La frecuencia y magnitud de los incendios forestales extremos se ha duplicado en veinte años
SOCIEDAD
Los fuegos más virulentos e incontrolables se vienen sucediendo desde el 2017, como se ha visto en Canadá y Australia
25 jun 2024 . Actualizado a las 09:08 h.Australia, California, Canadá... Los incendios forestales han asolado estas áreas geográficas en los últimos años con una intensidad nunca vista. No solo son fuegos gigantes que apenas pueden ser extinguidos por medios humanos, sino también muy virulentos. Son ejemplos de incendios extremos, cuya frecuencia y magnitud se ha duplicado en los últimos veinte años como consecuencia del cambio climático.
Al menos así se recoge en un estudio publicado en la revista científica Nature Ecology & Evolution, en el que los investigadores utilizaron datos de satélite entre los años 2003 y 2023 para comprobar la magnitud y la intensidad de las llamas. Los incendios más devastadores, según se recoge en la investigación, ocurrieron a partir del año 2017, lo que sugiere que esta podría ser una tendencia que se mantendrá en el futuro. El trabajo ha sido liderado por Calum Cunningham, de la Universidad de Tasmania (Australia).
Los investigadores también han desvelado que el Neártico, la región terrestre que comprende Groenlandia, Alaska, Canadá, Estados Unidos y la Meseta Central mexicana, así como Australasia/Oceanía fueron los más afectados por los eventos extremos. Además, constataron que el aumento de los eventos extremos fue impulsado principalmente por incendios más intensos en los bosques templados de coníferas y boreales, incluso en América del Norte y Rusia.
Estos incendios provocan la pérdida de vidas humanas, propiedades, ganado, vida silvestre y hábitat, y causan miles de millones de euros en daños. Pero además, la contaminación atmosférica asociada a estos tremendos eventos ha causado miles de muertes adicionales en todo el mundo, especialmente en las zonas más afectadas.
Pese a todo esto, el conocimiento sobre este tipo de desastres naturales o las proyecciones de cómo serán en el futuro es todavía muy limitado. En todo caso, el equipo de investigadores sugiere que esta situación estar relacionada con el aumento de la aridez en estos bosques en los últimos años debido a los cambios climáticos.
Las conclusiones de la investigación, sin embargo, no han sorprendido demasiado a los científicos, que ya venían advirtiendo desde hace años, en consonancia con los estudios de impacto sobre el cambio climático que se venían publicando, que esta situación iba a ocurrir.
La virulencia de los incendios en las últimas décadas ha sido especialmente intensa en los bosques templados y de coníferas, dos biomasas clave para el almacenamiento de carbono y evitar su liberación a la atmósfera, con lo que aumentarían aún más los efectos del cambio climático.
«Los resultados son trascendentales, ya que revelan cómo estamos cambiando la frecuencia de eventos extremos a nivel global, lo que impacta en multitud de aspectos socioeconómicos y ecológicos», explica Víctor Fernández-García, investigador en la Universidad de Lausana (Suiza) especializado en ecologismo y pirogeografía, en una reacción recogida por Science Media Center (SMC) España. El experto también introduce un matiz: «Hay que ser cautelosos para no confundir las tendencias globales con las tendencias regionales, ya que para los biomas (ecosistemas que comparten características comunes) que nos atañen en la península ibérica no se detectaron tendencias significativas».
Cristina Santín Nuño, investigadora Ramón y Cajal en el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (CSIC-Universidad de Oviedo) destaca por su parte que «el tipo de incendio al que nos enfrentamos está cambiando», por lo que «es importante que nosotros, como sociedad, seamos conscientes de esto y sepamos cómo actuar. No saber hacerlo, no prepararnos para ello, nos puede costar mucho: vidas humanas, desastres medioambientales y grandes pérdidas económicas». La investigadora lanza otra reflexión: «Cada vez nos enfrentamos a fuegos más extremos, grandes y peligrosos. Es decir, no se pueden apagar. Queman enormes superficies en muy poco tiempo y a muy alta intensidad, por lo que son muy peligrosos tanto para los dispositivos de extinción como para las personas que viven en esas zonas».
Eduard Rojas Briales, exdecano del Colegio Oficial de Ingenieros de montes y presidente de PEFC-Internacional, subraya que el estudio «encaja con las evidencias disponibles», pero también entiende que los megafuegos no tienen una causa única, ya que también influye la gestión de las explotaciones forestales. «En el caso del Mediterráneo europeo —dice— la virulencia de los fuegos se debe sin duda a la exacerbación del cambio climático, pero no menos al abandono del medio rural, al emboscamiento activo (repoblación) y pasivo (invasión espontánea) y a la política de extinción sistemática de todos los incendios».
Este exeperto advierte de que aunque el estudio muestra calidad científica, se basa solo en información satelital y no tiene en cuenta otros factores relevantes como la gestión forestal aplicada en cada zona o la densidad de población.