La prensa y el público pueden estar presentes durante la proyección de los vídeos del caso Pelicot

María Viñas Sanmartín
María viñas REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Un cartel pide, en las calles de Aviñón, que los vídeos no se proyecten a puerta cerrada.
Un cartel pide, en las calles de Aviñón, que los vídeos no se proyecten a puerta cerrada. Manon Cruz | REUTERS

Tanto los periodistas como las personas que siguen las vistas desde la sala anexa deben apagar sus móviles cada vez que se reproduce una de las grabaciones de los abusos

04 oct 2024 . Actualizado a las 19:09 h.

Al poner sobre la mesa el debate del consentimiento, como en España lo hizo en su día la violación múltiple de la Manada, el caso Pelicot trasciende a un suceso concreto, funciona como palanca social. Por eso era tan importante la decisión de permitir o no la presencia de la prensa en el juicio durante la proyección de los vídeos de las agresiones. Fue la propia víctima la que dejó claro, nada más arrancar el proceso, que quería sesiones abiertas, pero cuando llegó el momento de ahondar en las imágenes de la barbarie el presidente del tribunal se inclinó por la prudencia y mandó cerrar la puerta. Razonó que los metrajes eran «indecentes y chocantes», y privó a los periodistas que cubren a diario las audiencias de unas pruebas que Gisèle Pelicot, violada sin saberlo durante casi una década, considera «irrefutables». Tras una nueva deliberación, que se alargó durante 90 minutos, el juez optó este viernes por anular el desalojo.

Que los medios de comunicación —y también el público asistente a las vistas— puedan ser testigos de las imágenes tomadas por Dominique Pelicot no significa, sin embargo, que los vídeos vayan a salir a la luz. En Francia está prohibido hacer fotografías y grabar en el interior de los juicios, por eso no hay ni una sola instantánea de los acusados, más allá de las captadas en los pasillos y de los bocetos de los dibujantes de tribunales. A partir de ahora, los periodistas podrán estar presentes en la sala en todo momento, también cuando se muestren las secuencias más crudas, y tendrán libertad para contar, de palabra, lo que allí suceda y vean. Eso sí, para evitar filtraciones, tanto ellos como los asistentes al proceso deberán apagar sus teléfonos móviles nada más arrancar las sesiones. El presidente del tribunal, Roger Arata, precisó que, dado el impactante carácter de las imágenes, cada vez que se vayan a emitir se hará un anuncio para que los que así lo deseen puedan abandonar las dependencias judiciales.

La marcha atrás en la decisión tomada el pasado 20 de diciembre se ejecutó tras escuchar a, entre otros, uno de los abogados de la víctima, Antoine Camus, que argumentó que si para algo sirven los vídeos es para hundir la tesis de «violación accidental» —«por falta de atención, por imprudencia»— sostenida por los acusados. «Lo que muestran —subrayó— es la violación oportunista». El letrado de la acusación particular señaló, por su parte, que si el público y la prensa no están presentes se corre el riesgo de que, «para salvar la cara», las defensas de los agresores hagan una interpretación sesgada de lo que sucede en los vídeos, aduciendo que las cosas no quedan claras.

Las grabaciones comenzaron a proyectarse este mismo viernes en presencia de la prensa y en la sala de retransmisiones contigua. Los pases, aclaró Roger Arata, no serán sistemáticos: solo se producirán en los casos «estrictamente necesarios para la manifestación de la verdad» y siempre a petición de una de las partes.