Con ello, la presidenta de EAPN-Galicia ha reclamado que se mantengan este tipo de medidas y, en particular, se ha referido a la Tarxeta Básica, retirada por el Gobierno gallego al tratarse de una medida excepcional vinculada solo a la pandemia.
EAPN-Galicia ha apuntado que medidas como esta Tarxeta Básica han sido directamente responsables de la disminución de indicadores del riesgo de pobreza tales como la capacidad de afrontar gastos imprevistos o la posibilidad de comer carne o pescado al menos cada dos días.
«Se trata de un instrumento directo y muy centrado en las personas en mayor situación de pobreza», ha dicho Eloína Ingerto, para quien también sirvió para que muchas personas en vulnerabilidad entrasen en contacto con los servicios sociales. Por todos estos motivos, han reclamado que se mantenga: «Defendemos aprovechar lo que ya ha funcionado».
En la misma línea, la Valedora do Pobo, María Dolores Fernández Galiño, ha destacado la eficacia de este mecanismo para «reducir los índices de pobreza» y ha pedido que se valore como «una de las medidas que puede ayudar a paliar las situación» actual, así como la reducción de los trámites burocráticos.
Se agrava el problema de la vivienda
Otro de los puntos que han destacado los responsables del informe es el «agravamiento de los problemas de acceso a vivienda». Casi uno de cada cuatro gallegos dedica ya más del 40 % de sus ingresos a los gastos de vivienda, un índice que el año anterior era del 22,9 %.
También aumentan los nuevos hogares con retrasos en el pago de gastos -del 8,5 al 9%- y la cifra de personas que no pueden mantener su vivienda a la temperatura adecuada -del 9,6 al 13,1%-, incluso teniendo en cuenta que los datos corresponden a la situación anterior a la Guerra de Ucrania y el alza de precios.
Para ello, Eloína Ingerto ha apremiado a políticas que acaben con el chabolismo, las infraviviendas y los problemas de aislamiento térmico y rehabilitación de muchas familias, así como que se «refuerce con fondos propios el presupuesto del Instituto Galego de Vivenda e Solo».
Almudena Santos
«Las colas del hambre siempre aumentan». Así sentencian desde el Banco de Alimentos Rías Altas la realidad que viven los comedores sociales de la ciudad de A Coruña. Aunque parezca que la crisis provocada por el covid-19 ha disminuido, el número de personas que se ven obligadas a acudir a estos centros para tener comida que llevarse a la boca sigue creciendo.
El problema es que las asociaciones, fundaciones y entidades solidarias de la ciudad están desbordadas por la gran cantidad de personas que llaman a su puerta. No solo son largas las colas para lograr comida, también las listas de espera. Por ello, el Hogar Sor Eusebia tiene pensado ampliar su capacidad, como consecuencia del «incremento de las solicitudes». «Ahora mismo, hay cerca de 15 personas que esperan ser atendidas», añaden.
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