Un estudio del ISGlobal llevado a cabo en 35 países europeos pinta un panorama complicado, aunque apunta algunas mejorías a partir de las medidas adoptadas desde el verano del 2003
12 ago 2024 . Actualizado a las 19:06 h.Las alertas sanitarias y las campañas de concienciación para que ciudadanos e instituciones adopten medidas de protección frente al calor extremo estival están más que justificadas. Las altas temperaturas mataron el año pasado, fundamentalmente en los cuatro meses del verano, a 8.352 españoles, según el estudio en 35 países europeos realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), un centro de investigación impulsado por Fundación La Caixa, que publicó hoy sus resultados en la prestigiosa revista científica Nature Medicine.
No se trata de decesos vinculados directamente a excesos fulminantes de temperatura, como pueden ser los golpes de calor o las deshidrataciones graves, que son más bien males esporádicos, se trata de enfermedades desencadenadas o agravadas por el calor extremo, en muchos casos en pacientes crónicos y ancianos, que anticipan o aceleran su muerte. Entre ellas destacan las patologías hipertensivas, los trastornos metabólicos, la diabetes, los trastornos seniles, los fallos renales o las dolencias respiratorias y cardiovasculares.
La investigación señala que el 99% de estos fallecimientos anuales se produce en la estación estival en un sentido amplio, entre el 29 de mayo y el 1 de octubre, cada vez más tórrida por efecto del calentamiento global. De hecho, solo en las dos grandes olas de calor del verano pasado, la que fundió los termómetros a mediados de julio y la del final de agosto, se produjeron 4.760 muertes achacables a temperaturas extremas, casi una de cada seis (57%) de las estimadas en todo el año.
Pero no todos los ciudadanos corren idéntico riesgo. Los investigadores han determinado que la mortalidad por calor en las mujeres españolas es un 55% más elevado que en los hombres y que el colectivo de mayor riesgo con mucha diferencia son los mayores de 80 años, el grupo de edad con la tasa más alta de fallecimientos, hasta ocho veces superior que la de los jubilados más jóvenes.
Tampoco los efectos letales son iguales en todo el territorio, motivo por el que las alertas sanitarias por temperatura cada vez están más comarcalizadas. Si la media de fallecidos española se sitúa en 175 decesos por millón de habitantes, el mayor riesgo se vive en las Canarias, con especial gravedad en La Gomera, La Palma y El Hierro, las tres islas por encima de 500 muertes por millón. En la península, el interior de Andalucía, Aragón y La Mancha marcan los máximos, con Ciudad Real, Córdoba, Teruel o Jaén con tasas superiores a las 260 muertes por millón.
El equipo de investigadores cruzó los datos de temperatura y mortalidad de 823 regiones de 35 países europeos, en las que el año pasado las temperaturas extremas causaron 47.690 muertes. La conclusión es que España es el cuarto territorio con una mayor tasa de decesos por esta causa en relación a su población. Solo le aventaja la enorme mortandad de Grecia (393 muertes por millón), Bulgaria (229) e Italia (209). Si solo se mirasen los totales, sin poner en proporción, España sería el segundo país con más fallecidos en 2023, solo por detrás de Italia (12.742). Las tasas más altas de mortalidad se registran en el área mediterráneo, mucho más caluroso, frente a los efectos muy escasos de Dinamarca (32), Finlandia (24) o Irlanda (12) y los prácticamente inexistentes de Suecia (1) o Islandia (cero).
El segundo peor año El año pasado fue el segundo peor ejercicio de mortalidad por calor en Europa de la última década. Le aventajó el verano de 2022, el año más caluroso desde que hay registros, que solo en España se estima que causó 11.300 muertes. No obstante, los propios investigadores de ISGlobal consideran que sus cálculos de decesos son más bien conservadores. Piensan que subestiman los daños del calor por disponer solo de registros semanales de muertes, no diarios. Consideran que el número de fallecidos en Europa en 2023 está posiblemente más cerca de las 58.000 personas (un 20% más que la certificada), lo que colocaría la cifra para España en 10.306 fallecidos por calor.
Uno de sus hallazgos más esperanzadores es el que indica que la mejora de las medidas contra las altas temperaturas tomadas en Europa en los últimos 20 años, tanto por los poderes públicos como por los ciudadanos, han reducido hasta en un 80% el número de las muertes anuales que podrían haber producido las cada vez más altas temperaturas. Calculan que si las temperaturas extremas del verano de 2023 se hubiesen producido en iguales fechas de los primeros cinco años del siglo las muertes por calor hubiesen alcanzado a 85.000 personas y habrían más que duplicado las registradas el año pasado entre mayores de 80 años.
Un desafío a corto plazo
Este dato tan positivo se debe a la eficacia de los planes preventivos y de actuación contra las altas temperaturas lanzados por todos los países a raíz de la gran mortandad del verano de 2003 (alertas sanitarias, organización de recursos médicos, campañas de concienciación sobre los riesgos, creación de refugios climáticos, adaptación de hospitales, centros y residencias, reorganización de horarios de trabajo, etc.), a los mejores comportamientos individuales y a avances socioeconómicos como la proliferación del aire acondicionado, al que le atribuyen un tercio de la reducción de muertes.
No obstante, los investigadores avisan que el avance de las temperaturas extremas irá a peor y muy rápido. En 2027 se estima que todo el planeta habrá superado los 1,5 grados de calentamiento global que los Acuerdos de París consideraron como un gran peligro. Por ello, reclaman, hay que frenar el proceso de cambio climático con recortes más ambiciosos y rápidos de las emisiones de CO2 y multiplicando las actuales medidas y planes de adaptación a temperaturas extremas.