Anna R. Costa, creadora de «Fácil»: «Una persona con discapacidad no tiene el lenguaje elitista de la novela de Cristina Morales»

Carmen Novo REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Ana R. Costa, creadora, guionista y directora de «Fácil» durante su presentación.
Ana R. Costa, creadora, guionista y directora de «Fácil» durante su presentación. Movistar+

Movistar+ estrena esta adaptación del libro «Lectura fácil» sobre cuatro mujeres con diversidad funcional

05 dic 2022 . Actualizado a las 12:19 h.

Anna R. Costa conoció la existencia de Lectura fácil después de que una amiga le dijera: «Tienes que hacer una serie con esto». Se lo regalaron y, tan pronto comenzó a sumergirse en las páginas, quedó fascinada por el potencia de las protagonistas. Con el permiso de Cristina Morales, la autora, comezó a entrelazar tramas y a construir nuevos personajes. Así llegó a Marga, Nati, Patri y Ángels, cuatro amigas con discapacidad que quieren decidir lo que son en un mundo que ya lo ha hecho sin contar con ellas.

— Partía de una novela de lenguaje y estructura complejas. Utiliza conversaciones de WhatsApp, actas judiciales y las voces de las cuatro protagonistas para construir el relato. ¿Cómo trabajó para hacerlo accesible para el gran público?

— Me tuve que desprender de la novela bastante rápido, crear unas tramas que no estaban en ella y añadir personajes. Hay novelas que son muy narrativas y el momento de adaptarlas es mucho más fácil, como si se tratara de un resumen. Esta, en concreto, no. Pero sí creo que prevalece el espíritu y la reivindicación de lo que es la libertad para las personas con alguna discapacidad.

— En lo audiovisual, la narración es lineal. Prefirió quedarse con lo fundamental.

— Al principio, en las primeras versiones de guion, sí que tenía el propósito de introducir unas piezas pequeñas que contasen cosas de su pasado a modo de flashback. Luego me di cuenta de que la serie está muy llena. Tenía tanta información que añadir elementos audiovisuales extras a lo puramente narrativo era demasiado. Luego, hay una cosa que creo que no se aprecia bien en la serie porque tiene que ver con un mundo interior, casi privado. Los personajes, a veces, se quedan colgados en su mundo. Sobre todo, Marga. Mi idea era utilizar eso como recurso.

Por el resto, mi propósito también era que la ciudad de Barcelona [en la que se ambienta la historia] fuera un personaje más. Está esa cosa de irte del pueblo en el que te sientes oprimida, casi en la cárcel, y el sueño de llegar a una gran ciudad donde parece que todo va a ser más moderno y libre. Entonces, te encuentras con que la ciudad puede que sí lo sea, pero la institución sigue siendo la misma. Viendo Barcelona como espacio para la libertad, me tomé una pequeña licencia que me hacía mucha ilusión. Ponerles un piso frente al mar con terraza, algo que parece solo de privilegiados. Quería que ellas, que han llegado allí por azar [un vecino del edificio cedió el piso a la Fundación de la que ellas son beneficiarias porque su hermana tenía discapacidad], pudieran disfrutar de lujos que solo tiene la gente rica. Son cosas que solo pasan en la ficción, pero me hacía mucha ilusión.

«Me hacía mucha ilusión que las protagonistas vivieran en un piso con terraza al mar. Ellas, que llegaron allí por azar, pueden disfrutar de los lujos que solo tiene la gente rica»

Las cuatro protagonistas en un fotograma de la serie.
Las cuatro protagonistas en un fotograma de la serie. Movistar+

— Le llovieron críticas por no incluir a actrices con diversidad funcional entre las protagonistas. Alegó que se debía a una cuestión de tiempo, pero ¿alguna vez estuvo dentro de los planes?

—Hicimos pruebas a chicas con discapacidad y lo valoramos, pero no hemos podido asumir una Marga con ese grado de discapacidad porque requería de unos tiempos y unos horarios que a mí, desde fundaciones, me dijeron que serían muy complicados.

— ¿Cómo se abordó el trabajo con actrices convencionales?

