr una autorización que les permita comercializar su vino tinto Barrantes sin ningún tipo de problema. Y es que este se elabora con la variedad folla redonda, que es un híbrido. La normativa actual prohíbe la venta al público de vinos elaborados con este tipo de variedades. Sin embargo, Sanidade Vexetal podría ofrecerles una salida a estos productores. Y es que nadie, hasta ahora, había estudiado a fondo el material genético de la folla redonda, con lo cual no se sabe si realmente es un híbrido o no. El departamento de César Iglesias ha iniciado las investigaciones para certificar este material genético. Quizás, dentro de unos años, estos productores puedan ya presumir de vino.

El de la vid es el sector que más se ha estudiado en Sanidade Vexetal. E Iglesias considera que en esas certificaciones radica parte del éxito que hoy en día tiene el sector. Pero también aquí queda mucho por hacer. «Tenemos material genético de otras 32 variedades que está estudiándose», explica. Entre ellas, la folla redonda con la que se elabora el tinto Barrantes. Sus investigaciones han dado, en algunos casos, resultados sorprendentes. «Gracias al trabajo de la Evega -la estación de viticultura y enología de Galicia- se demostró que el caíño tinto es lo mismo que la tinta femia. Ahora, en las etiquetas oficiales pueden ir los dos nombres», asegura. Su labor continúa y seguro que, en breve, habrá más resultados, como nuevas variedades de uvas.

«La manzana golden la tiene todo el mundo; la camuesa, solo Galicia»

 

m. a.

El responsable del servicio de Sanidade e Producción Vexetal insiste en la necesidad de llevar a cabo los estudios para registrar todas las variedades de cultivo que hay en Galicia. Un patrimonio que no se puede dejar escapar sino que hay que poner en valor, afirma.

-¿Por qué es tan importante registrar el patrimonio natural?

-Si hablamos de cultura, todo el mundo entiende la necesidad de proteger la catedral de Santiago. Pues si hablamos de genética tenemos la rubia gallega y la cachena. Eso es lo que se ha registrado para que, cuando comamos un chuletón, sepamos de verdad que es de rubia gallega. La rubia es el patrimonio genético de Galicia y es diferente a la que hay en Alemania. Pasa lo mismos con los frutales. Tenían buenas producciones pero hubo crisis y casi desaparecieron. Ahora, con la producción ecológica e integrada están volviendo, pero volvió a haber problemas porque competían por precio. Hay un mercado fantástico para nuestras frutas, pero tenemos que ir a por la calidad. Y ahí entra la genética. La manzana golden o reineta la tiene todo el mundo, la camuesa solo Galicia.

-En los últimos años se han registrado muchas especies ¿queda todavía mucho por hacer?

-Cuando empezamos había nueve variedades gallegas registradas y algunas otras en proceso. Entre el 2015 y el 2018 hemos registrado cerca de 200 variedades. Pero queda mucho por hacer. Por ejemplo, en trigo tenemos dos variedades registradas, pero es que hay material genético de otras 208. Y no sabemos todo lo que puede haber ahí.

-¿Es imprescindible toda esta labor?

-La vid es uno de los productos con los que más se ha trabajado para identificar las especies. Cuando llegamos había ya 45 variedades definidas. Gracias a toda esa labor, hoy tenemos un mercado como el del albariño.