Científicos advierten sobre el enfriamiento de la estratosfera

SOCIEDAD

NASA

El dióxido de carbono que calienta la superficie produce el efecto contrario en la alta atmósfera

23 may 2023 . Actualizado a las 22:17 h.

La Tierra se está calentando. Esta es una verdad científica e incuestionable. Las evidencias están por todas partes. Solo en el 2022, 575 estaciones meteorológicas repartidas por el mundo establecieron récords históricos de calor. Pero el hecho de que la Tierra se caliente no quiere decir que lo único que haya que esperar sea calor. Ni mucho menos. El aumento de la temperatura global puede provocar olas de frío polar más intensas durante los inviernos. Sin ir más lejos, el año pasado se establecieron 66 récords de frío. Muchos menos, pero «haberlos, hailos». Además, el cambio climático también puede provocar sucesos como la paralización de la corriente del Atlántico norte que provocaría un enfriamiento en el hemisferio boreal.

Científicos norteamericanos acaban de publicar un artículo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) que revela otra paradoja climática que se está produciendo en este caso en la alta atmósfera. Las millones de toneladas de gases de efecto invernadero que las actividades humanas emiten cada año han calentando la troposfera, la capa entre el suelo y los 12 kilómetros de altura. Aquí se concentra el 80 % del peso total de la atmósfera y también se producen todos los fenómenos meteorológicos. Desde 1880 se ha calentando 1,1 grados. Sin embargo, justo por encima ocurre lo contrario.

Sobre la troposfera hay otras tres capas en las que el aire tiene menos peso. Está la estratosfera, situada entre 12 y 30 kilómetros, la mesosfera, que se extiende hasta 50 millas, y la termosfera, que alcanza hasta los 400 kilómetros de altura. Este estudio desvela que el dióxido de carbono de origen humano también impacta en estas capas atmosféricas, de tal forma que modifica sus condiciones, en concreto, tanto la densidad como la temperatura.

El dióxido de carbono que las actividades humanas emiten atrapa el calor o radiación infrarroja que la Tierra libera al espacio y a continuación la devuelve a la superficie. Como consecuencia, la troposfera se calienta. Sin embargo, una parte de ese CO2 se escapa hacia arriba, al resto de las capas y actúa de manera diferente. El estudio asegura que la tasa de aumento del gas es tan elevada en la alta como en la baja atmósfera. Y por encima de la troposfera no actúa como de efecto invernadero, sino que enfría el aire.

Los datos recopilados entre el 2002 y el 2019 señalan que la temperatura entre la estratosfera y la mesosfera se ha enfriado 1,7 grados. Al ritmo actual, se estima que a finales de siglo, con el doble de dióxido de carbono, se enfriará unos 7,5 grados. Por tanto, la temperatura descenderá con más intensidad en la atmósfera superior que aumentará en la inferior. De hecho, se podría decir que el doble. 

Efectos del enfriamiento estratosférico

El descenso de la temperatura en la estratosfera tiene diversas consecuencias. Por ejemplo, puede destruir ozono. En el 2020 ya vimos cómo. En el mismo año de la pandemia se formó un agujero en el hemisferio norte. Fue un suceso del todo atípico. En la Antártida es un fenómeno estacional. El frío extremo en el polo sur genera un tipo de nube conocida como estratosférica polar formada por partículas químicas congeladas que aceleran la destrucción del ozono. Sin embargo, en el Ártico no se producen.

Pero la configuración en el invierno boreal del 2020 provocó que se formara este tipo de nubosidad estratosférica que destruye el ozono. «Había más aire frío sobre el Ártico que en cualquier invierno registrado desde 1979», aseguró Markus Rex, investigador del Instituto Alfred Wegener en Potsdam, Alemania y uno de los autores del artículo en Nature que se hizo famoso ese año. La pérdida de ozono, que protege a la vida de la radiación ultravioleta, fue muy notable. 

El enfriamiento estratosférico también puede alterar la dirección y la intensidad de los vientos del vórtice polar, que confina el aire frío en el Ártico. Si la circulación del aire pasa a soplar de este a oeste, en lugar de oeste a este, o se debilitan, el aire muy gélido puede desparramarse hacia la troposfera. Cuando esto sucede, afecta directamente a la dinámica de la corriente en chorro, que determina el tiempo en Europa en general y Galicia en concreto. Cuando circula con fuerza llegan los trenes de borrasca. Sin embargo, si se debilita y genera meandros se producen situaciones meteorológicas extremas. 

Los autores del estudio aseguran en su artículo que «las tendencias de la temperatura troposférica se ha reconocido durante mucho tiempo como una "huella digital" de los efectos humanos sobre el clima. Esta huella dactilar, sin embargo, ha descuidado la información de la estratosfera media a la superior».