— Trabajamos para asegurarnos de que, ya en papel, el guion fuese creíble. Sobre todo, que el lenguaje fuera el que utiliza una persona con ese grado de discapacidad. La novela, a nivel de lenguaje, es muy elitista y elaborada. Esas capacidades intelectuales no corresponden. Luego, a cada actriz se le asignó una persona con un grado de discapacidad parecido al de su personaje para estudiarlo en sus movimientos y en su manera de hablar. También pudimos visitar pisos tutelados. O sea, utilizamos todos los recursos que estuvieron a nuestro alcance para para coger el máximo de referencias posibles.

«La novela, a nivel de lenguaje, es muy elitista y elaborada. No corresponden esas capacidades intelectuales»

— Eligió a dos actrices que debutaron en la serie, Coria Castillo y Anna Marchessi, y a dos muy conocidas, Anna Castillo y Ana de Molina. ¿En algún momento temieron que, al tener unos registros tan asimilados, su interpretación pudiera resultar forzada?

— Sí, lo hemos tenido y hemos estado vulnerables hasta ahora. Con ahora quiero decir el momento en el que la serie se abre al público, cuando te pueden llover críticas malas. Ellas han tenido su proceso, tanto Ana como Natalia. Yo, como escritora, también me he sentido vulnerable al ponerme en la situación de personas con discapacidad. En principio, la idea era que las actrices fueran todas desconocidas, pero costaba tanto levantar el proyecto que Movistar me pidió que hubiese caras conocidas entre ellas. Si tienes caras conocidas, se cree que se va a llegar más lejos y antes. No lo sé.

Aprovecho también para reivindicar el derecho de los actores y de las actrices a interpretar. Estamos en un momento en el que tienen que caber personas (con discapacidad, trans…) para todo tipo de personajes, pero también me gustaría conservar el derecho de los actores a poder interpretar cualquier tipo de personaje. Estoy muy contenta con el trabajo de Ana Castillo y Natalia De Molina, son dos actrices increíbles. Han tenido la oportunidad de interpretar a dos mujeres con discapacidad y creo que lo han hecho espectacularmente bien. 

— La serie aborda muchos aspectos en el día a día de las personas con diversidad funcional, desde la relación con los educadores sociales hasta el Poder Judicial en la esterilización de Marga. ¿Entraron en todos estos ámbitos durante el proceso de documentación?

— Todos menos al judicial. Me hubiese encantado acceder, pero para mí es un misterio enorme. Tengo un hermano abogado, que es la única persona que me ha explicado cómo funciona un juicio. En el tema de la esterilización, me explicó el lenguaje, el proceso y los tiempos. Me hubiese gustado hablar con un juez, saber cómo se te pone el cuerpo cuando tienes que tomar una decisión así. 

Según me contó mi hermano, las vistas son muy rápidas. En tres minutos se decide si esterilizar a una mujer que claramente no tiene consciencia de lo que se le va a hacer. El tiempo de la escena que se ve en la serie es real. La ginecóloga lo decide, se sacan unos papeles, se va a juzgado, se firman y ya está. Y con esto no quiero posicionarme. Yo, a día de hoy, no tengo clara mi opinión. No sé si una mujer con un 70 % de discapacidad intelectual está preparada para ser madre porque, en realidad, para eso no está preparado nadie.

 «En tres minutos se decide si esterilizar a una mujer que claramente no tiene consciencia de lo que se le va a hacer»

— En la seria aborda un tema tabú como es la sexualidad de las personas con diversidad funcional.

— Ellos se quejan mucho con todas las personas con las que yo he hablado de que la sociedad dea por hecho que son personas sin sexualidad. Cualquier persona con una discapacidad que quiera tener una vida sexual, la tiene. La barrera está en que el 99, 9 % es entre ellos mismos.

— Marga, el personaje con un mayor grado de discapacidad, conoce a Kevin, un vecino de quince años. ¿Con su relación, de carácter sexual, quería dejar en el aire cierto grado de aprovechamiento de él hacia ella?

— Lo que se propone en la serie es romper eso de que exista un chaval de quince años que se fija en Marga. No ve su discapacidad como lo primero, sino que vea algo más. Le atrae, le cae simpática y hay una conexión, por ejemplo, con la música. De repente, cuando la gente se entera, le dicen: «Tío, que haces». Es como si se hiciera mayor de repente. No creo que haya aprovechamiento. Igual, cuando todo el mundo se enfada con él y su padre lo denuncia, toma consciencia y dice: «He ido demasiado lejos». 

