El cohete chino descontrolado que cayó en el Pacífico pasó antes junto a Galicia

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Personas esperando a viajeros en el aeropuerto de El Prat, el más afectado por los retrasos de los vuelos
Personas esperando a viajeros en el aeropuerto de El Prat, el más afectado por los retrasos de los vuelos LORENA SOPENA | EUROPAPRESS

Desató una emergencia aeronáutica con 300 vuelos afectados solo en España

04 nov 2022 . Actualizado a las 20:07 h.

No es la primera vez, ni la segunda, ni la tercera. Van ya cuatro lanzamientos en menos de dos años en los que los cohetes espaciales chinos con mayor capacidad de carga hacen la reentrada en la atmósfera terrestre sin control. En la web fronteraespacial.com incluso tienen una porra al estilo del juego de los barcos para aventurar en qué cuadrícula van a caer los restos después de cada lanzamiento.

Lo que ocurre es que este viernes, antes de caer en el Pacífico Sur a las 11.01 hora española, pasó varias veces —cada una de ellas a menor altura, como es lógico— sobre la península arábiga, el Mediterráneo, la península ibérica y Centroamérica, entre otros puntos del planeta. De hecho, entre las 09.50 y las 10.10 atravesó el norte de Portugal pegado a la frontera de Galicia. Y se desató una situación de emergencia para la navegación aérea inédita con unos 300 vuelos afectados solo en España (157 de ellos en el Prat de Barcelona), aunque también Francia, Chipre y Portugal tuvieron que suspender temporalmente una parte de las operaciones.

No ha habido ningún error, ni los responsables chinos de esta nueva carrera espacial han cometido ilegalidad alguna. El Tratado Internacional del Espacio, que data ya de 1967, únicamente obliga a los operadores a cubrir los daños que se produzcan. Así es que más de la mitad de los lanzamientos de las últimas dos décadas se han saldado con caídas de piezas a la superficie terrestre.

Tampoco es que falte tecnología para evitarlo, porque —sobre todo en los lanzamientos a baja altura—se puede calcular la reentrada, pero resulta complejo y añade costes. De ahí que muchos expertos en las últimas horas hayan puesto en cuestión la estrategia China por asumir riesgos que son bajos pero existen.

El portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Zhao Lijian, preguntado a este respecto, señaló que se trata de una «práctica internacional habitual», que el cohete estaba diseñado para que la mayor de sus componentes se desintegrasen en la atmósfera y que la probabilidad de daños en superficie o para la aviación era «extremadamente baja». Pero lo cierto es que ya el primero de esta serie Larga Marcha 5B dañó varios edificios en Costa de Marfil en mayo del 2020, el segundo cayó en el océano Índico y el tercero en el mar de Sulu, en una zona salpicada de islas entre Filipinas e Indonesia.

Para el piloto y astrofísico Borja Tosar hay pocas dudas de que China puede hacer más para evitar episodios como este porque «ten tecnoloxía suficiente». Lo que ocurre es que «baséanse na estatística», que reconoce que está de su lado porque «as probabilidades de que afecte a unha zona poboada son baixísimas». Pero «non é imposible» y por eso le parece «intolerable» esta manera de actuar.

En cualquier caso, advierte que no se trata de un fenómeno exclusivamente chino, porque los astrofísicos están acostumbrados a hacer seguimientos como este de manera habitual con los satélites y otras naves estadounidense y europeos. «O que pasa é que nós na nosa vida diaria esquecemos que aí fóra están acontecendo unha morea de cousas» y en estos momentos la carrera espacial es un poco como «o salvaxe oeste».

El ingeniero aeronáutico Manuel Ameijeiras, ex delegado del Gobierno en Galicia, no recuerda «un incidente de esta naturaleza» en todos sus años como director de aeropuerto ni tampoco en la época (del 2009 al 2012) en la que fue director general de Aviación Civil. Y eso que él incluso sobrevoló el Eyjafjallajökull, el impronunciable volcán islandés cuyas cenizas obligaron a cancelar más de 100.000 vuelos en el 2010.

Para Ameijeiras «todo parece indicar» que China no está haciendo todo lo que está en sus manos para evitar estos incidentes que provocan «un impacto económico de tamaño muy grande». Aunque incide en que el gigante asiático «no nos puede imponer» esta situación, destaca la respuesta que se ha dado, porque en seguridad aérea «no se admite la más mínima duda» y de ahí la suspensión de operaciones que, además, se recuperaron en tiempo récord, gracias a las posibilidades de la tecnología actual.

El Larga Marcha 5B, que acabó a 1.000 kilómetros de México, es como un edificio de 19 pisos 

El Larga Marcha 5B (Y4, porque es el cuarto de su generación), también conocido como Changzheng 5, LM-5 o CZ-5, mide 54 metros de altura, como un edificio residencial de 19 plantas, y es capaz de llevar a órbitas terrestres bajas cargas de más de 20 toneladas gracias al impulso de sus motores de oxígeno e hidrógeno líquidos. Fue lanzado el lunes desde Wenchang con el laboratorio Mengtian, la tercera y última etapa de Tiangong (Palacio Celestial), la estación espacial china y probablemente la única a partir del 2024, cuando está prevista la jubilación de la Estación Espacial Internacional. El módulo, que pesaba 23,3 toneladas en el momento de su despegue, se acopló con éxito a los otros dos el martes, según informó la Agencia Espacial de Misiones Tripuladas de China. A partir de ahí, la parte central del cohete, de unos 30 metros de largo por cinco de diámetro y con en torno a unas 20 toneladas de peso cayó hacia la tierra y entró en su órbita hasta penetrar en la atmósfera este viernes, además con un ángulo muy perpendicular lo que implica una menor desintegración.

Para el administrador de la NASA, Bill Nelson, China ha vuelto a «asumir riesgos innecesarios», porque no compartió «la información de la trayectoria específica para predecir las zonas de aterrizaje y reducir el riesgo». De ahí que, ayer a primera hora, la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) tuviese que emitir un informe en el que alertaba de su paso por el espacio aéreo sur de Europa. Aunque finalmente cayó en el Pacífico, a unos 1.000 kilómetros al oeste de Acapulco (México), había un riesgo real para la península ibérica que motivó acciones de seguimiento del Ejército del Aire, entre otras muchas entidades, y llevó a restringir vuelos casi una hora.