La escasez de terreno para plantar forraje es uno de los grandes hándicaps para aquellos que han tomado el testigo de explotaciones que quieren aumentar su producción y consolidar su viabilidad.  Esta y otras historias en Somos Agro, el nuevo portal del sector primario de La Voz de Galicia

maría cedrón

Escasez de terreno para sembrar forrajes, una brecha digital que se va acortando poco a poco, falta de mano de obra preparada y la dependencia de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) derivada de unos precios de mercado muy competitivos son los principales hándicaps a los que se enfrentan los ganaderos lácteos gallegos que han apostado por el relevo generacional. Yolanda Beiro Fernández y José Manuel Recarey Recarey, de Gandeiría Sar de Serráns, lo han hecho: «Estamos ben orgullosos».

La Gandeiría Sar de Serráns mira hacia A Ruña, el monte más alto que se ve desde el concello coruñés de Mazaricos. Sar es el nombre de la finca cuyas riendas tomó hace unos años, en el 2010, Yolanda Beiro Fernández y, poco después, en el 2014, también se incorporó su esposo José Manuel Recarey Recarey. Serráns es la aldea en la que los padres de Yolanda formaron una familia y desde la que su madre, Nieves Fernández, empezó a vender leche. «Hai anos o leite era un complemento. A riqueza deste lugar eran os vellos e o leite. Cando empezamos a vender aquí o leitiño, foi cando as mulleres comezamos a ter un soldo», recuerda mientras saborea el café del desayuno. 

Porque antes de que Yolanda, que estudió en la Universidad en A Coruña e hizo un ciclo de FP, y José Manuel, que trabajó en la construcción, protagonizaran el relevo generacional en esta explotación de uno de los concellos con mayor producción láctea de Galicia, era su madre la que se encargaba del trabajo en la granja, mientras su padre iba a trabajar en el ladrillo para traer un sueldo a casa porque entonces, dice Yolanda, «non podías vivir do leite».

«Ao vender o leitiño as mulleres tivemos soldo»  Pero en muy poco tiempo Gandeiría Sar de Serráns cambió «un 200 %». Lo mismo que se ha transformado el sector lácteo gallego, que ha pasado de estar compuesto por 13.591 explotaciones en el 2008 (la mayor parte de pequeño tamaño) a contar en el 2018 con 7.550, pero mucho más dimensionadas. De hecho, con 6.041 menos que hace diez años Galicia produce 516.000 toneladas más de leche. La clave, como explica José Manuel, es el tamaño y la apuesta por la calidad de la leche. «A cuestión é que ou tés cantidade de vacas ou agora non podes sobrevivir», dice José Manuel.

Nieves, en primer plano, pasó el testigo de Gandeiría Sar de Serráns a su hija Yolanda y su marido José Manuel
Nieves, en primer plano, pasó el testigo de Gandeiría Sar de Serráns a su hija Yolanda y su marido José Manuel VÍTOR MEJUTO

 Cuenta Yolanda que hace cinco años levantaron un establo nuevo. «Entonces ordeñabamos 40 vacas, agora hai unhas 180 cabezas, das que en torno a 80 están en ordeño. En cinco anos duplicamos a producción». Además, el establo está totalmente informatizado. «Todo o facemos nós. As altas e baixas dos animais, marcámolos; as recetas do veterinario tamén se fan por Internet. Todo esto avanza a un ritmo descomunal. Hoxe en día unha explotación non pode funcionar sen un ordenador e sen Internet». Aunque no es el caso de esta ganadería, la brecha digital que todavía existe en poblaciones aisladas de Galicia supone un impedimento a la hora de realizar más de un trámite.

Y de tener la leche como una actividad complementaria, Gandeiría Sar de Serráns ha pasado a convertirse en una empresa. Es socia de CLUN, que le recoge la leche. Periódicamente pasan estrictos controles de calidad y bienestar animal, análisis bactereológicos, usan agua clorada para las vacas, algo que, como dicen, «aínda non é obrigatorio, pero pode que pronto o sexa e nisto para competir tes que ir un pouco por diante»... Tienen la ISO 22000 y ahora están en trámites para entrar en Unicla. «Os animais teñen que estar mellor ca ti», apunta José Manuel, mientras Yolanda describe como ha cambiado la mentalidad en las granjas que, como la suya, han apostado por invertir y transformarse.

«Para adicarte a isto tenche que gustar e tes que velo como unha empresa. Hai que botar moitas contas porque o prezo do leite é moi competitivo. Moita xente non estaba acostumbrada a velo desa maneira. Muxían e tiraban para adiante. Quedaba aquelo, pois quedaba. Pero agora ten que quedar aquelo», explica esta pareja de ganaderos. Porque la inversión inicial necesaria para hacer una explotación rentable es muy elevada y los gastos son constantes. «As vacas teñen que estar ben atendidas porque como non as atendas ben son perdas».

