Con Benedicto XVI la Curia dejó de ser solo para italianos

Valentina Saini VENECIA / E. LA VOZ

SOCIEDAD

El alemán Georg Ganswein, secretario personal de Benedicto XVI.
El alemán Georg Ganswein, secretario personal de Benedicto XVI. DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

Bajo el pontificado de Joseph Ratzinger se produjo una importante internacionalización del gobierno central de la Iglesia

03 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Muchos católicos en Italia lamentan la pérdida del papa emérito Benedicto XVI, quien definió el país transalpino como «una segunda patria» en su testamento. Sin embargo, cabe destacar que precisamente bajo el pontificado de Joseph Ratzinger se produjo una importante internacionalización de la Curia, que poco a poco fue haciéndose menos «italiana».

La elección de Juan Pablo II como Santo Padre en 1978 fue una gran sorpresa, entre otras cosas porque todos los papas desde 1523 habían sido italianos. Pero cuando Ratzinger fue escogido en el 2005, los políticos y fieles italianos se dieron cuenta de que la excepción se había convertido en regla: la Curia había dejado de ser «el jardín de los altos prelados italianos», como explicó a La Voz el antiguo asistente de un importante ministro demócrata cristiano ya jubilado.

Aunque Benedicto XVI puso al frente de la Secretaría de Estado al cardenal italiano —y sobre todo colaborador histórico— Tarcisio Bertone, lo cierto es que llevó a cabo una política de desitalianización del gobierno central de la Iglesia. Nombró, por ejemplo, arzobispo de Nápoles al italiano Crescenzio Sepe, que hasta entonces había dirigido el poderoso Propaganda Fide, el dicasterio para la evangelización disuelto en el 2022 por el papa Francisco, y en su lugar colocó a un prelado indio. Como presidente de la junta de superintendencia del Instituto para las Obras de Religión (IOR) —históricamente un centro de poder de los italianos en el Vaticano— puso a un banquero de la nobleza alemana, Ernst Von Freyberg, al que sucedió un francés, el economista católico francés Jean-Baptiste de Franssu. Y de secretario personal eligió en el 2012 al alemán Georg Gänswein, a quien Francisco confirmó en su cargo de prefecto de la Casa Pontificia un año después, tras la renuncia de Ratzinger.

Las reformas de Benedicto XVI, aunque no siempre exitosas, allanaron el camino a las del papa Francisco. Ambos pontífices se enfrentaron a la resistencia de la Curia, y particularmente a la de algunos altos prelados italianos contrarios a cualquier cambio. Prueba de ello es la constitución apostólica Praedicate Evangelium, que entró en vigor en el año 2022. Con Francisco, el papa venido «del fin del mundo», como se autodenominó, la Curia se ha convertido en una especie de Naciones Unidas, con miembros de unas ochenta naciones y muy atenta al sur del mundo.

Esto no significa que Italia haya dejado de ocupar un lugar especial en el corazón de los papas. Francisco también siente gran afecto por Roma e Italia, habla bien el idioma y considera al país transalpino su segundo hogar, después de su Argentina natal. Entre los expertos vaticanistas, no se descarta que el sucesor de Francisco pueda ser de nuevo un italiano, quizá «un pontífice de compromiso», pero después de casi dos mil años, la era de la Curia en manos exclusivamente italianas parece haber terminado.