Ermeloíta: así cristalizan 20 años de investigación

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Parte del equipo de descubridores (de izquierda a derecha): Eduardo Gómez, Bruno Dacuña, Raquel Antón, Ramiro Barreiro, Óscar Lantes y Ezequiel Vázquez, a los que se suman Guillermo Zaragoza, Carlos J. Rodríguez, Inés Fernández, José González, Ramón Jiménez y Montse Gómez
Parte del equipo de descubridores (de izquierda a derecha): Eduardo Gómez, Bruno Dacuña, Raquel Antón, Ramiro Barreiro, Óscar Lantes y Ezequiel Vázquez, a los que se suman Guillermo Zaragoza, Carlos J. Rodríguez, Inés Fernández, José González, Ramón Jiménez y Montse Gómez XOAN A. SOLER

Un equipo del área de instraestructuras de investigación de la USC lleva 20 años analizando minerales. Esta semana han anunciado el cuarto descubrimiento que se produce en Galicia. El último había sido hace cien años

10 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta historia comienza casi, casi, como la formación de los minerales: a base de tiempo. Veinte años de colaboración con el Museo de Historia Natural de la USC y una colección donada en una preciosa caja han acabado desembocando en el descubrimiento de un nuevo mineral, la ermeloíta, por parte del equipo del Área de Infraestructuras de Investigación de la Universidade de Santiago. Hacía cien años que no ocurría esto.

En 1921, aparecía en Pontevedra un fosfato al que se le puso el nombre de bolivarita (en honor del por entonces director del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, Ignacio Bolívar). Hoy, está en duda si se trata solo de un derivado de la evansita. Así que la ermeloíta, nombrada por el lugar en la que se halló (el monte Ermelo) podría ser el tercer mineral que se descubre en Galicia.

La historia la cuenta Óscar Lantes Suárez, responsable de la unidad de arqueometría y caracterización de materiales de la USC, con un brillo constante de entusiasmo en la voz. Lo importante quizá no es el descubrimiento en sí (que es un hito), sino todo el proceso que hay detrás. Aquella caja preciosa que se convirtió en una vitrina gracias al empuje de Raúl Vieira y los primeros análisis que pidió el Museo de Historia Natural de la USC para confirmar si ciertos ejemplares estaba efectivamente bien clasificados derivaron, a partir del 2012, en un análisis sistemático y continuado de piezas.

Detalle de la ermeloíta
Detalle de la ermeloíta XOAN A. SOLER

La colección crecía con donaciones, en especial las de Eduardo Gómez Bargo y Carlos José Rodríguez Vázquez (especialista en minerales micro) quien aportó la pieza que ahora ha sido calificada como nuevo mineral por parte de 23 expertos de la IMA (Asociación Internacional de Mineralogía). Por entonces se llamaba CRV38. Estaban a punto de ver lo invisible.

«Primero hicimos uno de los análisis más rutinarios, una difracción de rayos x de polvo, que básicamente dice qué mineral es». La base de datos no arrojó ningún resultado.

«Lo primero que pensamos fue si tendríamos la base de datos actualizada». Se aseguraron de que comparaban con la última versión, repitieron la prueba. Nada. Así que decidieron seguir investigando. E hicieron una difracción de rayos x de monocristal, que revela la estructura: qué elementos químicos la componían y de qué manera están ordenados. De nuevo, no había resultados.

«Teníamos casi la convicción de que era un mineral nuevo», pero siguieron haciendo pruebas para tener todos los datos posibles, los que después fueron presentados ante la IMA, que ha aceptado la ermeloíta como nuevo mineral. Pero, ¿qué es la ermeloíta?

Se trata de un fosfato de aluminio monohidrato, y el ejemplar tipo es relativamente pequeño, entre otras cosas, por como se forma. «Este mineral se forma en las pegmatitas, los típicos filones que parecen venas de cuarzo entre los esquistos, los granitos... Cuando son enormes y tienen como minerales feldespato, plagioclasas, se llaman pegmatitas». Los elementos minoritarios son, en este caso, el aluminio y el fósforo, que cristaliza en pequeñas cantidades. Eso es la ermeloíta.

 Los investigadores de la USC han encontrado un pequeño nódulo, pero puede haber más, tanto en Galicia como en otros puntos del mundo. «Mientras que no se encuentre en otras localizaciones no se puede decir mucho más sobre las condiciones de formación». Es desconocido y lo interesante es seguir investigando. Por eso es importante dejar la prospección a los profesionales. «No se puede atacar el monte», recuerda el responsable de la unidad de arqueometría.

Surge entonces una nueva veta en el relato: «No existen mecanismos de protección del patrimonio mineral». Es más, ni siquiera hay un conocimiento real de ese patrimonio, un catálogo bien fundamentado. Y el principal objetivo de la colección científica de este grupo es intentar establecer una especie de catálogo de especies minerales de Galicia, que no existe. Y no solo como protección, sino incluso para abrir posibilidades de explotación sostenible: mapas de minerales estratégicos, catálogos....

De momento, lo que no está claro es si la ermeloíta puede tener algún tipo de aprovechamiento. Primero, porque todavía está en una fase inicial, de caracterización, y segundo, porque la cantidad que se ha encontrado es mínima. «No descarto que pueda tener aplicaciones, igual que otros tipos de fosfatos». La ermeloíta es algo así como un primo de la variscita, un fosfato de aluminio dihidratado que sí tiene aplicación desde la prehistoria como elemento ornamental y de joyería. «Podría», dice Lantes-Suárez a la pregunta de si es una de las posibilidades de la ermeloíta. Desde luego, la posibilidad que ha abierto es la de la divulgación, que ha cristalizado en el proyecto Minerais. Ver o invisible, que se extenderá este año y en el 2023.

 El descubrimiento de la ermeloíta es el final de ese proceso que relata Lantes Suárez, pero también es un inicio. «Lo realmente importante son todos los datos que tenemos aquí acumulados» de esa larga trayectoria de unos 5.000 análisis sistemáticos. Se trata de que el conocimiento siga generándose, comunicándose, expandiéndose. Seguir incrementando las bases de datos que comenzaron a formarse en los siglos XVIII y XIX, con la explosión de la ciencia mineralógica, cuando se descubrieron en Galicia la cervantita y la morenosita.