Madres con 40 o más años en Galicia: «Cada vez isto é máis común, os anos non poden ser un obstáculo»
SOCIEDAD

El 14,4 % de los bebés que nacen en la comunidad son de progenitoras de esta edad; es el porcentaje más alto de España, que lidera la tasa de la UE; los expertos creen que la dificultad para conciliar «es un problema de Estado»
25 jun 2023 . Actualizado a las 12:37 h.El país de la Unión Europea donde se registran más nacimientos de bebés de madres que superan los 40 años es España. Y, dentro de la estadística nacional, Galicia lidera el ránking, elevando la media global, situada en el 10,7 %. En la comunidad el 14,4 % de nacimientos del 2021 fueron con madres de 40 o más años. Le siguen en esta lista Asturias (12,4 %), Madrid (12,3 %) y Cantabria (12,2 %). Mientras que las regiones del sur de la Península, así como Ceuta y Melilla presentan los mejores promedios, aún estando siempre por encima del 8 %.
Estos datos se desprenden del informe Focus on Spanish Society, que publica el centro de análisis Funcas. Indica que España presenta unos índices que doblan a los de países de la Unión Europea. Si el porcentaje de nacimientos de madres de 40 años o más sobre el total es el citado 10,7 %, en Francia es del 5,1 %, en Alemania del 4,9 % y en Suecia del 4,6 %. Es decir, que el caso español dobla a de esas naciones. En registros próximos al español figuran Grecia (9,7 %), Italia (8,7 %) y Portugal (8,5 %).
¿Qué explicación hay para esos datos? «Se ha producido un cambio cultural en el modelo de tener hijos y ejercer la crianza. Se piensa dar a los hijos cosas que en otro momento no se pensaban. Todo tiene que ser más perfecto», señala Raquel Martínez Buján, decana de la Facultad de Socioloxía de la UDC. «Pero ese cambio cultural se ha dado en toda Europa —añade— y aquí somos el país en donde se tienen los hijos con mayor edad y se tienen menos hijos. Y eso no tiene que ver solamente con ese cambio cultural, sino con las escasas posibilidades y la inseguridad económica y laboral. Los jóvenes no se pueden ni independizar hoy en día. El problema ya empieza ahí».
Ana Argiz es la directora de la escuela de Madres de Ames, uno de los ayuntamientos con mejor balance demográfico de Galicia. «Yo también soy madre cuarentona», señala. Tiene claro el motivo de esa tardanza, que desafía a la fertilidad natural. «La maternidad se retrasa mucho porque la conciliación es muy complicado en nuestro país. En otros hay medidas mucho más efectivas. Eso hace que las mujeres esperen a ser madres, aguardando quizá un momento mejor. Por eso nos retrasamos todas». ¿Y qué medidas se echan en falta? «Pues creo que lo más importante es aumentar el tiempo de permiso por maternidad —señala—. Ahora mismo no llega ni a cuatro meses, cuando la OMS recomienda un mínimo de seis meses de lactancia materna y cuando una mamá tiene que ir a trabajar ocho horas es casi imposible. Como mínimo, deberían ser seis meses, pero hay un montón de países europeos que tienen más de seis meses. Es solo una de las muchas medidas que habría que tomar».
Incremento constante
El estudio de Funcas refleja que en España el porcentaje de nacimientos de madres de 40 años o más respecto al total de nacimientos lleva aumentando desde 1993. Entonces, representaba el 1,8 % y se ha multiplicado hasta el último registro, ese 10,7 % del 2021. Laura Seara, la exdiputada que fue secretaria de Estado de Igualdad en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el 2011, dirige una consultora que diseña planes de igualdad para empresas. En ese incremento ve una causa-efecto de lo que vivió en los noventa cuando era estudiante. «Empecé a militar en el feminismo y se hablaba entonces de las huelgas de úteros —recuerda—. ¿Qué era eso? Pues que dejamos de parir. En España dejaron de nacer niños, porque las mujeres llegaron a unos niveles de educación superiores a los hombres, con mejores expedientes y siendo mayoría en las universidades españolas. Esas mismas mujeres, que nos formamos a finales de los noventa y principios de los 2000, somos las que decidimos luego ser madres rozando o superando los 40. No quisimos tomar esa decisión entonces y lo hicimos cuando creímos que pudimos serlo».
«Este es un problema de Estado que está sin resolver»
Detrás de los datos hay una realidad social y económica. «Hoy tenemos un modelo de familia que se basa en el doble sustentador. Los dos miembros de la pareja trabajan. Ese modelo se ha hecho hegemónico desde los 90 y no se ha acompañado con unas medidas de apoyo a la familia y la conciliación. Es posible que si tienes un hijo no puedas trabajar al mismo nivel y que incluso pierdas el empleo», apunta Martínez Buján. «Se trata de que haya un conjunto de cosas que haga que una persona vea que le van a facilitar el tener hijos», dice Ana Arguiz, que se encuentra con la misma realidad constantemente. «Las mujeres son responsables y quieren ser madres cuando más preparadas estén. Cuando ven que fuera no hay esa ayuda y que mantener el trabajo es complicado, todo se va retrasando un poco», añade.
