Luis Ferrer i Balsebre: «Todos tenemos pensamientos suicidas, porque la vida duele. No son un defecto del carácter»

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Sandra Alonso

El psiquiatra abordó en una conferencia sobre el suicidio en el ciclo Educación siglo XXI de Afundación en la que participaron más de un millar de escolares gallegos

13 oct 2022 . Actualizado a las 17:26 h.

La vida duele. La frase puede parecer obvia, simple. Pero encierra una gran enseñanza: no se puede escapar de las emociones negativas. El único poder que se tiene sobre una emoción es cómo gestionarla. Nunca se puede elegir borrarla, o no sentirla. Por eso, los pensamientos suicidas no son excepcionales. La sensación de no poder más llega antes o después, por eso. Porque la vida siempre da golpes. «Todos tenemos pensamientos suicidas, porque la vida duele. No son un defecto del carácter».

Cada año, se suicidan en el mundo un millón de personas. La cuarta parte son menores de 25 años. La conducta suicida alcanza un pico en el final de la adolescencia y también en la vejez. Y desde el 2010 ha crecido un 30 % en España, siendo ya una de las principales causas de muerte entre jóvenes. El año pasado, en Galicia hubo prácticamente un suicidio al día. Nueve casos fueron de personas entre 9 y 20 años. Por eso es importante hablar de ello.

Luis Ferrer i Balsebre, psiquiatra y psicoterapeuta, ha hablado de suicidio con más de un millar de adolescentes, alumnado de la ESO que ha participado en una conferencia en Afundación en la que abordar un tema difícil, pero necesario: el suicidio. Y hay dos herramientas fundamentales para prevenirlo: el tiempo y las palabras. Terminar con el silencio. Hacer frente a esos pensamientos. Decirlo. «Cuando uno está así lo peor que se puede hacer es callarse y encerrarse». Cuando alguien del entorno está así, no hay que mirar hacia otro lado para acallar el miedo. Hay que preguntar. Arrancarse el tabú sobre el suicidio. «La mejor psicoterapia que hay es la escucha. No hay que decir nada, lo más eficaz es escuchar. El sujeto no necesita un consejo, o que intentes aliviar». Necesita hablar. Poner palabras a lo que tiene en la cabeza.

Preguntar cuando se ven cambios en la conducta (patrones de sueño, de alimentación, tendencia al aislamiento, que se dejen de lado aficiones, que empiecen a aparecer comportamientos autodestructivos), cuando alguien rumia sobre el deseo de quitarse de en medio, de no seguir viviendo así. Cuando hacen testamento, o venden la moto, en definitiva, cuando se despiden. Hay que preguntar. Y si las señales de suicidio son inminentes, actuar. Pedir ayuda en el 061 o en el 024.

«Las emociones no son fijas, pasamos de un estado emocional a otro. Son como las nubes, pasan. Si nos damos tiempo es más que probable que la nube pase o se deshilache», explicaba Ferrer i Balsebre a los adolescentes que participaron en la conferencia. Hoy, mañana, al otro, pueden ser nubarrones negros. Pero en algún momento dejarán de estar ahí. Pasarán. No se puede escapar de las emociones, pero sí sobreponerse a ellas. Que hay crisis, por supuesto, pero que suelen ser transitorias. Y la adolescencia es un momento de desequilibrio. Una crisis vital, como la de los 40. Como la de la jubilación.

Crecer significa ir dejando atrás etapas y abriendo otras nuevas, y la adolescencia es un momento en tierra de nadie. Ya no se es niño. Tampoco adulto. Entre esas dos etapas, los adolescentes buscan independencia, construyen una intimidad y están conformando una identidad propia, separada de la que le han proporcionado hasta ahora los padres, Lo hacen mediante la identificación con el grupo. Y en esa identificación hay que tener cuidado, explicaba Ferrer i Balsebre: si uno se identifica con personas tóxicas, los comportamientos pueden ser también tóxicos. Un ejemplo; cuando Kurt Cobain se quitó la vida, hubo una ola de suicidios entre los jóvenes fans.

En esa identificación juega ahora también un papel fundamental la esfera de las redes sociales, que tiene sus peligros, advertía el psiquiatra durante la conferencia, que citaba entre los desencadenantes del suicidio en adolescentes el acoso (también a través de las redes), el formar parte de una familia desestructurada o haber sufrido abusos, el consumo de tóxicos y el aislamiento social. «Les pido que no acosen», porque lo que puede parecer algo gracioso para un grupo, puede suponer un golpe fuerte en la vida de un compañero o una compañera.

Habrá momentos malos y es importante saber convivir con la incertidumbre. Ser conscientes de que todo puede cambiar en un momento. Ferrer i Balsebre citaba a Epictecto («Lo que nos perturba no son los hechos, sino lo que pensamos sobre ellos») y a Mark Twain («He vivido muchas cosas terribles en mi vida, la mayoría de las cuales nunca ocurrieron en realidad») para hacer un repaso sobre aquellas cosas que sí se pueden controlar y las que no en la vida. 

Entre las que sí, como uno se sobrepone, gestiona y dirige esas emociones que no se pueden controlar. También los deseos (si son desproporcionados son una fuente de frustración) y los propios movimientos: con quién se socializa, qué aficiones se tienen, qué proporciona disfrute y placer y sobre todo, aprender a identificar qué no gusta. «Muchas veces, la presión de grupo nos hace hacer cosas que no nos gustan», incluso de manera inconsciente, explicaba Ferrer i Balsebre.

Hay otras cosas, que sin embargo, no se pueden controlar: las opiniones de otros sobre uno. El paso del tiempo. Habrá crisis vitales, el cuerpo se irá deteriorando. Y el ser muy rico y muy famoso, por ejemplo. 

Habrá cisnes negros, por supuesto. Pero «mil cisnes negros no demuestran que todos sean negros y uno solo blanco demuestra que no todos los cisnes son negros. El cisne blanco aparecerá. Uno puede ser feliz.Un momento de serenidad demuestra que no es una situación cerrada». Que dejar pasar el tiempo es otra de las grandes herramientas para enfrentarse a la vida.