Las dos matriarcas, Doña Sofía y Doña Irene, vistieron pantalón. Sofía, uno claro a conjunto con su chaqueta. Completaban el atuendo una elegante blusa blanca y unos collares que, sumados a las pulseras de su muñeca, fueron el aporte de bisutería más reseñable del encuentro. Irene eligió una camisa blanca y azul de estilo griego, reafirmando sus raíces.
Fue una aparición familiar cálida y de ánimo distendido, lo que se reflejó en los desenfadados pero impolutos ropajes de sus protagonistas. Una muestra de sintonía y cercanía para mejorar la cohesión y la imagen pública de la corona y sus parentescos más cercanos.