En ese sentido, Laura Seara habla de la otra cara de la misma realidad: «En los planes de igualdad que hacemos se ve todo muy claramente en lo relativo a las edades. Hay una participación muy importante de mujeres cuando terminan las carreras y los másteres hasta los 33, 34 y 35 años. A partir de ahí hay una especie de desaparición. Y a partir de los 43 y 44, volvemos a aparecer. Eso se corresponde con la edad de maternidad y crianza. Ellos no tienen esa penalización, la tenemos nosotras. ¿Me tengo que preguntar si ser madre me va a perjudicar? No tengo que preguntarme eso, porque los hombres no se lo preguntan. Las números uno de las promociones y las oposiciones no pueden hacer ese esfuerzo para luego renunciar a su vida profesional. Es que, además, no es necesario hacerlo. Esto debe ser una política de Estado porque es un problema de estado que está aún sin resolver».
Pero más allá de la maternidad después de los 40, se encuentra el problema del segundo hijo. Lo precisa Raquel Martínez Buján. Considera que ahí reside una de las claves del problema demográfico español en general y gallego en particular. Apela a los datos: «En la encuesta de fecundidad del INE del año 2018 el 46 % de las mujeres de 40 a 44 años dicen que han tenido menos hijos de los que deseaban tener. Todo esto genera que solo puedas tener un hijo. El primer hijo se suele tener, pero el segundo y otros que se desean no, cuando el ideal de familia sigue siendo dos hijos. Y ahí entran razones económicas, laborales, de conciliación y también, en muchos casos, el haber esperado mucho a tener el primero».

José Codesido López, ginecólogo: «El 80 % de los tratamientos de fertilidad que hacemos son por un tema de edad»
El retraso cada vez mayor en el momento de la concepción de los hijos tiene un reflejo claro en los centros de reproducción asistida. Lo corrobora José Codesido López, ginecólogo y director del Instituto de Reproducción Asistida La Rosaleda de Santiago. Trata a diario con mujeres que tienen dificultades para quedarse embarazadas después de los 40 años.
—¿Cuál es la edad media de sus pacientes?
—Cuando comencé, en el año 1999, el 80 % de mis pacientes eran menores de 40 años. Actualmente es al revés: el 80 % de los tratamientos de fertilidad que hacemos son por un tema de edad. Antes la motivación era fundamentalmente médica. Ahora es por la edad.
—¿Esos embarazos qué importancia tienen en el global de los nacimientos?
—La natalidad va descendiendo de una manera progresiva y alarmante. Pero si analizas los embarazos por encima de los 40 años, esa natalidad va en aumento. Desde hace 15 años el número que paren desde los 40 en adelante se incrementa constantemente.
—¿Cuál es la situación para lograr un embarazo una vez que se cumplen los 40?
—Cada caso es diferente, de acuerdo al estado de salud general de cada mujer. Pero hay una cosa clara: la fertilidad disminuye gradualmente por encima de los 40 años. Siempre va a ser más difícil.
—¿Hay una relación entre esos tratamientos y la posibilidad de que los embarazos sean de gemelos o mellizos?
—Sí y no. Con la edad, la posibilidad del embarazo gemelar aumenta. Fijémonos en las familias numerosas que había antes. Justo los últimos eran los gemelos. Eso es lo natural y con las técnicas de reproducción si no se hace una transferencia de embrión único, se incrementa esa posibilidad.

Berta Reymúndez, madre a los 40: «Os anos non poden ser un obstáculo para converterse en pais»
Berta Reymúndez Baña es de Baio (Zas) y tiene 42 años, que pronto serán 43. Se convirtió en madre tras entrar en una nueva década, a escasos días de cumplir los 41. Su hija Mariña celebrará la próxima semana su segundo aniversario. Esta baiesa está casada con el pontecesán Juan Manuel García Barreira, de 47 años, que en este 2023 sumará uno más, informa Melissa Rodríguez, de la delegación de Carballo.
Ambos decidieron ser padres «máis tarde do habitual», aunque como reconoce la progenitora, «cada vez isto é máis común, polo menos na nosa zona». «Queriamos facer outras cousas antes, como viaxar. Eu tamén teño unha clínica de fisioterapia e buscaba estabilizarme primeiro», comenta. «Non nos decidiamos, veu a pandemia, e case sen contar, sen dificultade algunha, quedei embarazada. Resultou mellor así, porque se o tivésemos que seguir pensando...», añade.
Fue una gestación natural, al igual que el parto. «Saíu todo ben, fixen exercicio ata o último día, non quixen poñer a epidural e non me tiveron que dar nin sequera puntos», relata. Como ella explica, debido a su profesión (está especializada en el suelo pélvico) incluso se cuidó más si cabe.
Berta confiesa llevar «moi ben» ser madre a esta edad: «Non estou agobiada, que era algo ao que lle tiña medo polo que vía a diario. Iso tamén depende de como saian os nenos. A miña é moi boa, durmiu dende o primeiro día e non enfermou. Non me levanto moi cansa polo tanto». A la par, Juan y ella siguen haciendo sus planes favoritos: «Mariña xa foi en avión varias veces».
