Expertos de 112 países dan las claves para acabar con la pandemia del covid

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Desinfección de contenedores de la basura en Lugo en abril del 2020
Desinfección de contenedores de la basura en Lugo en abril del 2020 OSCAR CELA

Citan la falta de coordinación y la información falsa como principales lastres

03 nov 2022 . Actualizado a las 19:26 h.

Los gobiernos fallaron a la hora de informar e implicar a todos los sectores de la población, los países actuaron tarde y cada uno por su cuenta, mensajes vitales de los líderes científicos no llegaron a la gente con la suficiente voz de autoridad, salieron a relucir las debilidades de los sistemas de salud y de las cadenas de producción industriales... La pandemia del covid-19, que hasta el mes pasado había provocado 630 millones de contagios y 6,5 millones de muertes oficiales —aunque se estiman más de 20— ha puesto sobre la mesa numerosas carencias a las que ahora el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), impulsado por la Fundación la Caixa, trata de darle la vuelta con un enfoque en positivo. Un panel multidisciplinar con 386 expertos de 112 países y territorios, entrevistados en tres oleadas diferentes durante un año, han contribuido a consensuar 41 declaraciones y 57 recomendaciones. De ahí pretenden extraer «un modelo para definir respuestas a futuras emergencias sanitarias internacionales», tal como señala el jefe del grupo de investigación en Sistemas de Salud del ISGlobal, Jeffrey V. Lazarus, autor principal del artículo que acaba de publicar la revista Nature. De hecho, según incide Lazarus, es la primera vez que este prestigioso medio científico acepta una investigación realizada con el método Delphi, un proceso interactivo de intercambio de conocimiento que se basa en los consensos —también en las faltas de acuerdo— entre los miembros del panel para obtener sus resultados.

Como el objetivo de este grupo de técnicos es «ayudarle a los políticos a tomar decisiones correctas» el trabajo está orientado a lo que se debe hacer de aquí en adelante y no a reprochar lo que ya pasó.

«En la medida de lo posible, nuestros resultados hacen hincapié en recomendaciones de políticas sanitarias y sociales que pueden implementarse en meses, no en años, para ayudar a poner fin a esta amenaza para la salud pública», señala el pediatra e epidemiólogo Quique Bassat, coautor del estudio.

La comunicación es fundamental. De hecho aparece tres veces entre las diez recomendaciones principales. Se propone que los líderes sociales y científicos envíen mensajes claros y adaptados a las diferentes comunidades para combatir la información falsa, que también hay que monitorear, para evitar disfunciones que ya se han dado como «llevar mascarilla por la calle y quitarla al entrar a un bar». Pero el corazón de la respuesta deben ser los sistemas de salud, preparando estrategias de respuesta coordinadas más allá de los sanitarios, con la implicación de la sociedad civil, ingenieros, militares, psicólogos, expertos en modelos matemáticos... y el concurso de los ministerios o las distintas áreas de los gobiernos. Ponen de ejemplo como en Europa se infrautilizó a los farmacéuticos, que sí vacunan en Estados Unidos, o a los estudiantes de medicina.

A nivel científico, las prioridades tienen que estar centradas en lograr vacunas que protejan a largo plazo, nuevos medicamentos y herramientas para diagnosticar y tratar el covid persistente, que, al margen de la enfermedad, se está convirtiendo en factor de estigma y discriminación por las limitaciones que implica en el desarrollo de la actividad laboral o la vida diaria.

La resolución de la falta de equidad social, económica y sanitaria preexistente pasa por reforzar las capacidades de los países en desarrollo y no necesariamente fabricando vacunas en todos los lugares si no garantizando el acceso a las de los laboratorios que ya tienen capacidad de producción más que suficiente.

Solo hubo cinco puntos con un más de un 5 % de desacuerdo entre los expertos, de los que destacan el establecimiento de compensaciones económicas por vacunarse y basar el diagnóstico del covid solo en los síntomas. 

Jeffrey Lazarus, investigador del ISGlobal
Jeffrey Lazarus, investigador del ISGlobal Gloria Solsona / ISGlobal

Jeffrey V. Lazarus «Todo el mundo opina, incluso con mensajes falsos»

El profesor de la Universidad de Barcelona Jeffrey V. Lazarus, autor principal del artículo, cree que la Organización Mundial de la Salud, en la que trabajó once años, «hizo las cosas muy, muy bien al principio, declarando la emergencia internacional en enero del 2020». Pero no hay que olvidar que se trata de una entidad sin poder ejecutivo y «con menos presupuesto que un hospital grande de Inglaterra». Luego cometió, a su juicio, «grandes errores técnicos» como el retraso en la recomendación de la mascarilla, cuando ya se sabía de su efectividad «desde la gripe española de 1918» o cuando todavía en su último informe «no cita siquiera los aerosoles», que son la principal vía de contagio, como alertó con muchos meses de adelanto el doctor en ingeniería de la Universidad de Colorado José Luis Jiménez, uno de los expertos participantes en este estudio.

Por eso para Lázarus lo fundamental es que «pocos países hicieron caso a la OMS» en un inicio y luego libraron la guerra cada uno por su lado, por ejemplo compitiendo por las vacunas. Luego muchas decisiones, «incluso por parte de las autoridades de países democráticos, no supieron explicarse bien», ni los gobiernos lograron conectar con algunos segmentos de la población: «líderes religiosos, grupos de inmigrantes...». También salió a luz «que los sistemas de salud hay que cuidarlos más» y se vieron los efectos de «trasladar la producción a los lugares donde la mano de obra es más barata».

A partir de ahí, con el catalizador de las redes sociales, la comunicación del covid se volvió una jungla, porque es «algo de lo que todo el mundo opina, muchas veces sin tener idea e incluso con mensajes falsos», dice el experto que defiende «el derecho a intercambiar información», pero advierte de que, «llevado al extremo, supone que un solo médico que diga que las vacunas no funcionan puede cargarse el programa entero».

Por eso ahora Lazarus, dentro de lo que denominan vacunación plus, pide «algo más que vacunar, vacunar y vacunar» porque sirve de poco que las dosis sean gratis si el que va a ponérsela «a lo mejor no tiene para el autobús» o no puede «perder esas horas de trabajo porque no se le compensan». Además, llama la atención sobre el covid persistente porque lo ve como «otra pandemia diferente con millones de afectados».