Es normal que las espectadoras puedan ver cierto grado de aprovechamiento. Nosotras, como mujeres, hemos vivido tantas situaciones en las que se aprovechan de nosotras de tantas maneras que estamos más sensibles a ese tipo de situaciones. Lo podemos ver así, pero mi propuesta es dar un voto de confianza a los jóvenes. 

— En una escena reflexiona sobre la asistencia sexual hacia hombres con discapacidad, algo que no existe para las mujeres. 

La consagración de la primavera [la película de Fernando Franco estrenada este mismo año] se ha podido llevar a cabo porque existe esa asistencia sexual a los hombres con discapacidad, pero no a las mujeres. Esto da pie a que se aprovechen de ellas. Si ser mujer ya es fastidiado, ser mujer con discapacidad lo es todavía más. Se habla poquísimo de la sexualidad femenina porque las mujeres siempre hemos estado ahí como objeto de deseos, como algo que el hombre aprovecha. Ellas están en los márgenes de los márgenes.

— Sandra Hermida en la producción, Laura Jou en dirección, Cristina Pons en el gion, Ana Álvarez Ossorio al montaje... El equipo que hay detrás de la serie está formado en su mayoría por mujeres. 

— Este proyecto tenía que tener una mirada femenina en su totalidad. Yo quería esa sensibilidad, algo que va más allá de que su nombre aparezca en los créditos. Esa mirada que se busca desde ellas como mujeres tenía que pasar por encima de la discapacidad

Natalia de Molina y Anna Castillo interpretan a Marga y a Nati.
Natalia de Molina y Anna Castillo interpretan a Marga y a Nati. Movistar+

 — ¿Cambió el rodaje su visión acerca de la discapacidad y de lo normativo?

 — Completamente. Antes era una persona compasiva que trataba con condescendencia a las personas con discapacidad. Cuando veía a una madre y a su hija con discapacidad, pensaba: «Pobres». Este proyecto ha hecho que rompa la barrera de decir: «Tengo delante a una persona con discapacidad que, a su vez, tiene muchas capacidades. ¿Por qué me estoy fijando solo en lo no normativo?». La barrera de la que estoy hablando es la que propone el título de la serie. Cambiar el chip es fácil, un clic que tenemos que hacer tanto a nivel individual como en el conjunto de la sociedad. Con eso, me refiero a los servicios. Para el estreno trajimos desde Barcelona hasta Madrid al grupo de danza integrada que sale en la serie. En Renfe solo pueden viajar dos personas en silla de ruedas, y ellos se tuvieron que dividir para poder entrar. 

«Antes de grabar la serie tenía una mirada compasiva hacia estas personas. Cuando veía a una madre y a su hija con discapacidad, pensaba: ‘pobres’»

 — Las protagonistas, entre ellas, se dicen barbaridades, pero no dejan que nadie desde fuera se dirija a alguna con esos términos.

— Ellos tienen derecho a decir barbaridades. Lo cierto es que la gente con discapacidad no se anda con tonterías, quieren respeto.

 — También tienen el poder de hablar sin contener lo que piensan.

— En esta serie también me he dado cuenta de la cantidad de filtros que se nos enseñan desde pequeños. La literalidad que tienen ellas de decir en plata lo que piensan me ha divertido mucho como escritora. Ojalá pudiésemos ser así todos en vez de tener que ir con tanto rollo y escondiéndose porque hay que quedar bien o porque hay que ser políticamente correcto.

— A la autora de Lectura fácil, Cristina Morales, no le ha gustado la serie. Lo ha hecho saber en una columna publicada en Rockdelux hace unos meses. No era por una cuestión audiovisual, sino por algo de fondo.

— Al principio me dolió, por ser una mujer y haberme caído tan bien cuando hicimos la primera entrevista. Por lo que he hablado con las personas que he tratado en la serie, ella tiene un discurso muy bueno, pero un trato nefasto con ellas. A mí el discurso es que me importa un pito, lo que me importa son los hechos.