Los gallegos Javier y Jorge protagonizan el momento más hilarante de «Gran Hermano» en años: «De aquí a Hollywood»

P. V. LA VOZ

SOCIEDAD

El gallego Javier Mouzo, concursante de «Gran Hermano»
El gallego Javier Mouzo, concursante de «Gran Hermano» MEDIASET

Los dos concursantes entraron en la casa principal con una coartada falsa, y un acento argentino fingido, sin saber que el resto de compañeros ya conocen el engaño

25 sep 2024 . Actualizado a las 16:41 h.

Gran Hermano ha vivido un momento que pasará, con toda justicia, a la historia del programa de telerrealidad más longevo. Y los grandes protagonistas han sido dos de los concursantes gallegos, Jorge y Javier, especialmente este último. El programa se la jugó bien jugada a los dos participantes, obligándoles a entrar con una falsa coartada que previamente Jorge Javier Vázquez les había revelado al resto de habitantes de la casa de Guadalix. «Tenéis que seguirles el rollo», les ordenó el presentador bajo pena de expulsión fulminante. Y el resultado fue uno de los momentos más desternillantes del reality show de los últimos años —o de su historia—, tanto para los espectadores como para los propios concursantes, que se las vieron y se las desearon para ocultar sus ataques de risa.

Por poner en contexto en esta complicada edición de GH, en esta ocasión hay dos viviendas: una principal, la de siempre, en la que entraron la mayoría de los participantes; y otra más pequeña, «el Metro de Gran Hermano», que contó desde el principio con seis habitantes y que es desconocida por los de la casa grande. Los primeros residentes de esa especie de purgatorio al que van pasando también los «expulsados» fueron desfilando semana a semana a la casa principal siempre bajo una falsa coartada. Violeta y Luis, viejos conocidos del pueblo con una historia pasada, se hicieron pasar por excuñados bajo los nombres de Ainara y Diego; Lucía y Silvia, hermanas mellizas, fingieron ser novias; y solo faltaba la entrada de otros dos concursantes a la casa principal: los gallegos Jorge Pérez, militar de 32 años, y Javier Mouzo, marido y compañero de dúo musical de Vanessa, otra de las concursantes.

Entre Jorge y Javier no había ninguna relación previa, más que haber convivido en el metro de GH, pero el programa les obligaba a entrar con una falsa conexión. Y se inventaron una rocambolesca. El cantante Javier Mouzo se haría pasar por el hermanastro de Jorge, pero con un giro de tuerca. Era hijo de un escarceo que había tenido el padre del militar durante una estancia en Argentina, y ahora le reclamaba parte de la herencia que le correspondía como vástago. Lo difícil es que, para mantener esa coartada, tenía que hablar de ahora en adelante con lo que él cree que es un perfecto acento argentino.

Javier y Jorge se prepararon el papel a conciencia, creyéndose ya unos actores de Óscar. Pero no sabían que el programa iba a desvelarles a los habitantes de la casa principal todo el asunto antes de entrar. Y les obligó a seguirles el juego. No era una tarea fácil.

Jorge entró primero. Con su acento normal, explicó parte de su vida y conoció a sus compañeros. Hasta ahí, ningún problema. La complicación llegó con Javier. Las presentaciones fueron bien. Dos besos, encantado de conocerte, esta es la casa... Mientras, Jorge dramatizaba ante la entrada del supuesto hermanastro que reclama su herencia.

Y entonces llegó el show. «Os cuento», empezó Javier a explicar su falsa historia con un acento que intentaba pasar por porteño. «Mi nombre es Javier, tengo 41 años», arrancó. Algunos de sus compañeros —especialmente quienes habían convivido con él en la casa pequeña— no pudieron aguantar ni un segundo. Salieron en espantada hacia las habitaciones para estallar de la risa en privado, mientras alguno se intentaba tapar el rostro. La escena parecía, en opinión de muchos, como de una película de los hermanos Marx. Los concursantes se sentaban, se levantaban, iban a la cocina con el pretexto de llenar vasos de agua. Lo que fuera por intentar no descojonarse en su cara.

Segundos después fueron volviendo, ya más calmados, aunque todavía enjugándose las lágrimas de los ojos. Fue Jorge, el militar, quien siguió contando el relato del problema familiar que se traían entre manos. Llegó entonces el momento que volvió a hacer que el resto de concursantes bajasen del todo la guardia. «En el 2015, mi padre fallece y días más tarde nos llega una carta de que hay un señor que nos está reclamando parte de la herencia», narró, explicando que los apellidos no coincidían. Mientras, sus compañeros, ahora sí, mantenían la compostura. Jorge siguió: «Mi padre es Pedro Pérez Pérez, y yo soy Jorge Pérez Noya; y este hombre es Javier...». Silencio dramático. «Ozón González, pelotudo», contesta con perfecto timing cómico Javier, provocando un nuevo ataque de risa de más de la mitad de sus compañeros, que ocultaban como podían sus reacciones, algunos con más éxito que otros.

Había quienes, sin embargo, disimulaban a la perfección. Edi, Laura, Mayte o  Maica ni siquiera esbozaban una sonrisa. Y esta última hasta parecía empatizar con la triste historia familiar inventada. «Me sabe supermal», decía, para mayor hilaridad de la escena.

El caso es que a ellos les coló. Ya en el confesionario se mostraban completamente orgullosos de su hazaña. «De aquí a Hollywood», le dijo Javier al presentador de Gran Hermano, «sigamos el camino hacia los Óscar», mientras se regocijaban de su increíble actuación a la altura de Al Pacino y Marlon Brando. Además, el ferrolano decía que, como todas las mejores historias, esta «está basada en un hecho real, y la real supera a la ficción».

Mientras ellos estaban encerrados en el confe Jorge Javier Vázquez, que tampoco fue capaz de ocultar las carcajadas durante ese momento ya histórico, entraba en directo con el resto de concursantes de la casa para ponerse serio con ellos. Y les recordó que ni Jorge ni Javier pueden darse cuenta de que ellos ya conocen la historia falsa. «Nos estamos jugando una expulsión fulminante», les advirtió.