VÍTOR MEJUTO

Yolanda y José Manuel son la prueba de que el relevo generacional funciona, pero ha de sortear todavía muchos hándicaps. El primero es la falta de terreno para forraje. En su caso plantan pradera y maíz porque en estos momentos la PAC admite dos cultivos para acceder a las ayudas. «Houbo un momento no que chegaron a pedir tres», recuerda Yolanda. Y cómo cumplir cuando el terreno es escaso. Por eso, añade José Manuel, «andamos moi xustos de terreo. Por aquí hai zonas onde é moi costo e moitas fincas non valen para traballar. Despois de precio de aluguer hai de todo. Depende do acceso que teñan para que pase a maquinaria, da distancia á que esté porque canto máis perto esté, tamén aforras gasóleo... e non é o mesmo unha finca de duas ou tres hectáreas que unha mais grande».

«En las comarcas ganaderas la tierra que no está trabajada es un bien escaso». Lo paradójico es que aunque Galicia cuenta con un buen número de hectáreas de tierra abandonadas, «nas comarcas gandeiras a terra que non está traballada é un ben escaso», explica el director de la Fundación Juana de Vega, José Manuel Andrade. De ahí que los que quieren crecer para dimensionarse han de recurrir al arrendamiento. Un trabajo sobre Propiedade, Mobilidade de Terras e Valorización Territorial, financiado por la fundación, recordaba como entre los años 1999 y 2009 la principal vía de aumento de la superficie de las explotaciones era ya el alquiler. Ahora Andrade matiza que «segue sendoo». Aunque el último censo agrario publicado en el 2009 hablaba de que las explotaciones gallegas tenían una superficie agraria útil media de poco más de ocho hectáreas, su tamaño varía en función de la comarca. 

La Lei de Recuperación e Posta en Valor da Terra Agraria de Galicia que prepara la Consellería de Medio Rural pretende buscar una solución al problema poniendo en marcha instrumentos diferentes para recuperar base territorial. Porque, según los datos que maneja ese departamento de la Xunta, un 75 % del terreno rústico que hay en la comunidad está compuesto de pequeñas parcelas con una superficie media de 2.500 metros cuadrados. La cuestión es que el problema de la tierra es muy diferente en función de cada comarca y hay que dar respuesta a los problemas de cada zona. No es la primera vez que el Gobierno gallego trata de poner en cultivo tierras abandonadas. En el 2007, durante el Gobierno bipartito, se había puesto en marcha el Banco de Terras que trató de movilizar unas 100.000 hectáreas baldías. Más de una década después el problema continúa. 

Para Yolanda y José Manuel el aumento de la base territorial es fundamental para continuar creciendo porque el cultivo de sus propios forrajes supone un importante ahorro de costes a la hora de alimentar al ganado. Pero no es el único hándicap con el que se topan para continuar avanzando. «Non hai man de obra para poder facer todo o traballo», apunta José Manuel, quien en el futuro espera poder contratar algún empleado que les ayude con las tareas que implica una explotación como la suya. «Antes os veciños viñan axudar a facer as tarefas puntuais da granxa coma cortar a herba ou ensilar, pero agora se axudan deixan de facer o seu traballo porque as granxas son moito máis grandes», comentan.

«Ferros os necesarios, para o resto é mellor pagar». Este año ellos fueron raudos. En Semana Santa ya habían cortado la hierba para hacer los silos e incluso habían arado buena parte de los terrenos disponibles para, después de abonar y plantar el maíz. Tuvieron suerte. Con los giros que da el tiempo hay que estar ojo avizor. «Para a herba tes que ter polo menos cinco días bós, para o millo chegan con dous», apuntan. Pero a veces los de las empresas o cooperativas de maquinaria (Cumas) que trabajan en labores como la corta de la hierba no pueden venir cuando el ganadero quiere por todo el trabajo que acumulan. Con todo, José Manuel es partidario de una máxima: «Ferros os necesarios, para o resto é mellor pagar. O caso é que deberían vir cando queres, pero veñen cando poden». 

Y luego está la Política Agraria Común (PAC). La semana de Semana Santa fueron a A Picota para solicitar las ayudas. «Son necesarias e fundamentais mentras os prezos base do leite estén tan axustados. Agora está nos 29 céntimos por litro máis calidades, pois tería que subir ata os 36 de base máis ou menos para non ter que depender da PAC -explican- Además, hai que estar moi pendente dos cambios da normativa porque son unhas axudas que che sacan dun apuro e veñen tódolos anos».

«A nova PAC terá moito en conta o uso dos herbicidas». Por eso conocen cualquier negociación que se produce en Bruselas. Ahora están pendientes de lo que ocurra en las elecciones al Parlamento europeo de finales de este mes porque de ello dependerá la nueva PAC. «Penso que terán moi en conta todo o relacionado co medio ambiente e o uso dos herbicidas. Ter o libro de fitosanitarios ao día é fundamental», comentan. Y podrían continuar hablando y hablando de su día a día. Y han ido aprendiendo que cualquier hándicap que se presenta en el camino es superable. Lo dice Nieves, que como primera generación de esta granja, en esto de sortear obstáculos tiene mucha experiencia: «Cando chegou o do IVA non sabíamos que era nin como íamos facer. Despois chegou o da limpeza do leite e non sabiamos se seríamos capaces de poder facelo... E fomos facendoo todo e foi ben». Ella y su marido están orgullosos de lo que lograron. Su hija y su yerno también.

 Más en Somos Agro