El exconcursante de «Pasapalabra» es la última incorporación al concurso que presenta Rodrigo Vázquez en La 1 de TVE
06 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando tenía solo 19 años debutó en televisión para probar la experiencia de participar en concursos. El joven burgalés Orestes Barbero es la última incorporación de El cazador, el concurso que emite La 1 (lunes a viernes, 18.30 horas) presentado por Rodrigo Vázquez, tras convertirse en uno de los personajes más queridos por la audiencia. Anteriormente participó también en Pasapalabra, donde estuvo durante 360 programas y ganó el bote de 1.828.000 euros.
—Ha pasado de participar en concursos para llevarse un dinero a poner dificultades a que otros lo hagan. ¿Cómo lo afronta?
—Lo afronto con filosofía, procurando empatizar con los concursantes y que pasen un rato agradable, pero a la vez manteniendo el perfil que me toca asumir ahora mientras me concentro en las preguntas. Me animó a presentarme al programa, por un lado, el hecho de que es la meca del concursante cultural donde ya trabajas de ello; y, por otro, el que es una oportunidad que debe llegarte ofrecida y, por tanto, hay que agarrarla cuando llega, porque es irrechazable.
—¿Es poli bueno o malo en «El cazador»? ¿Cómo se le ocurrió el apodo de El Espartano?
—No creo que la clave consista en adoptar un perfil. Actúo desde el rol que la posición exige, pero a la vez con naturalidad. Seré simplemente el poli Orestes. Con su personalidad, pero a la vez echando el resto. Podríamos decir que poli bueno y malo a la vez [risas]. El apodo de El Espartano me vino propuesto, y como me pareció adecuado porque evocaba las heroicidades de la Antigua Grecia a la par que el tesón de entregarse a fondo, me encantó.
—Para ser un «cazador» hay que contar con un nivel alto. ¿Se ha preparado de alguna manera especial?
—Hay que estar especialmente atento a la actualidad, sobre todo a los últimos años en música y series, donde yo tengo alguna ventaja, pero tengo que dar un plus de preparación para tener más efectividad. Por lo demás, que es la gran mayoría, el grueso lo hace el bagaje que ya llevamos a las espaldas, gracias en grandísima medida a la preparación, la intuición y el sexto sentido para andar siempre atentos a cualquier migaja de resonancia mínimamente cultural.
—Usted ya participó previamente en este concurso, incluso su equipo logró imponerse a Erundino y se llevó 30.000 euros en la caza final. ¿Empatiza más con el concursante ahora que es cazador?
—Completamente. Te hace vivir con dedicación y alegría cada programa para que la experiencia de cada concursante sea, en lo que incumbe a tu persona, lo más grata posible más allá de que se lleven premio o no.
—¿Cómo compagina el programa con las clases en la universidad?
—Muy bien. Es una de mis mayores alegrías por ser compaginable casi completamente, salvo algunas coincidencias que se pueden apañar.
—¿Qué lo animó a apuntarse a concursos de televisión?
—Fue poco después de cumplir la mayoría de edad, así que aunque podía contemplarlo como un beneficio colateral, no podía contar con ganar dinero como algo seguro; por lo que lo que más me llamaba era el ponerme a prueba rindiendo lo mejor posible en formatos culturales que, a priori, son para personas más adultas. Las buenas participaciones que vinieron después ya cambiaron las cosas, y las puertas que me ha abierto el animarme en su día no podía ni imaginarlas remotamente.
—Fue uno de los concursantes que más tiempo duró en «Pasapalabra». ¿Cómo fue aquella preparación? ¿Tuvo que sacrificar parte de su vida para dedicarse a ello?
—El que más, para ser exactos, y con bastante diferencia [risas]. Pues el sacrificio más que ser a lo largo de la semana —donde perdía clases y fechas de exámenes, pero me lo tomaba con tranquilidad porque sabía que estaba viviendo un inciso excepcional— fue por lo extenso de la participación a lo largo de año y medio, que al ir acompañada de tanta sobreexposición social acaba mellando. No te deja desconectar del todo cuando estás a otras cosas de tu vida.