La vida tras el suicidio de una hija: «Esto le puede pasar a cualquiera»

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

SOCIEDAD

En un patio interior de su edificio, Marián ha creado un mural en homenaje a su hija. Hay de todo, plantas, piedras y muchos  símbolos, como las mariposas: «Las tenía en la colcha y de alguna forma simbolizan la transformación de un ser en otra cosa»
En un patio interior de su edificio, Marián ha creado un mural en homenaje a su hija. Hay de todo, plantas, piedras y muchos símbolos, como las mariposas: «Las tenía en la colcha y de alguna forma simbolizan la transformación de un ser en otra cosa» M.MORALEJO

Marián y Beni afrontan la inesperada pérdida de su hija Uxía, de 14 años, hace un año y medio; promueven la creación de grupos de ayuda a supervivientes en Galicia

05 feb 2024 . Actualizado a las 10:49 h.

El día que todo cambió fue un día normal. Era lunes, hacía buen tiempo. Los exámenes iban bien.

—¿Qué tal el de gallego?

—Bien, ¡seguro que saco un 10!

—¡Choca esas cinco!

La niña saludó de buen humor a su madre cuando esta volvió del trabajo. Se llamaba Uxía y tenía 14 años. Cursaba segundo de la ESO en un colegio de Vigo. Sacaba buenas notas, quedaba a menudo con sus amigas, jugaba con su hermana mayor. Reía. Charlaba con sus padres. De vez en cuando decía que era feliz. Nunca hubo sospechas de bullying o de violencia. Tampoco ningún problema de salud mental. Ni tristeza, ni ansiedad. Era una niña vitalista, hacía manualidades y le encantaba la música. Esa mañana había salido de casa bailando camino del cole, porque le encantaba bailar. Unos meses antes, la familia había viajado a Portaventura. Ese verano, Uxía planeaba ir a varios conciertos en Castrelos y a algún campamento.

Por la tarde, hubo una pequeña discusión en casa. Fue el típico conflicto familiar intrascendente: cosas desordenadas, alguna riña. La niña lloraba mucho, pero cuando su padre se acercó a hablar con ella y a abrazarla, ella le dijo que se encontraba bien. Unos minutos después, a última hora del día, Uxía decidió suicidarse.

Uxía, con 14 años, en un viaje familiar, en una imagen cedida por sus padres
Uxía, con 14 años, en un viaje familiar, en una imagen cedida por sus padres

«Nosotros teníamos una vida como la de cualquier familia hasta el 13 de junio del 2022 y en una tarde, de repente, todo se torció», reflexiona en su casa de Vigo el padre de Uxía, Benito Pinal, que trabaja en el puerto de Marín, «fue una devastación». Marián Pena y Benito Pinal (ambos tienen ahora 51 años) y Antía (18) se adentraron inesperadamente en un camino que nunca pensaron que iban a tener que transitar.

«Esto le puede pasar a cualquiera», repiten los padres varias veces, en una larga conversación. Es una frase que desafía. Ellos mismos reconocen que no la habrían entendido antes de aquella tarde.

Esa frase conduce inevitablemente a una pregunta. Un signo de interrogación gigante, que nunca desaparece, que probablemente nunca se vaya. «Dudas de todo, pero nunca sabremos por qué lo hizo», explicita la madre, Marián Pena, enfermera en el Hospital Álvaro Cunqueiro. No hay un porqué o, al menos, no lo conocen. Es un callejón sin salida en el que no pueden evitar colarse. Su única certeza es que su hija «no supo gestionar lo que le estaba pasando en ese momento».

En los hospitales gallegos existen desde hace tres años unidades de prevención del suicidio. El psicólogo José Rodríguez Otero, que trabaja en la del Álvaro Cunqueiro de Vigo, aclara que a veces tratan a jóvenes que se han autolesionado y que nunca habían dado una señal de alarma. «Hay artículos que dicen que hasta un 30 % son minimal warning [advertencia mínima]: nunca se ha visto ningún problema, no hay antecedentes de salud mental y la situación con su familia es buena», detalla, «en los jóvenes pesa más la impulsividad».

El presidente de Papageno, una asociación de profesionales que ayuda a prevenir el suicidio y a familiares de fallecidos, el psicólogo Daniel López Vega, explica que en la mayoría de los casos «la familia sí tiene una hipótesis». Pero matiza que el suicidio es un fenómeno multicausal y no suele tener detrás una explicación simple. Aunque no fue el caso de Uxía, muchas veces sí hay señales de alarma: conversaciones que aluden a despedidas, regalos de testamentos, cartas.

Sobrevivir

El duelo por suicidio es diferente al resto. «Es un duelo estigmatizado, que a veces no pueden hablar ni siquiera con su propia familia», dice López Vega. «Hay estigma, vergüenza, culpabilidad. Si alguien muere por un accidente, su familia no se siente culpable; aquí piensan que no se dieron cuenta».

