María Teresa Jorge Mora: «Si pudiésemos meter en una pastilla los beneficios del ejercicio físico no hay en el mundo tratamiento más efectivo»

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

SOCIEDAD

MIGUEL MIRAMONTES

Es la tercera mujer en ingresar en la Real Academia de Medicina de Galicia para ocupar el sillón de Medicina Física y Rehabilitación. Es jefa de servicio de esta especialidad en el área sanitaria de Pontevedra-O Salnés

03 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

María Teresa Jorge Mora (Santiago de Compostela, 1975) ingresó ayer en la Real Academia de Medicina de Galicia para ocupar el sillón recién creado de Medicina Física y Rehabilitación. La jefa de este servicio en el área sanitaria de Pontevedra-O Salnés reconoce que para las mujeres y madres de familia llegar hasta aquí implica el doble de esfuerzo. Así que ayer no podía estar más orgullosa de haber ingresado con una especialidad de la que se enamoró siguiendo los pasos de su padre, el catedrático de Anatomía Humana Francisco Javier Jorge. Reivindica el papel de la medicina rehabilitadora para dar calidad de vida a los pacientes y destaca el papel de una especialidad que «minimiza el impacto, antes, durante y después de la enfermedad».

—Es una mujer joven que entra en la Real Academia de Medicina de Galicia. ¿Es un reto?

—No soy tan joven, pero sí es cierto que los últimos académicos que hemos entrado tenemos un rango de edad más joven. Es bueno y positivo que entren personas jóvenes que aporten frescura y, sobre todo, mujeres que aportamos esa capacidad de trabajo por nuestras condiciones. Las que tenemos hijos y una familia llegar hasta aquí implica un esfuerzo que para nosotras es el doble. Estoy orgullosa.

—Siguen siendo muy pocas mujeres.

—Somos cuarenta y solo hay dos académicas, yo seré la tercera y entrará una cuarta, que es Carmen Montero, que ocupará el sillón de Neumología tras el verano.

—Pero no es el reflejo de lo que nos encontramos en un hospital.

—Absolutamente, esto irá cambiando porque en las facultades de Medicina hay una mayor proporción de mujeres. En los hospitales no era así, pero las mujeres hemos copado la mayoría de los servicios, incluso los quirúrgicos, donde antes solo había hombres. Hay un cambio importante y la Academia no va a quedarse atrás. Las mujeres formaremos equipo con los hombres para trabajar de forma conjunta.

—¿Entrar en la Academia es el final de un camino o el principio de otro para una médica?

—Mi trabajo siempre ha sido la rehabilitación de los pacientes y mejorar su calidad de vida. Esto es un comienzo porque es un nuevo sillón, el de medicina física y rehabilitación, que por fin entra en la Academia. Desde allí podemos ayudar a potenciar la especialidad, con formación e investigación. Mi trabajo es apoyar a nuestros pacientes y mejorar su calidad de vida. Ingresar supone la responsabilidad de trabajar por la medicina con un grupo de profesionales excepcionales. Eso me exige que dedique lo máximo de mí.

—¿Hubo que esperar hasta el 2023 para incluir una parte cada vez más importante de la medicina?

—Somos una especialidad relativamente joven, pero ha ido creciendo y consolidándose en nuestra sociedad y en la propia medicina. Es de las más nuevas, pero siempre existió esa tendencia a ir más allá de la curación para mejorar la vida del paciente.

—¿Por qué esta especialidad?

—Vengo de una familia que ha dedicado su vida a la medicina y mi padre fue médico rehabilitador. En la carrera no había una asignatura específica, venía unida a otro departamento. No llegábamos a tener un conocimiento específico. Ahora sí se conoce y yo estoy enamorada de una especialidad transversal y con mucha capacidad de crecimiento. Tenemos rehabilitación cardíaca, neurológica...

—¿Hacen la vida más fácil al paciente?

—La medicina cura al paciente, pero el problema era lo qué viene después. Minimizamos el impacto que pueda tener la enfermedad antes, durante y después y tenemos una visión de todo el campo.

—El problema de la rehabilitación es que muchas veces el paciente se siente mejor y abandona el tratamiento en casa. ¿Lo ve con frecuencia?

—Sí, efectivamente. Es una realidad, cuando alguien se enfrenta a algo que lo padece, se implica y cuando está mejor, lo deja. Eso se llama adherencia terapéutica. Es difícil que un paciente continúe a largo plazo con unas pautas si se encuentra mejor. Si pudiésemos meter en una pastilla los beneficios del ejercicio físico no hay en el mundo un tratamiento más efectivo. Y hablamos de esto desde muchos procesos, como la prevención cardiovascular o del propio cáncer. El ejercicio es protector. Trabajamos con plataformas telemáticas y hacemos seguimientos periódicos al paciente para que no deje el tratamiento. Poder afianzar esto y hacer que se adhiera es nuestro reto.