La música sí genera cambios en la expresión genética de los enfermos de alzhéimer
SOCIEDAD
El concierto piloto de Sensogenoma ha hallado que hay diferencias antes y después de la actuación en la audiencia y en los intérpretes. Y además, son distintos entre quien ejecuta, quien escucha y entre la población sana y la que tiene demencia. El próximo día 30 se celebra el mayor experimento hasta el momento para saber si la música influye a nivel molecular
20 sep 2022 . Actualizado a las 15:29 h.Ha servido como prueba piloto para el mayor experimento organizado hasta el momento para saber cómo la música influye en la expresión genética y a la vez, ha sido una experiencia única y un modo de avanzar en las terapias que mejoren la calidad de vida tanto de los enfermos de alzhéimer como de las personas cuidadoras. El grupo de investigación en sensogenómica del IDIS ha procesado los primeros datos recolectados en ese concierto para 110 personas y ha demostrado lo que creía: la música cambia los patrones de expresión genética y además, lo hace de manera diferenciada en las personas que sufren demencia.
Y más. Los exámenes preliminares (aun queda mucho trabajo por hacer y se espera que los resultados se publiquen a final de año) muestran no solo diferencias entre el patrón de las personas sin patologías de las que sufren alzhéimer. El concierto de Sanarte, una agrupación formada en su mayoría por músicos de la Real Filharmonía de Galicia, ha demostrado que hay cambios a nivel molecular diferentes entre quien ejecuta una pieza y quien la escucha.
«Hace más de 40 años que se están haciendo diferentes investigaciones en las que se está demostrando, especialmente en neurociencia, que la música tiene un gran impacto» a nivel cognitivo, de plasticidad y de interconexión. Laura Navarro, coordinadora del proyecto Sensogenoma, pone ejemplos que se han hecho virales en las redes sociales, como personas con demencia que son capaces de tocar una pieza al piano, o cantar una canción concreta.
La música también es capaz de despertar otros recuerdos. Canciones asociadas a momentos o personas importantes de la vida. Es lo que se llama memoria autobiográfica. «Creemos que eso tiene que tener un sustrato», que ocurren cosas a nivel molecular. Y para eso, de momento, no hay literatura.
Por eso, el grupo Sensogenoma ha organizado el próximo 30 de septiembre un concierto para mil personas, que ofrecerá la Real Filharmonía de Galicia (y cuyo repertorio permanece de momento en secreto) en el que se tomarán muestras a unas 400 personas antes y después de la actuación para poder estudiar qué ocurre en la expresión genética.
Será a través de muestras de saliva y de sangre, que es algo así como un «eco de lo que pasa en el cerebro». Antonio Salas, uno de los investigadores principales del proyecto, recuerda que hay huellas de la música en la evolución humana. Hay estudios desde la genética evolutiva que demuestran que hay huellas que conectan con esa convivencia de miles de años con la música. Y uno de los estímulos que se utilizan para retardar el deterioro cognitivo de los enfermos de alzhéimer, enfermedad para la que no hay tratamiento, es la música.
La investigación sirve para «validar modelos de intervención, terapias non farmacolóxica,s que é o que temos para mellorar a calidade de vida» de pacientes y también de las personas cuidadoras, explicaba Isabel Gey, presidenta de Agadea, la asociación de enfermos de alzhéimer y sus familiares que ha participado en el concierto piloto de Sensogenoma.
Una experiencia enriquecedora, reconocían los participantes, pese a la reticencia inicial, ya que desplazar a una persona con demencia no es fácil. y la recogida de muestras podía alterarlos. Y, sin embargo, la información y la capacidad logística ha permitido participar en un experimento emocionante a más de cien usuarios y empezar a tener resultados en un campo que está todavía por explorar.
El metanálisis que está realizando el grupo de investigación también ha recopilado evidencia de que hay una colección de más de 300 genes relacionados con distintos aspectos de la música, y que de ellos, un tercio (más de cien) están diferencialmente expresados en alzhéimer. «Esto es algo muy atractivo», explica Antonio Salas, porque esos genes están relacionados con rutas que conectan con la memoria o con lo cognitivo.
El proyecto no quiere quedarse solo en el estudio del alzhéimer, una enfermedad cuya incidencia aumenta y que sufren 55 millones de personas en todo el mundo y unas 900.000 en España. También puede servir para investigar la relación entre música y expresión genética, por ejemplo, en el trastorno del espectro autista (TEA) o en personas con discapacidad visual.