La Iglesia da la primera muestra seria de autocrítica con los abusos sexuales

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española, José Gabriel Vera
El director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española, José Gabriel Vera Gustavo Valiente | EUROPAPRESS

Recoge el testimonio de casi un millar de víctimas de la pederastia clerical

02 jun 2023 . Actualizado a las 18:33 h.

Aunque es ya la tercera vez que la Conferencia Episcopal Española (CEE) da datos sobre la incidencia de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica, la exhaustividad y el tono empleado por su secretario general y obispo auxiliar de Toledo, Francisco César García Magán, empiezan a marcar diferencias con el negacionismo instalado en la institución y en los satélites políticos que la respaldan. Tanto que con el último informe presentado, el que está elaborando un despacho de abogado para dentro de un mes y el del Defensor del Pueblo, España tiene la oportunidad de dejar de ser el hazmerreír de Europa en cuanto al reconocimiento y la reparación de las víctimas de la pederastia clerical.

El informe Para dar luz, que es público aunque con los datos de los casos anonimizados, incluye actualmente los testimonios de 971 víctimas de los abusos de 728 depredadores sexuales. El 52 % de los denunciados son sacerdotes y el 28 % religiosos sin ordenar, pero prácticamente todos son hombres. Solo hay cinco mujeres entre los victimarios, tal como destacó el director de la oficina de información de la CEE, José Gabriel Vera Beorlegui, quien puso el acento en que «las mujeres no abusan en general, eso no nos pasa solo en la Iglesia».

También las víctimas son mayoritariamente varones (82 %) y los abusos de tipo homosexual, aunque también hay un 17 % de mujeres afectadas. Y en cuanto al ámbito en el que se han producido los hechos, más de la mitad tienen relación con escuelas e internados.

El 63 % de los abusadores ya han fallecido y, tal como presentó los datos la CEE, también da la impresión de que el informe hace referencia a un asunto pasado, en el sentido de que destaca que más del 80 % de los testimonios recogidos se corresponden con episodios ocurridos en el siglo XX, el 75 % de ellos antes de 1990 y con una especial incidencia en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta.

Esta recopilación, que Vera Beorlegui defendió como «el reflejo de la respuesta rápida de la Iglesia ante una solución dolorosa», en realidad lleva abierta tres años y responde a una instrucción directa del papa Francisco a través de su Vos estis lux mundi. Con esta carta apostólica motu proprio, el obispo de Roma dejaba meridianamente clara la necesidad de adoptar «a nivel universal procedimientos dirigidos a prevenir y combatir estos crímenes que traicionan la confianza de los fieles», por más que eso no hiciese gracia entre los más reaccionarios de la institución.

Para Vega se trata de «una declaración de intenciones, una hoja de ruta, un camino» que se ha traducido en la creación de 202 oficinas en las diócesis y los institutos de vida consagrada que no tienen carácter judicial y, por tanto, tampoco límite de tiempo. «Todos los testimonios nos interesan porque la condición de víctimas no prescribe nunca. Un testimonio siempre es relevante aunque date de décadas atrás y hable de alguien que ya ha fallecido», dice el responsable de comunicación de la Iglesia en España, quien añade que la institución «es la institución más interesada en saber que ha ocurrido con los abusos sexuales», aunque esa verdad no resulte cómoda.

«Reconocemos el daño causado y queremos ayudar a todas las víctimas en su acompañamiento, en su sanación. Se les necesita, se les quiere conocer, se les quiere acompañar, se les quiere sanar, se les quiere reparar», añade Vega, quien deja claro que incluso tienen previsto sanciones para quien no colabore. «Existe el camino de la remisión de un obispo de su diócesis si no ha sido diligente en un caso de abusos sexuales cometido contra menores», sentencia.

«Que no vuelva a ocurrir»

«Miembros de esta Iglesia han dañado a miembros de la Iglesia y de la sociedad, en su vulnerabilidad e inocencia más absoluta. Sentimos dolor y vergüenza. Este dolor y esta vergüenza solo serán fecundos si sirven para realizar los cambios imprescindibles en nuestra forma de proteger a los menores», afirma García Magán para quien «mientras haya un solo caso, habrá una obligación para que no vuelva a ocurrir». Además, el secretario general de la Conferencia Episcopal Española incluso ofrece su trabajo, presentado en un voluminoso legajo de siete tomos, como referencia para otras instituciones. «La experiencia de la Iglesia puede servir, y así se lo ofrecemos, a todas las instituciones, organismos, centros educativos, deportivos y formativos, que trabajan con menores», señala.