Un equipo gallego hará el mayor experimento de la historia para saber si los genes responden a la música

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Sandra Alonso

El 30 de septiembre, la Real Filharmonía de Galicia dará un concierto para mil personas. A los asistentes, el IDIS le tomará una muestra antes y después de la actuación, con el objetivo de explorar nuevas vías de tratamiento de ciertas patologías

13 sep 2022 . Actualizado a las 14:44 h.

Dentro de cada persona hay una melodía única, la que generan las 20.000 teclas que componen su genoma. Federico Martinón no podía escoger mejor símil para ilustrar el primer gran objetivo del proyecto Sensogenomics: el IDIS se ha propuesto escribir la partitura genética de un concierto.

Será el próximo 30 de septiembre, cuando el Instituto de Investigaciones Sanitarias  del CHUS llevará a cabo el experimento con la mayor muestra de la historia (unas mil personas) para saber si lo genes responden a los estímulos musicales y de qué manera. ¿Objetivo? Saber cuáles son las bases moleculares que la música produce en el cerebro, qué rutas concretas se estimulan y a partir de ahí, saber si se pueden manipular y así diseñar terapias para ciertas patologías.

«Se cadra, a música é a arte que esperta as paixóns máis intensas, que está con nós dende o inicio da civilización, pero o coñecemento científico que temos dela aínda non é demasiado extenso». Sabela García Fonte es la directora técnica de la Real Filharmonía de Galicia, que ejecutará, durante una hora, un repertorio sorpresa que podría funcionar como un concierto tradicional, pero que permite despertar sensaciones diversas en poco tiempo,con piezas más cortas y accesibles a público que no tiene demasiada relación con la música clásica. La batuta la sostendrá Baldur Brönimann: «Los músicos sabemos desde hace siglos que hay más que un impacto emocional» y ahora, podrá comprobarse empíricamente.

El experimento es relativamente sencillo de explicar pero, igual que la música, enormemente complejo de diseñar, organizar y ejecutar. El público asistente que así lo desee podrá donar una muestra antes de la actuación (se recogerá saliva y unas gotas de sangre con una lanceta, igual que se hace para hacer glucemias).

Es decir, se recogerá la melodía única de cada persona del público. Al final de la actuación, se volverán a tomar muestras. Y así se podrá saber qué notas de esa melodía han cambiado.  «No es solo la secuencia genética, es ir un poco más allá», explica Antonio Salas, otro de los responsables del proyecto. Se trata, al fin y al cabo, de saber cómo la música modula esa melodía única. Cómo se expresan los genes.

«Los genes no dejan de ser un libro cerrado, pero si nadie lo abre no dicen nada». El concierto del día 30 hojeará a mil personas y servirá para recoger y procesar al menos, más de 20.000 señales, «porque cada gen expresa distintos productos. Podemos llegar a 80.000 o 90.000» en saliva y sangre. 

El experimento abre muchas preguntas a las que dar respuesta. ¿La melodía es distinta dependiendo de condicionantes como distintas patologías? ¿Se pueden modular farmacológicamente la respuesta de los genes a la música? ¿Es posible diseñar terapias para personas con deterioro cognitivo, con alzhéimer, con trastorno del espectro autista?

Este concierto viene precedido de una prueba piloto, que se celebró el pasado 14 de junio y en la que participaron alrededor de un centenar de personas con demencia y sus familias. Y en eso consiste también esta investigación: en estudiar bloques de pacientes para discernir las diferencias que puede haber entre personas que a priori no tienen ninguna patología de aquellas que sí las tienen. 

«Lo que estamos intentando es que la experiencia sea muy similar a la de un concierto. Que uno vaya tranquilamente a un concierto y done unas muestras biológicas para tomar la señal de lo que va a pasar a nivel fisiológico». Laura Navarro es coordinadora de un proyecto interdisciplinar hasta el punto de que aúna esfuerzos no solo de personal sanitario y especialistas en música. También personal del ámbito de la antropología, las matemáticas, la informática, la farmacia, la enfermería, la genética... y también asociaciones de pacientes. 

Pero, ¿es realmente un concierto normal si el público sabe que está siendo analizado genéticamente? ¿No condiciona eso los resultados? «Obviamente, no puedes controlar todos los condicionantes», reconoce Martinón. Pero sí se harán reuniones previas con el público voluntario (que deberá inscribirse en la web de Sensogenomics y firmar y entregar un consentimiento informado antes del 21 de septiembre) para explicar cómo es el proceso de toma de muestras y así limitar al máximo los efectos que puedan tener la incertidumbre y la tensión en el experimento. Se ha intentado generar las condiciones para que el experimento pueda reproducirse. 

Los resultados, explica Martinón, se publicarán en revistas de referencia y serán accesibles. «Esto es una prueba de concepto y a partir de los resultados y los patrocinios podremos explorar más entornos dentro de la misma línea, más sentidos... las posibilidades son múltiples» y como el potencial creativo y emocional de la música, infinitas.