Los alumnos españoles empeoran sus hábitos de salud: más pantallas, menos sueño y actividad física
SOCIEDAD

El 80 % del alumnado de primaria y ESO supera a diario el tiempo máximo recomendado ante móviles, tabletas y ordenadores. El sedentarismo, la mala alimentación, el déficit de sueño y el malestar psicológico también aumentan entre los menores, según la Fundación Gasol
16 jun 2025 . Actualizado a las 15:25 h.Los hábitos de vida de los niños y adolescentes españoles —las actividades y costumbres cotidianas que repercuten en su salud y desarrollo— están empeorando de forma acelerada. Por encima del resto de factores, destaca una dependencia generalizada y creciente de las pantallas digitales.
La Fundación Gasol realizó en 2022 una radiografía sobre los hábitos de vida —ejercicio físico, alimentación, horas de sueño, exceso de peso, uso de móviles, salud mental— de los alumnos españoles de 8 a 16 años, en la que alertó a autoridades, profesores y familias de notables deficiencias. Tres años y medio después ha llevado a cabo un seguimiento y una segunda evaluación a los mismos estudiantes, y el resultado es aún más negativo.
El retroceso se registra en todos los factores analizados, pero el «aumento más preocupante» es el del uso generalizado de móviles, tabletas u ordenadores. Los adolescentes españoles pasan de media cuatro horas frente a las pantallas electrónicas durante los días de clase y casi seis horas los fines de semana.
Estas cifras implican que, solo desde 2022, los escolares han incrementado en una hora y media diaria el tiempo dedicado al uso de estos dispositivos. Dedican once horas más a la semana a diferentes formatos de pantallas, lo que equivale a duplicar el tiempo invertido en días lectivos hace tres años y a un aumento del 36 % en fines de semana. Esta evolución supone pasar 25 días completos más al año frente a dispositivos electrónicos.
El uso excesivo se traduce en que el 80 % de los estudiantes de primaria y ESO superan a diario el tiempo máximo recomendado, y durante los fines de semana este consumo de riesgo afecta al 95,5 % de los menores de 16 años. Ante esta situación, la Fundación Gasol solicita a autoridades, centros escolares y familias que establezcan límites, ya que muchos menores han cruzado la frontera del consumo problemático, asociado a posibles adicciones y a diversos problemas de salud.
No obstante, las pantallas no son el único factor. El estudio constata un «deterioro preocupante» en el conjunto de los hábitos de vida, con resultados peores que los de 2022. Los menores de 16 años son cada vez más sedentarios. Actualmente realizan dos horas menos de actividad física moderada o vigorosa a la semana, lo que supone nueve horas menos al mes.
La calidad del sueño también ha empeorado, especialmente durante el fin de semana. En los días lectivos, solo seis de cada diez duermen lo que los especialistas consideran adecuado para su edad —entre 9 y 11 horas en el caso de niños de 6 a 13 años y entre 8 y 10 horas para adolescentes de 14 a 17 años—, pero en fines de semana apenas el 35 % descansa lo suficiente. Entre semana la cifra ha bajado un 4 %, mientras que en fin de semana el retroceso alcanza el 34 %.
La calidad de la alimentación también se ha reducido. En 2022, la mayoría de los menores presentaba una adherencia media-alta a la dieta mediterránea. Ahora predomina el uso medio, y el descenso más marcado se da entre quienes antes seguían una pauta especialmente saludable: los que tenían una alta adherencia han pasado del 46 % al 35 % (once puntos menos), mientras que quienes mantenían una alimentación deficiente son ya el 11,5 %, tres puntos más que hace tres años.
El doble de problemas mentales
Este deterioro general también tiene consecuencias sobre el bienestar psicológico. En tres años, casi se ha duplicado el porcentaje de escolares de 8 a 16 años que declaran malestar emocional. Más de un tercio afirman sentirse preocupados, tristes o infelices: han pasado del 18,3 % al 35,6 %.
El único indicador que no ha empeorado desde 2022 es el del exceso de peso, aunque ya entonces presentaba niveles elevados. Sin embargo, sí se ha incrementado la grasa abdominal entre quienes tenían peores hábitos. Según advierte la fundación, esto demuestra que los comportamientos poco saludables no corregidos en la infancia tienden a agravarse con el paso del tiempo.