Juan es funcionario y goza de «moito tempo» para disfrutar de su hija. En cambio, a la progenitora le gustaría poder vivir más momentos con la pequeña. Así, cree que desde las Administraciones deberían de facilitar más la conciliación familiar. En este sentido, su primera sorpresa fue cuando, siendo autónoma, comprobó que no tenía derecho a días por lactancia. «Non dei crédito», manifiesta. Reymúndez Baña también considera que la baja por maternidad de 16 semanas es «supercurta». «Ata os tres primeiros anos de vida deberiamos ter máis axudas», opina. Pone otro ejemplo que vivió en primera persona en Zas. «Non temos medios. Non hai prazas na gardería. Nós, o primeiro ano de vida de Mariña, tiramos dos avós. A Xunta non concedía máis e, grazas ao Concello, lográronse, pero aínda así, non chegan. Segue quedando xente fóra», apunta.
La edad, un número
Esta mujer dice haber sentido la «presión social» por retrasar su maternidad: «Todos os días me preguntaban se non tiña pensado ter fillos. Nunca me importou que mo dixeran, aínda que entendo que haxa xente á que lle poida molestar». Al contrario, no se sintió señalada al ser madre a los 40, que es algo que sí han sufrido otras mujeres. Ella considera que la edad es solo un número: «Animo ás persoas que queiran ter fillos a que os teñan a calquera idade. Os anos non poden ser un obstáculo para converterse en pais». «A vida cambiou moito. Antes só se pensaba niso, agora temos máis oportunidades de facer outras cousas. Hoxe en día, ademais, con 55 anos estás ben. E tampouco podes pensar máis alá porque non sabes que será de ti», añade.

Natalia Nieto, madre de mellizos a los 41: «Esperas a tener estabilidad pero nunca llega el momento»
Retrasar la decisión dificultó mucho que se quedase embarazada; cuando menos lo esperaba, el test dio positivo
Javier becerra
Hace seis años que Natalia Nieto tuvo a su hija mayor. Pero ahora, con 42 y cuando esa niña ya va al colegio, dos mellizos, niño y niña, se disputan su cariño en su regazo. «Los tuve en enero de este año con 41 años. Los 42 los cumplí en marzo», especifica esta coruñesa. Siempre tuvo una cosa en mente: quería ser madre. «Mi marido no lo tenía tan claro como yo. Además, monté un negocio y decidimos esperar. Una vez es el negocio, otra es que no tienes estabilidad. Esperas por ella pero nunca llega el momento. Luego, cuando lo decidimos, nos costó muchísimo tener un embarazo y eso fue, seguramente, por la edad. Nos decían que era una infertilidad de origen desconocido. De ahí pasamos a unas listas de espera interminables. Después de dos inseminaciones, nada. Yo me puse de tope hasta los 40 años. Si no llegaba el bebé cerraba el grifo. Y justo ahí, mi hija nació de modo natural cuando ya nos derivaban para fecundación in vitro».
El caso de Natalia es el común de estos tiempos, donde los momentos importantes se van retrasando en comparación a lo habitual hace 20 o 30 años: «Nos casamos tarde y decidimos ser padres tarde por circunstancias de la vida. Y cuando nos quisimos poner, nos costó un montón». Pero después de aquel primer embarazo a los 37 años llegó el segundo «Estos dos pollitos aparecieron un poco por sorpresa —se ríe—. Queríamos tener más hijos pero no llegaban. Hubo un momento en que dijimos que la vida ya estaba lo suficientemente complicada y abandonamos la idea. Y, de repente, aparecieron y por partida doble».
Estructurada la familia con cinco miembros, empieza la aventura de gestionar todo eso. «Yo tengo la suerte o la desgracia de tener un negocio, lo que me da cierta flexibilidad pero tengo que sumir todo el riesgo y económicamente los autónomos estamos como estamos —explica Natalia—. Es muy complicado porque tanto yo como mi marido trabajamos por las tardes. Ahí las guarderías no te pueden ayudar. Todo fue a golpe de pagar y de tener una persona en casa que se ocupe de los niños. A veces no ves la forma de poder hacerlo. Al final te pones y la encuentras, porque no te queda más remedio. Además, tienes que renunciar a muchas cosas y no sabes si cuando vuelvas la vida te va a estar esperando».
«Yo tengo una amiga a la que le han dicho en el cole que tendrá que tirar de los abuelos —expone—. Eso el que los tenga. ¿Y los abuelos que no quieran? La gente lo retrasa y acaba teniendo los hijos rondando los 40 porque en los trabajos todo son complicaciones. Ves de todo. Una amiga fue mamá de gemelos y la han echado del trabajo. Les ha ganado el pleito, pero el disgusto y el marrón ya se lo ha llevado. Es muy difícil todo. La gente tiene que tirar de excedencias, poniendo parches. Tienes la sensación de que no haces nada. Ni crías a gusto, ni trabajas bien, ni haces nada. Queda todo a medias. Esperas el momento y, cuando te das cuenta, el momento se te ha pasado».