El primer incremento del tabaquismo en 14 años exige reformas legislativas

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Un fumador se enciende un cigarrillo en Carballo
Un fumador se enciende un cigarrillo en Carballo Ana García

Médicos y activistas urgen a activar un plan integral contra esta «pandemia»

11 jun 2023 . Actualizado a las 21:04 h.

El 2 de enero del 2011 entró en vigor la Ley 42/2010. Modificaba la 28/2005, de medidas sanitarias frente al tabaquismo. Con ella se acababa lo de fumar en el interior de bares y restaurantes. «Nos arruinan a todos», clamaban frente a la entonces ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, algunos hosteleros que incluso le ponían cifras a la caída de ventas. Lo que en realidad ocurrió es que España se puso a la vanguardia europea y mundial en la lucha contra esta «pandemia peor que la del covid», como la define el neumólogo Carlos Rábade, y la ley se convertía en una de las más celebradas del Gobierno de José Luis Zapatero.

Han pasado 12 años y desde entonces lo que se ha hecho es «absolutamente nada», a juicio de las sociedades médicas y los activistas más implicados en contra del tabaco, que reclaman la implementación urgente del Plan Integral para el Control del Tabaquismo en España —que ya fue consensuado entre el Ministerio de Sanidad, las sociedades científicas y las comunidades autónomas— y denuncian cómo la desidia legislativa se ha traducido en una involución que ha desembocado en el primer incremento del número de fumadores en casi tres lustros. En Galicia, por ejemplo, el año pasado se vendieron 630.487 cajetillas de tabaco más que en el 2021, rompiendo así una tendencia decreciente mantenida desde el 2008.

Ese «nada» del que hablan las organizaciones tampoco es exacto, porque el Partido Popular cuando llegó al Gobierno con Mariano Rajoy mantuvo la ley contra la que había hecho una oposición furibunda. Incluso llevó a cabo en el 2017, con Dolors Montserrat de ministra, la transposición de una directiva europea, aunque fuese con dos años de retraso, merced a una amenaza de sanciones económicas de la UE y sin ninguna de las mejoras que implementaron otros países.

Desde entonces, el PSOE lleva cinco ministros del ramo, si se cuentan los tres meses que duró en el cargo Carmen Montón. A la salida de Salvador Illa a Cataluña, cuando se supone que el plan contra el tabaco y las ideas de cambios legislativos estaban muy avanzados, le siguió la incomparecencia de Carolina Darias durante sus dos años largos de mandato. Mientras que las intenciones del actual ministro, José Manuel Miñones —si es que las había antes de que se convocasen las elecciones—, son una incógnita. El Ministerio de Sanidad, al preguntarle de manera repetida durante las últimas dos semanas, no ha dado respuesta alguna. Se ha limitado a decir que están «trabajando en varias líneas de acción para reducir el impacto del tabaquismo» y que ha realizado la consulta pública para la transposición de otra directiva delegada de la Unión Europea.

El presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), Andrés Zamorano, cree que el objetivo debe ser que «no se pueda fumar en ningún sitio donde haya o pueda haber personas» y ayudar a los fumadores, porque como médico que los trata a diario afirma que «el 70 % quieren dejarlo». Dice que «las únicas que se oponen son las tabacaleras», que están «acosando al Gobierno».

«Una de las obligaciones de un ministro de Sanidad es reducir esta epidemia, porque no estamos hablando de una enfermedad rara. Estamos hablando de una enfermedad que está afectando a una cuarta parte de la población, de 200 muertes al día y de que la mortalidad por cáncer de pulmón se está incrementando en los últimos años», incide Rábade, que es el responsable de tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). «Soy neumólogo y todos los días tengo que dar malas noticias, comunicar a los pacientes enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco con un pronóstico infausto».

En cambio, la Mesa del Tabaco, que representa a productores y distribuidores, asegura —en contra de lo que reconoce el ministerio— que «no hay obligaciones pendientes de trasponer a la legislación nacional y que España cumple con toda la normativa europea exigible en la que ha habido importes avances en la última década». Y se muestra comprometida «en la protección de los menores».

«España tiene que dejar de ser el estanco de Europa» 

La subida del precio, la restricción de la publicidad y, sobre todo, el apoyo a quienes pretenden dejar de fumar son las claves más citadas por los especialistas a la hora de analizar hacia dónde deben ir las medidas contra el tabaquismo.

Cajetilla genérica. La utilizan ya una veintena de países, entre ellos los que se tomaron en serio la última directiva europea. Implica que el propio paquete deje de ser el principal escaparate de las marcas. Es una de las medidas incluidas por Sanidad en su consulta pública el mes de abril de cara a un hipotético real decreto que no llegará, al menos con el actual Gobierno. El ministerio lo denomina «mejoras en el etiquetado y envasado», mientras que la Mesa del Tabaco, que la denomina cajetilla antimarca, la considera «una medida ineficaz». Cita para ello las tasas de falsificación que hay en Francia y unas declaraciones de la ministra gala en las que apuntaba que se desconoce la efectividad de la medida a la hora de «evitar que los jóvenes empiecen a fumar». Para Andrés Zamorano, del CNPT, no hay duda. Las cajetillas deben tener «color marrón caca asquerosillo» y no imagen de «fresa y nube de algodón».

Precio. Los cinco euros aproximadamente que cuesta en España una cajetilla de tabaco de alguna de las marcas más conocidas están muy por debajo del precio de los países más avanzados del entorno, donde esa cuantía se dobla o casi triplica. «España tiene que dejar de ser el estanco de Europa», sentencia del neumólogo Carlos Rábade, quien al igual que otros muchos especialistas defiende que se grave el tabaco con impuestos lo más altos posible. Entienden que esto limita el acceso inicial de los jóvenes e incluso desincentiva la vuelta de quienes lo han dejado.

Publicidad. Zamorano aboga por seguir los pasos de la Dirección General de Tráfico con campañas periódicas de concienciación que «busquen influenciar» de manera decidida en la sociedad y que los «colorines y saborines» desaparezcan de la promoción que se hace del tabaco.

Ayuda al fumador. Al margen de las restricciones, los médicos implicados en la lucha contra el tabaquismo inciden en la necesidad de «prestar ayuda al paciente», como dice Zamorano. Existe una conciencia generalizada de que el tabaco es un veneno, y las personas que lo consumen, víctimas de una enfermedad. Por tanto, entienden que hay que poner a su disposición los medios para curarse, y esto implica muchas veces la implementación junto a los fármacos de terapias psicológicas.