«Yo me decía que si me pasaba algo así no iba a poder superarlo; el mundo me ha cambiado, pero nunca sabes la fuerza que puedes llegar a tener dentro», comparte Marián, que vive en una montaña rusa emocional. Muchos días revisa las fotos y vídeos de su hija. Y ríe. Y también llora. Cuando Beni la telefonea, en su móvil suena un rap que Uxía le dedicó a su padre. Cuando llama Antía, se escucha a la niña cantando a capella una canción de agradecimiento a su madre. A veces no coge a la primera para escucharla entera.

Lo que la familia nunca ha hecho ha sido ocultar la causa de la muerte. Jamás evitan la palabra suicidio. Por eso hablan ahora abiertamente y piden que salga la foto de su hija.

En un patio interior de su edificio, Marián ha creado un mural en homenaje a su hija. Hay de todo, plantas, piedras y muchos  símbolos, como las mariposas: «Las tenía en la colcha y de alguna forma simbolizan la transformación de un ser en otra cosa»
En un patio interior de su edificio, Marián ha creado un mural en homenaje a su hija. Hay de todo, plantas, piedras y muchos símbolos, como las mariposas: «Las tenía en la colcha y de alguna forma simbolizan la transformación de un ser en otra cosa» M.MORALEJO

Hace meses, Marián empezó a crear un mural-jardín en un patio interior de su edificio y trabaja en él a menudo. Ha puesto piedras de colores, plantas, la silueta de una niña en el columpio... También le escribe un diario, le cuenta cosas, le dice que la añora.

Después de año y medio, la familia trata de volver a conectar con aquella Uxía a la que adoraban, pero también con la Uxía que no será. «Lo que has perdido es infinito», reflexiona el padre, «pero lo que todavía tienes también es infinito». 

Promueven Galicia Vive, un grupo de ayuda entre supervivientes 

El proceso de duelo de Beni y Marián está siendo a distancia. Unas semanas después de la muerte de Uxía, él buscó en internet algún recurso para gestionar el duelo. Eso lo llevó a Papageno y al grupo de familias con el que trabajan en Andalucía, que se llama Ubuntu. Son los supervivientes. Empezó a asistir a las reuniones por vía telemática. «Son grupos que te permiten estar conectado con gente que te escucha, que no te juzga y que ha vivido un duelo que es especial», dice. A Marián le costó empezar, porque creía que ya tenía gente con la que hablar, familia, amigos. Después se metió tan a fondo que acabaron yendo a Andalucía a un encuentro de familias.

Ahora, Papageno quiere montar un grupo de ayuda mutua en Galicia. Lo han bautizado Galicia Vive. El 19 de febrero celebran un encuentro a las 19.30 horas en el centro cívico de Teis, en Vigo, al que se puede sumar quien quiera. «Va a ser una charla de sensibilización sobre el duelo del suicidio, luego trataremos de componer el grupo de ayuda mutua con las familias que quieran sumarse», dice Daniel López Vega. Su idea sería montar varios grupos en Galicia, en torno a las grandes ciudades. «En los grupos se pueden aprender recursos para afrontar el duelo. Hay gente que ha vivido lo mismo y dice: ‘Yo hacía esto'». Además de Beni y Marián, hay otra familia participa en reuniones telemáticas.

En Galicia, los familiares de personas que se suicidan no tienen ningún acceso preferente al psicólogo. Hay consultas para la prevención, pero no las hay para el día después, para lo que los expertos llaman la posvención. «Los supervivientes tienen mucho riesgo de duelo complicado», dice José Rodríguez, el psicólogo de la unidad de prevención, «pero tienen que ir a la atención ordinaria... con sus plazos». Eso, o pagarse una consulta.

El 2022, el último año con datos oficiales, marcó récords. En España murieron 4.227 personas por suicidio. En Galicia, fueron 328 según el INE y 340 según el Imelga, que se encarga de las autopsias. Dos no llegaban a los quince años y quince más tenían menos de 30. En España fueron 8,57 muertes por cada cien mil habitantes. Las comunidades con mayor tasa son Asturias (12,5) y Galicia (12,2).

Aunque es habitual achacar el fenómeno a problemas de salud mental, un estudio reciente de la Universidad de Santiago y del Sergas sobre las muertes por suicidio en Galicia entre el 2013 y el 2016 descubrió que algo menos de la mitad de las personas habían tenido prescritos psicofármacos y que solo uno de cada cuatro tenían un diagnóstico psiquiátrico.

Recursos

024

Es un número del Ministerio de Sanidad que atiende las 24 horas del día de forma confidencial a personas con pensamientos, ideaciones o riesgo de conducta suicida, y a sus familiares y allegados

633 169 129

Es el contacto de la asociación Papageno, al cual se puede escribir por mensaje de WhatsApp tanto para la prevención como para la afrontar la pérdida de un familiar. El correo es secretaria@papageno.es.