Del imperio romano al «deepfake», así atraviesa la mentira la historia de la humanidad
SOCIEDAD

La mentira es tan vieja como la humanidad. Donald Trump no inventó la manipulación informativa. En el Imperio romano las falsedades corrían como fuego por la paja en forma de leyendas, bulos, difamación y propaganda de toda laya. La arqueología demuestra que el incendio de Roma fue fortuito y que Nerón se encontraba fuera de la ciudad cuando se propagaron las llamas. Fue una de las primeras noticias falsas de la antigüedad. La única diferencia es que ahora las fake news viajan a la velocidad de la luz. Hoy en día se publican 6.000 tuits y 740.000 mensajes de WhatsApp al día, muchos de ellos inciertos.
El término fake news fue elegido por el Diccionario Oxford como la palabra del año en el 2017. Si alguien no lo remedia, la aplicación de la inteligencia artificial puede traer un incremento exponencial de la falacia. A la vista de que hoy las falsedades son uno de los grandes problemas que tiene la democracia representativa, la Fundación Espacio Telefónica ha decidido dedicar la exposición Fake news. La fábrica de mentiras al asunto, una muestra que se podrá visitar hasta el 19 de noviembre en la Gran Vía de Madrid.
Decía Goebbels que «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad». Si este axioma es cierto, ¿qué futuro nos espera con la disrupción de Internet y los canales informativos nacidos a su sombra? ¿Necesitaremos una destreza especial para distinguir el alud de incertezas que nos invade? La exposición pretende aclarar esta y otras preguntas y plantear una reflexión sobre el impacto que generan actualmente los embustes en la sociedad.
Más de cien piezas
La exposición, comisariada por el periodista Mario Tascón, que ha sido dividida en cinco apartados, cuenta con cerca de 120 piezas, entre las que destacan las de los colectivos Domestic Data Streamers, Tactical Tech o The Yes Men, junto a Joan Fontcuberta, Jonas Bendiksen, Daniel Howe o Hao Li.
La muestra se adentra en estos conceptos mediante algunas portadas de medios como The Guardian o BBC News, así como con frases célebres de personajes que a lo largo de la historia se han referido a este fenómeno, como Maquiavelo, George Orwell y Platón.
Compartir bulos
Eso de que la mentira tiene las patas muy cortas no funciona en la era digital. La velocidad de la red multiplica la mendacidad. Un bulo tiene un 70 % o más de posibilidades de ser compartido que una información cierta. «En aquello que es importante, ya sea una pandemia o unas elecciones, siempre hay fake news», alega Mario Tascón, comisario de una muestra.
En la exposición se exhiben una veintena de fotografías que van desde el siglo XIX hasta la actualidad y que han sido manipuladas a través de diferentes técnicas o sencillamente descontextualizadas. Entre ellas se encuentran una imagen trucada de Putin conversando con Trump y Erdogan o la reciente imagen del papa Francisco embutido en un plumas blanco de Balenciaga. La sección titulada Nuestro cerebro nos engaña pone sobre el tapete los sesgos cognitivos que favorecen que nos creamos noticias falsas e incluso las repliquemos sin pretenderlo. Entre ellos se encuentran el gusto por ver confirmadas nuestras creencias, la confianza que otorgamos a las fuentes de cierta autoridad y la importancia que damos al marco, la manera en que se nos presenta la información.
Una de las piezas funciona con inteligencia artificial. Se trata de Big Dada / Public Faces (2019) de Daniel Howe y Bill Posters, una instalación audiovisual donde se pueden ver cuatro avatares creados mediante tecnología deepfake que suplantan a Donald Trump, Kim Kardashian, Mark Zuckerberg y Morgan Freeman.