Michenlo, «influencer» y «DJ»: «Mi perfil de Instagram es azul, porque quería que me oliera bien al abrirlo»

SOCIEDAD

PILAR CANICOBA

El gallego, que participará este verano en el festival de música electrónuica más importante de Europa, confiesa que usa el móvil una media de ocho horas al día

25 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Michenlo no tiene filtros ni en Instagram, donde va contando su vida tal cual y apuesta todo al blue. Dice que sigue siendo el mismo chico de Valga, que con 18 años se fue a Madrid a estudiar cine, y al que las redes captaron, y de momento, no han dejado escapar. Aunque confiesa que a medio plazo le gustaría que fueran un altavoz de su trabajo como DJ. Ahora este gallego, al que sus padres compraron una mesa de mezclas para que ganara algo de dinero en BBC, va a pinchar el 28 de julio en el Tomorrowland, el festival de música electrónica más importante de Europa con los mejores DJ del mundo.

—En el 2015, La Voz de Galicia publicaba: «El chico de Valga que conquistó el Olimpo de Instagram». Y no había hecho más que empezar...

—Efectivamente. ¡Lo que vino después...! Ahí aún empezaba.

—¿Qué queda de ese chico?

—Todo. Yo estoy continuamente en Valga con mis padres, mis abuelos, mi perro, mis amigos... Aún estuve en Pascua. Soy el mismo chico, pero paro menos en casa.

—¿Y pasea sin problema?

—Claro. Piensa que soy una persona normal.

—Normal, pero muy conocida.

—Puede que el efecto persona conocida sea más exagerado fuera de Galicia. Cuando hace falta, la gente siempre está ahí, se involucran mucho, vienen a verme, y se agradece mucho, pero el tema fotos siempre pasa en otros sitios. Nadie es profeta en su tierra.

—Trabajó en proyectos que le llevaron cuatro veces a los Goya.

—Tuve la suerte de trabajar con Pepe Salcedo, montador de muchas de las películas de Almodóvar, pero, al final, las oportunidades me salieron en las redes. Las marcas empezaron a querer colaborar conmigo, y uno tiene que decidir. Daban más dinero que el trabajo de ayudante de montaje o efectos especiales.

—¿La puerta del cine está cerrada?

—Nunca hay que cerrar puertas, porque fíjate, yo estudié en el conservatorio, y mis padres, que también son músicos, me decían: «Diez años estudiando, sacaste el grado medio... y ahora, no tiras por ahí». Y las vueltas que da la vida...

—Volvió a la música.

—La pandemia cambió la vida a la gente, y a mí de manera radical. Un día pensé que si lo que más me gustaba de pequeño era pinchar, me pasaba horas hasta que mi madre me decía: «Basta». ¿Por qué no ahora? Me compré una mesa y dije: «Voy a ver qué sale».

—Salió el Tomorrowland, el mejor festival de Europa.

—Al principio no me lo creía, dije: «Es mentira». Siempre que hago una cosa, quiero llegar lo más lejos posible, no me pongo límites, y cuando empecé en la pandemia, un día bromeando con unos amigos les dije: «Yo dentro de 4-5 años estaré pinchando en el Tomorrowland». Y cuando lo dices así de broma, siempre va con un punto de verdad, aunque no me esperaba que fuera tan rápido.

—¿Cuántas horas pasa en redes?

—Lo estoy mirando... Me pone: «Ayer pasaste 8 horas y 4 minutos». Tengo dos trabajos ahora mismo, y uno de ellos sigue siendo creador de contenido, tengo que consumir internet para ver cuáles son los trends... Es una jornada como la de otra persona.

—¿Cómo va el consultorio que tiene en Instagram?

—Lo abro mínimo dos veces al mes, y es lo que más gusta a la gente que me sigue, me cuentan sus historias de forma totalmente anónima, pero... hay cosas que es mejor borrar del móvil.

—¿Tiene secretos?

—No, cuento mi vida tal cual es...

—¿De dónde le viene la obsesión por el color azul?

—Soy sinestésico, es una patología por la que confundes un poco los sentidos. A mí el azul me huele muy bien, y el naranja muy mal. Cuando abro mi feed de Instagram me transmite buen olor.

—¿Cómo aguanta tanta fiesta?

—Con B12, me gusta mucho tomar suplementos vitamínicos naturales, como cúrcuma, jengibre, mucho brócoli, que ayuda mucho a nivel hepático, y ya no tengo resaca, soy inmune. Funciona muy bien, pero todo sin abusar...

—¿Cómo llevan sus abuelos que un domingo les lleve a comer a Laura Escanes?

—Yo creo que mi abuela no entiende nada. Desde que empecé en las redes, ella decía: «Trabaja en la tele». Para ella es lo mismo teléfono, ordenador, que tele. Y en parte tiene razón, porque las redes son la televisión de esta era. Los ve como mis amigos de trabajo.

—Abuela-Laura, Laura-abuela, ¡y a comer!

—Y es lo mejor del mundo, porque, al final, da igual que sea Laura Escanes, Álvaro de Luna o Marta Riumbau, todos somos iguales, es gente maravillosa y mi abuela los trata como uno más, y ellos a ella, y es lo que tiene que ser...

—Sus padres se vuelcan con sus invitados...

—Se han ganado el cielo, siempre los tratan como reyes, y les preparan unas comidas típicas de aquí, que luego me recuerdan durante meses en Madrid.

—¿Importan los seguidores?

—No, a día de hoy lo importante es el contenido y la creatividad.

—¿Ve «stories» de otros?

—Las redes son como una droga, y si tienes un momento libre, se va el dedo en ver qué hacen los demás. Tengo un sentimiento contradictorio, me gustaría estar más desconectado, pero no te voy a mentir, claro que lo veo.