Roberta Boscolo: «Lo que está en juego es evitar a toda costa el peor escenario climático»

SOCIEDAD

Roberta Boscolo
Roberta Boscolo OMM

La investigadora de la OMM no espera mucho de la COP27, que arranca este lunes en Egipto con el objetivo de que la temperatura global no alcance los 4 grados a finales de siglo

05 nov 2022 . Actualizado a las 09:34 h.

El conocimiento de que ciertos gases como el dióxido de carbono y el metano pueden calentar el planeta se remonta al año 1896. El científico sueco Svante Arrhenius fue el primero en señalar que el efecto invernadero natural se intensificaría y que aumentaría la temperatura global. Se tardaron unos 50 años en tomarse en serio el asunto. Habría que esperar otras dos décadas más para que la ciencia empezase a publicar investigaciones sobre las posibles consecuencias. En aquella época, las petroleras ya eran conocedoras del problema que estaban generando con su actividad. 

En 1988 se creó el Panel de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC). Su misión sería evaluar los riegos relacionados con el clima y proyectar qué tipo de futuro le esperaría a la humanidad. En los 90 la comunidad internacional también acordó organizar una serie de encuentros para vigilar de cerca la cuestión del clima y diseñar medidas para tratar de frenar los gases de efecto invernadero. El primero tuvo lugar en 1992 en Río de Janeiro.

En 1995 se celebró en Berlín la primera Conferencia de las Partes (COP) organizada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). El objetivo era dar un paso más y concretar medidas y planes para que cada país redujese sus emisiones. Lo acordado en la capital alemana sembró las semillas del famoso Protocolo de Kioto de 1997. Sin embargo, Estados Unidos no llegó a firmar nunca el documento, igual que otra potencia emergente y contaminante en aquel momento, China.

Desde entonces cada año se han celebrado nuevas conferencias. La más importante ha sido la COP21 del 2015 que aprobó el Acuerdo de París, el nuevo marco que rige las políticas climáticas. Al menos ahora, casi todos los países del mundo suscribieron el acuerdo. Otra cosa es que sea vinculante o no lo que se firma.

Los registros confirman que las cumbres climáticas han sido un fracaso en lo que se refiere a rebajar los niveles de dióxido de carbono, el origen del problema. Cuando se observa cómo se ha comportado la temperatura media global y la concentración de los gases de efecto invernadero se aprecia que la tendencia al alza ha continuado imparable.

Este lunes arranca en Egipto una nueva COP, la número 27. «Lamentablemente no espero mucho desde el punto de vista de las negociaciones porque estamos en un momento geopolítico de mucha tensión y enfrentamiento. Esto va a complicar mucho la posibilidad de conseguir cualquier acuerdo. Es posible que hayan algunos anuncios importantes, pero no acciones concretas», asegura Roberta Boscolo, directora del área de Energía y Clima de la Organización Meteorología Mundial (OMM). 

La Gran Aceleración

Hay otro dato inquietante que aflora cada vez que se celebra una cumbre climática. Cuando se menciona la evolución del CO2 suelen tomarse como referencia los niveles preindustriales. Es decir, se da por hecho que la Revolución Industrial marcó un antes y un después. Y en cierta medida así ha sido. Sin embargo, la tendencia ascendente desde el siglo XIX se dispara en los últimos 30 años. Es lo que se conoce como la Gran Aceleración. Es decir, la humanidad ha emitido enormes cantidades de gases contaminantes a sabiendas y con pactos políticos vigentes que pretendían justo lo contrario.

Sin embargo, estas reuniones tienen una importancia vital para Boscolo, que investigó durante muchos años en Galicia en el Instituto de Investigaciones Mariñas. «El problema del cambio climático es demasiado complejo en todas sus dimensiones. Estas cumbres tienen que existir aunque no prosperen porque reúnen a muchos actores implicados como los bancos, las empresas, las industrias, los gobiernos y los científicos. Los diálogos y las posturas en común entre ellos será lo que realmente promoverá un cambio real en el futuro, aunque no llegue tan rápido como se desea», apunta Boscolo, que estará en Egipto representando a la OMM. 

Boscolo, que cada verano viene a nuestra comunidad para escapar del calor de Suiza, menciona algunos avances importantes. «Cada año la implantación de las energías renovables aumenta en todo el mundo. Precisamente estos pasos ya están evitando que a finales de siglo estemos en el peor escenario posible, con un aumento de la temperatura global de 4 grados», subraya.

Ahora mismo, con los acuerdos vigentes, la media mundial aumentaría en torno a 2,6 grados a finales de siglo. Una auténtica barbaridad a pesar de todo. «El ascenso es hoy de 1,1 grados y ya estamos viendo fenómenos extremos sin precedentes, como sequías y olas de calor», sostiene.

A pesar de que la ciencia da por hecho que va a superar la barrera de los dos grados con facilidad, desde algunos organismos como Naciones Unidas se sigue hablando del objetivo del 1,5 grados fijado en París. «Yo creo que se hace para enfatizar la urgencia del momento y para tratar de intensificar la ambición respecto a los objetivos que ya tenemos sobre la mesa», concluye.