El pasado octubre cuatro sistemas tropicales afectaron a la comunidad
02 ene 2025 . Actualizado a las 17:43 h.Galicia es país de borrascas por derecho propio. La palabra proviene del griego «borealis» y hace referencia al norte.
Los ciclones que afectan históricamente a la comunidad gallega son extratropicales. Se forman en las latitudes medias del hemisferio boreal, donde interactúa el aire frío que desciende desde el polo norte con el cálido que asciende desde el ecuador. Un elemento que caracteriza a este tipo de sistemas de bajas presiones es que lleva de la mano un frente, una estructura larga y estrecha, donde reside la fuente principal de la lluvia en la comunidad gallega, de intensidad moderada y de carácter persistente. Estas borrascas suelen recorrer la conocida como ruta de las tormentas o storm track, que va desde Terranova hasta Irlanda. Sin embargo, el nuevo orden climático está cambiando la dinámica ciclónica.
Cuando arrancó el 2024, la comunidad científica anunció una temporada muy activa de tormentas y huracanes en el Atlántico. Esta previsión se apoyaba en dos hechos fundamentales. El primero era la persistencia de aguas muy cálidas en el vecino océano. La evaporación representa el alimento básico de un ciclón tropical. Además, en el Pacífico, El Niño (fase cálida) comenzaba a diluirse para dar paso a La Niña (fase fría). Esta transición permitiría que los vientos en altura (cizalladura) que inhiben la formación de las tormentas en sus primeros días desapareciesen.
La previsión de unos meses activos en el Atlántico tropical no tendría porque suponer un riesgo importante para Galicia, pero la reciente experiencia ha alterado esa tranquilidad. Desde el 2016, se ha registrado un aumento de los ciclones tropicales que han afectado al noroeste peninsular. En la lista de casos destacan Ophelia (2017), Leslie (2018) y Pablo (2019).
De la misma forma que hay una ruta de las tormentas en el Atlántico norte que se mueve de oeste a este, hay otra en la región tropical que circula justo al contrario, de este a oeste. Nace en Cabo Verde y llega hasta el Caribe. Aquí, entre junio y noviembre, la temperatura media del agua se encuentra sobre los 26 grados. Los ciclones se van intensificando a medida que recorren esta autopista, pasando de tormentas hasta huracanes de categoría 5.
Debido al cambio climático, se está calentando la superficie terrestre, la atmósfera y también los océanos. En un Atlántico más cálido, la ruta de tormentas no solo se está ensanchando, sino que los ciclones tropicales se desvían hacia el norte y consiguen aguantar la condición de sistema tropical. Ophelia y Leslie, por ejemplo, mantuvieron la categoría de huracán a las puertas de las Península.
El caso Kirk
Además, hay otra nueva realidad ciclónica que el 2024 ha permitido comprobar experimentalmente. Cuando un huracán se desvía de su trayectoria natural hacia el norte, al final cruza aguas más frías y termina convirtiéndose en un sistema de bajas presiones normal de latitudes medias mediante un proceso conocido como extratropicalización.
Sin embargo, a veces el pasado tropical de la borrasca puede permanecer. Esto es algo que se vio con el huracán Kirk. Durante la primera semana de octubre, alcanzó categoría 4 en el Atlántico tropical, pero el día 8 se desvió en dirección nordeste, hacia Galicia. Durante el ascenso, a unos 41 grados latitud norte, sufrió esa metamorfosis meteorológica, aunque mantuvo algunas características propias de los sistemas tropicales, como aire cálido en su centro y valores de agua precipitable muy altos. Era, en realidad, un fenómeno híbrido.
Una borrasca que es mitad tropical y mitad extratropical representa algo nuevo para la meteorología gallega. Y eso se traduce en que los pronósticos que tratan de anticipar su evolución llevan implícito mucha incertidumbre. Ocurrió precisamente con Kirk. A falta de 24 horas para que este ciclón impactase en Galicia había tres escenarios. Finalmente se cumplió el que anunciaba que los vientos más fuertes se concentrarían especialmente en la provincia de Pontevedra, donde se notificaron 732 incidencias, desde caídas de árboles hasta inundaciones. En algunas estaciones se acumularon 120 litros por metro cuadro en 24 horas.
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El pasado octubre también sirvió para confirmar la amenaza que conlleva una actividad ciclónica frenética en un Atlántico tropical más cálido de lo habitual. Además de Kirk afectaron a la comunidad gallega Isaac, Joyce y Leslie. Acabó siendo un mes muy cálido y húmedo debido a la influencia de los trópicos.