Alicia, madre de una adolescente en riesgo de suicidio: «A mi hija de 16 años el psiquiatra solo la puede ver 15 minutos cada siete meses»

Marta Otero Torres
marta otero LA VOZ

SOCIEDAD

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La joven, al cumplir años, pasó a la consulta de adultos, que está saturada, y ni siquiera puede entrar en una lista de espera para el psicólogo

01 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Carla (nombre ficticio) tiene 16 años y desde hace dos recibía tratamiento para su depresión por el equipo de psiquiatría infantil del materno de A Coruña. Pero al cumplir su último año las normas sanitarias le obligan a ser atendida por el servicio de adultos, la derivan a un centro de salud y de repente se ve sola ante un abismo en el que solo pueden prestarle atención quince minutos cada siete meses.

Su madre, Alicia, ha presentado una reclamación llevada por la desesperación ante la peligrosa situación en la que se encuentra la adolescente. «Carla lleva años con depresión, cuando empezó con la adolescencia y los cambios hormonales comenzaron los problemas —explica—. Empezó a tener unas crisis de ansiedad fortísimas, crisis de llanto, en las que no podía parar de llorar. Yo le preguntaba qué le pasaba y no me sabía explicar, hasta que un día me dijo: ‘Es que no lo sé, mamá no me pasa nada pero tengo una tristeza enorme».

Entonces fue cuando decidieron buscar ayuda. En el materno encontró ese flotador al que agarrarse en medio del temporal. Un equipo para el que su madre solo tiene buenas palabras. «Le atendían un psicólogo, un psiquiatra y una enfermera. Son unos auténticos profesionales, empezaron a trabajar con ella y estaba muy bien: entraba en la consulta abatida y salía con una sonrisa».

La pesadilla vino con el cumpleaños. Porque a partir de los 16 la joven fue derivada a un servicio para adultos, en un centro de salud. «Fuimos hace unos días por primera vez al psiquiatra. —narra— Nos comentó que la primera cita es media hora, pero que las siguientes iban a ser de quince minutos». «No es que yo quiera —les dijo el médico— es el tiempo que a mí me dan».

Alicia preguntó por la posibilidad de seguir con el psicólogo, porque «la depresión es un camino muy largo, y ella solo quiere estar bien». Pero de nuevo el mundo tembló bajo sus pies. «Nos dijo que entendía que el que el psicólogo es un derecho nuestro, pero que difícilmente nos lo iban a dar porque tiene una lista de espera desmesurada». Con la esperanza abatida y su hija muy asustada, fue a la ventanilla a pedir la cita para el psicólogo y la del psiquiatra, para dentro de tres meses. «La del psiquiatra nos la dieron para octubre, porque no había hueco antes, y nos dijeron también que la psicóloga tenía la agenda cerrada. Que no podían ponerla ni en lista de espera». Carla salió de allí llorando, destrozada. «Le dije: no te preocupes vamos a ir a uno privado porque no puedes estar sin psicólogo; pero vamos a pelear porque te den uno en la seguridad social porque va a ser un camino muy largo y es muy costoso todo».

Una nota de suicidio

Mientras Alicia intentaba pedir ayuda en el materno, para que le orientasen en medio de este caos, encontró una nota de suicidio en la habitación de su hija. Y las cosas solo fueron a peor, porque unos días después Carla se autolesionó con una cuchilla. Y su madre decidió que tenía que buscar ayuda en la sanidad privada, porque «no puede estar sin atender».

En el materno accedieron a darle alguna sesión más ante la gravedad del problema, pero Alicia es consciente de que «es un parche», y no sabe cómo expresar su rabia por la saturación de un sistema que le arrebata a su hija de golpe ese apoyo que le daba estabilidad. «Para abrir tu corazón y tu mente tienes que hacerlo con alguien con quien tú tengas cierto feeling —explica—, pero los propios servicios reconocen que están saturados y hartos de pedir más personal».

Ya hace dos meses que Carla está en riesgo de suicidio. Cuando se lo dijeron a Alicia en el hospital le recomendaron implantar en casa el protocolo para estos casos. «Me dieron unas directrices para actuar, como quitar los pestillos de las puertas de los baños, que guardara toda la medicación y que la puerta de su habitación estuviera siempre abierta». Ahora, en el instituto evalúan también las medidas que tienen que tomar, «porque allí el protocolo sí que es más detallado —cuenta—. Por ejemplo, habla de que los chicos en estos casos no pueden ir al baño solos, pero la orientadora dice que esto a ella no le viene bien porque si se siente vigilada la va a agobiar aún más. Ahora tienen que revisar qué cosas del protocolo se pueden activar y cuáles no».

Alicia tiene claro que tiene que luchar por su hija. Pero le queda «un sabor agridulce» porque le preocupa que para hacerle un hueco a Carla «le quiten el puesto a otra persona». Por eso cree que hay que denunciar la saturación del sistema, porque «lo que está claro es que los de arriba son los que tienen que poner los medios y la única forma de avanzar es poner una queja oficial».

Sanidade asegura que las unidades de atención al suicidio no tienen lista de espera

Los usuarios de los servicios públicos de psiquiatría y psicología son los que sufren con las limitaciones de unas unidades en las que la demanda se ha disparado. Desde Sanidade recuerdan que la Xunta ha implementado un Plan de Saúde Mental para el que se ha contratado un refuerzo de 130 profesionales. «Y la previsión es llegar hasta los 241», aseguran. Afirman también que en las seis unidades de atención al suicidio que se han puesto en marcha en Galicia «no existen listas de espera».

Por su parte, desde el hospital materno Teresa Herrera aseguran que «a Área Sanitaria de A Coruña e Cee garante a asistencia á saúde mental da súa poboación». Explican que esta asistencia se presta en las unidades infanto-juveniles hasta los 16 años, y después en las de adultos. «Os programas de prevención ao suicidio —aseguran— son una prioridade para esta área sanitaria, tendo establecidos protocolos de atención e derivación preferente (vía rápida) cunha demora menor a sete días para seren valorados, ademáis da atención urxente que se poida requerir. A frecuencia do seguemento posterior está indicada polos profesionais sanitarios, con dispositivos específicos como a Unidade de Prevención do Suicidio ubicada no Centro de Saúde de San José».