¿Por qué las parejas desisten del divorcio? Una de cada tres lo hace por motivos económicos

La Voz REDACCIÓN

SOCIEDAD

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En un 7 % de los casos las mujeres renuncian a separarse por temor a la pareja

04 mar 2023 . Actualizado a las 10:13 h.

El 36 % de las personas que acude por primera vez a un abogado especializado en Derecho de Familia para emprender el proceso de divorcio y que, finalmente desiste de hacerlo, justifica su decisión en las consecuencias económicas que supone emprender una vida por separado. Así se desprende del V Observatorio del Derecho de Familia de la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA) presentado este viernes durante las XXX Jornadas de Derecho de Familia que se celebran en Madrid.

El congreso bate este año récord de asistentes, con cerca de 600 abogados, jueces y fiscales especializados en procesos de divorcio, nulidades matrimoniales, guardas y custodias, discapacidad, filiaciones o sucesiones, convirtiéndose en el mayor del mundo en lengua española.

 El informe también revela que las otras razones que aducen los clientes para frenar las rupturas son la creencia de que la crisis matrimonial provocará un grave perjuicio a los hijos (19% de los casos), seguido por una posición «conformista con la situación de pareja» (16%) y el temor a perder el estatus social (13%).

Un dato relevante de esta encuesta se refiere a la violencia de género: hasta un 7 % de las mujeres renuncia a separarse por temor a la pareja y las represalias que pueda adoptar contra su persona. 

El Observatorio del Derecho de Familia de la AEAFA se basa en los resultados de una encuesta remitida a los más de 2.600 integrantes de la asociación cuyo margen de error es del 5 % para un nivel de confianza del 95 %.

Motivos económicos 

La vocal de la AEAFA María José Sánchez González describe tres diferentes situaciones en función de las edades de las parejas que se plantean la ruptura y la situación económica de ambos, y siempre con el trasfondo de la vivienda y el lugar de su residencia.

«En el caso de parejas jóvenes en las que ambos trabajan y tienen hijos, hay importantes gastos en altas hipotecas, vehículos, colegios… Cuando se plantea el divorcio el escenario cambia: en muchas ocasiones es inviable hacer frente a todos los préstamos y los gastos. Cada uno ha de vivir con sus ingresos propios, que no cubren la suma de sus necesidades, las de la casa y de sus hijos, … A consecuencia de ello, los hijos pierden el nivel de vida del que disfrutaban, como ir a determinadas clases particulares o colegio privado. Estas circunstancias son tenidas en consideración y sopesadas a la hora de decidir una ruptura de la pareja», explica.

Repartirse la miseria

«En familias con un nivel económico medio-bajo, la ruptura legal implica no poder cubrir las necesidades básicas propias y las de sus hijos. Para ellos, la ruptura de la pareja conlleva repartirse las miserias, por lo que renuncian a ello», añade.

«En el caso de las parejas de una edad más avanzada y con hijos mayores que rehúsan llevar a efecto un divorcio por motivos económicos, se excusan en la pérdida de su estatus social, nivel de vida y estabilidad que la relación de pareja les proporciona. Tienen miedo a perder desde el entorno social a cuestiones económicas -repartir sus ahorros, vender su casa, buscar otra vivienda, tener que pagar una pensión al otro…-. Realmente, les produce angustia perder el resultado de la suma de una vida en común. Igualmente tienen miedo a perder lo que han generado y que es para sus hijos», afirma. 

También es relevante el municipio donde se lleve a efecto el procedimiento legal de ruptura: «Si hay un Juzgado especializado en Familia existe una mayor seguridad jurídica en cuanto al resultado de las medidas económicas (fijación de pensiones de alimentos, atribución de uso de vivienda…). No ocurre lo mismo en procedimientos ante Juzgados que no están especializados en familia». 

Evitar causar un perjuicio a los hijos 

Por su parte, Álvaro Iraizoz, vocal de la AEAFA, destaca que hay parejas que posponen o directamente reniegan de la separación en la creencia de que así les ahorrarán el trauma que puede suponerles.

Curiosamente, circula ahora por las redes sociales una entrevista del premiadísimo director de cine Rodrigo SorogoyenAs bestas») donde este confiesa: «Yo soy hijos de padres separados y mi trauma viene de que me ocultaron durante muchos años que estaban separados. Las personas que más me han querido han sido capaces de mentirme». 

El abogado destaca que esto sería un buen ejemplo de lo que no hay que hacer: «mentirles a nuestros hijos. Aunque uno lo haga por el amor que siente hacia ellos y tenga la mejor de las intenciones». 

«No separarse y empeñarse en vivir una vida familiar falsa, es probablemente una mentira de parecidas proporciones a lo que ha contado Sorogoyen. Crecer en un hogar sin amor ni afecto verdadero, no es un buen ejemplo. Además, no hay que subestimar la capacidad de los hijos para entender lo que está ocurriendo”, incide Iraizoz. 

 Conformismo

Por su parte, la vocal de la AEAFA María Dolores López-Muelas señala que, en muchas ocasiones, frente a una situación de crisis familiar y ruptura de pareja, se adopta una posición conformista y se acepta continuar con la convivencia por el temor a un futuro incierto.  Esto es más común en personas mayores de 60 años. 

Otros factores son la capacidad para afrontar situaciones difíciles, el miedo a lo que puede venir en el futuro o a afrontar la vida en soledad. 

 Violencia de género

«Hay casos de fuerte dependencia hacia la pareja en personas que se ven envueltas en situaciones de inferioridad o sumisión que le impiden tomar las riendas de su vida. Incluso conviven con situaciones de violencia física o psicológica por miedo o porque llegan a convencerse que no les conviene un cambio en sus vidas por temor a un empeoramiento de su situación», detalla López-Muelas. 

«Estar en pareja con alguien al que no amamos o que no nos hace felices produce una gran angustia muchas veces insuperable ya que, en ocasiones, tampoco se es consciente de que somos capaces de salir de esa relación y dar un paso hacia delante tomando las riendas de nuestra vida», recalca. 

«La capacidad y la independencia económica son factores que inciden negativamente en una actitud conformista en situaciones de crisis familiar, ya que las posibilidades de rehacer una vida nueva, se tengan o no hijos, dan la suficiente fuerza y estímulo para definitivamente tomar la decisión de romper con una convivencia insostenible», concluye.